El telescopio espacial más poderoso del mundo James Webb se dirige a su puesto de avanzada a 1,5 millones de kilómetros (930 000 millas) de la Tierra, después de varios retrasos causados por problemas técnicos. (Foto: NASA / AFP)
El telescopio espacial más poderoso del mundo James Webb se dirige a su puesto de avanzada a 1,5 millones de kilómetros (930 000 millas) de la Tierra, después de varios retrasos causados por problemas técnicos. (Foto: NASA / AFP)
Agencia EFE

La vida científica del telescopio está condicionada, en buena medida, por el combustible que use para llegar a su ubicación y los expertos creen que, gracias al buen despegue, debería tener suficiente como para operar “bastante más” de los diez años marcados como objetivo.

El James Webb partió al espacio el pasado 24 de diciembre en un lanzamiento “absolutamente perfecto”, según dijo ese día el máximo responsable de Arianespace, Stéphane Israël, compañía encargada del despegue en un Ariane V.

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la estadounidense señalaron hoy en sus cuentas en redes sociales que, tras analizar su trayectoria inicial, han determinado que el observatorio “debería tener suficiente propulsor para apoyar las operaciones científicas en órbita durante bastante más de 10 años de vida útil”.

El que será sucesor del mítico Hubble tuvo que recurrir a la propulsión, como estaba previsto, tras el lanzamiento y los días 25 y 27 para sendas maniobras de corrección del rumbo hacia su ubicación final, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.

El análisis muestra que se necesita “menos propulsor del previsto originalmente” para corregir la trayectoria hacia su órbita final alrededor de L2, destacó la NASA en su página web.

Por consiguiente, Webb “tendrá mucho más que la estimación básica de propulsor, aunque muchos factores podrían afectar en última instancia a la duración del funcionamiento”.

Debido al punto desde el que operará, el nuevo telescopio necesita propulsión no solo en algunos momentos de su viaje, sino también periódicamente para corregir y mantener correctamente la órbita y orientación en el espacio, una vez que llegue a L2.

Cuando el combustible se acabe ya no será posible hacerlo y la misión habrá terminado. La base mínima es de cinco años, aunque los expertos consideraban factible hasta una década y, ahora, con los datos de uso real de la propulsión, estiman que podría operar “bastante más” de una década.

El combustible extra con que cuenta el telescopio más grande y potente lanzado al espacio se debe, “en gran medida” a la precisión del lanzamiento, que “superó los requisitos” para poner al Webb en la trayectoria correcta, y de la primera maniobra de corrección, explicó la Nasa.

“La inyección perfecta del Ariane 5 dará más vida a Webb y, por tanto, más tiempo para descubrir el Universo”, destacó hoy en Twitter el responsable de Arianespace.

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