Con distintas tesituras y niveles de aceptación sabemos que hay un programa del gobierno de Estados Unidos al que han accedido algunos gobiernos extranjeros, que vigila y rastrea la actividad de algunos internautas (por ahora solo nos enfocaremos en la red y no en las llamadas telefónicas).

Sus defensores alegan que ayuda a reforzar la seguridad de los países involucrados. Sus detractores opinan que es un ataque a la libertad de los internautas. ¿Y entonces cómo queda la red?

PUNTOS DE SEGURIDAD Las autoridades estadounidenses han pasado los últimos días poniendo el énfasis en el hecho de que gracias a programas como Prism, su país es más seguro dado que permite identificar potenciales sospechosos y prevenir atentados.

En una reciente entrevista con la cadena pública estadounidense, PBS, el presidente Barack Obama trató de defender el programa de vigilancia en Internet diciendo que se trataba de un sistema de compensaciones y ejemplificó diciendo: Todos nosotros tomamos la decisión de pasar por varios puntos de seguridad en un aeropuerto cuando viajamos, lo cual no ocurría cuando crecimos. () No creo que nadie opine que hemos perdido libertad porque pasamos por esos puntos de seguridad.

El gobierno de EE.UU. ha dicho que la vigilancia ocurre sobre todo con internautas extranjeros y que para rastrear la actividad de un usuario estadounidense requieren la aprobación de un tribunal. Al preguntarle si alguna vez les han negado dicha autorización el mandatario solo respondió que el número de peticiones es bajo y que no solicitan una orden judicial a menos que tengan una buena razón para ello.

En el fondo el gobierno parece estar apelando a la confianza de los internautas diciendo: Estamos haciendo esto por tu bien y no estamos abusando del sistema. Confía en nosotros. Es por tu seguridad.

Pero hay quienes creen que la confianza no está servida.

¿POR CUÁNTO TIEMPO? Cory Doctorow escritor y activista de Internet afirma que una vez que las autoridades interpretan a alguien como sospechoso, el estigma se queda ahí en forma permanente aunque la persona no cometa ningún crimen y pone el ejemplo de una persona detenida en Londres porque llevaba un abrigo en verano y dejó pasar un tren antes de intentar abordar otro.

Fue detenido, interrogado y aunque fue puesto en libertad, según Doctorow permanece en una base de datos de potenciales sospechosos y no puede obtener una visa para viajar.

Por supuesto también hay quienes creen que el gobierno está haciendo lo correcto.

Prácticas como la extracción de datos salvan vidas y al hacerlo nos protegen contra intrusiones aún más graves en nuestras libertades individuales, dicen.

Curiosamente, el debate seguridad versus privacidad se ha dado principalmente en Estados Unidos a pesar de que el objetivo más importante de los programas de vigilancia de acuerdo con las autoridades es la vigilancia a extranjeros.

Mientras que en Estados Unidos requieren de una orden judicial, no hay barreras para monitorear la actividad de un usuario en cualquier otra parte del mundo.

Hasta ahora no he leído que haya un movimiento internacional contra Prism o una reacción global. La gente sigue usando Google, Facebook, etcétera, a sabiendas de que potencialmente su actividad podría estar siendo vigilada.

Quizá sea así porque, como lo dijo Obama, se trata de un sistema de compensaciones. Recibo un servicio gratuito a cambio de que hagan con mis datos lo que quieran.

¿O no?

¿Cómo lo ven ustedes?

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