PAMELA MONTES ITURRIZAGA El Comercio
Las sillas de ruedas mecánicas exigen cierta fuerza en los brazos para transportarse de un lugar a otro, mientras que las eléctricas, por su costo elevado, no son asequibles para muchas personas.
Estas limitaciones fueron el punto de partida para que dos alumnos de la Carrera Técnica de Electrotecnia Industrial del Senati y su profesor crearan una silla que responde a las distintas necesidades de personas con incapacidad de movimiento, sin olvidar la reducción del costo. Se estima que este dispositivo costaría un 60% menos del precio actual de las sillas eléctricas.
La silla, dotada con sistemas informáticos y de comunicación, tiene tres posibilidades para su funcionamiento basadas en cinco comandos básicos: avanzar, retroceder, ir a la derecha, ir a la izquierda y parar.
En primer lugar, se incorporó un sistema para controlar la silla con sensores tipo acelerómetros, que se pueden colocar en distintas partes del cuerpo (cabeza, cuello, tobillos y muñecas) y que requieren mínimos movimientos.
Al reconocer estos movimientos del usuario, la silla realizará cualquiera de las cinco funciones mencionadas. El equipo pensó que esta opción podría beneficiar a personas cuadripléjicas (sin movimiento en las cuatro extremidades) cuyo sensor se ubicaría en la cabeza. Para casos de paraplejia (ausencia de movimiento en las extremidades inferiores) el sensor podría ubicarse en el cuello o muñecas, mientras que la tetraplejia (ausencia de movimiento en las cuatro extremidades) podría adaptarse un sensor en los tobillos.
Y para responder a las necesidades complejas de desplazamiento, la silla también cuenta con un módulo de reconocimiento de voz.
Los jóvenes fueron inspirados por su profesor, el Ing. Franklin Barra, quien desde el 2007 trabaja creando equipos de asistencia para personas discapacitadas con especial interés, debido a las secuelas que le dejó la polio cuando era muy joven. “Yo vivo y siento a diario lo mismo que las personas en las que pensamos al crear este dispositivo. La tecnología puede hacer maravillas”, indica Barra.
La tercera posibilidad de uso es mediante smartphones y tablets. La persona o un asistente pueden accionar la silla desde el dispositivo inteligente.
“Es reconfortante pensar que con innovación se puede lograr que personas con discapacidad tengan independencia para ir de un lugar a otro. Haremos unas mejoras más para realizar las pruebas con personas con discapacidad”, explica el estudiante Marlon Castillo, quien con su compañero Luis Benites y el Ing Barra formaron este equipo de trabajo.
AL DETALLE EQUIPO COMPLETO La comunicación entre el usuario y la silla utiliza tecnología Bluetooth y sistema operativo Android. Asimismo, tiene un sistema GPS para ubicar al usuario en caso de extravío.
COSTO REDUCIDO El precio de una silla eléctrica se calcula en S./4.500 soles, mientras que el dispositivo de los estudiantes piuranos costaría cerca de S./2.000 soles.
MESES DE LABORATORIO El desarrollo de la silla tomó seis meses. Tras unos ajustes, el equipo intentará lograr una patente.