Un equipo de científicos del Centro de Genética de Circuitos Neurales RIKEN-MIT, en Estados Unidos, logró implantar recuerdos falsos en ratones.
Armados con estos recuerdos falsos, los ratones comenzaron a asociar un ambiente benigno con experiencias desagradables anteriores vinculadas a otros ambientes.
Los expertos implantaron fibras ópticas en el cerebro de ratones genéticamente modificados para poder enviarle impulsos de luz. Conocida bajo el nombre de optogenética, esta técnica le permite a cada neurona responder al estímulo de la luz.
Según los científicos, esta investigación podría ayudarnos a entender en el futuro cómo los seres humanos tenemos recordamos a veces cosas que no han ocurrido.
Al igual que en los ratones, nuestros recuerdos se almacenan en conjuntos de células y, cuando nos acordamos de algo, reconstruimos el pasado a partir de estos bloques de células, como si fuera un rompecabezas.
POCO CONFIABLE Es sabido que la memoria humana es muy poco confiable. En los años 70 un estudio que analizó testimonios de testigos puso por primera vez de manifiesto la fragilidad de nuestra memoria. Según este estudio, una pequeña variación en la forma en que se plantea una pregunta puede influir en el recuerdo que tiene un testigo sobre un evento en particular, como por ejemplo un accidente de auto.
Cuando esto salió a la luz, se dejó de usar testimonios de testigos como única evidencia en los juicios. Muchas personas acusadas injustamente por esta clase de testimonios fueron exoneradas más tarde gracias a la evidencia proporcionada por muestras de ADN.
Xu Liu, autora principal del estudio, dijo que cuando los ratones tenían un recuerdo falso, éste no se distinguía en nada de un recuerdo genuino.
Si se trata de analizar el cerebro, los ratones son animales cercanos al ser humano: aunque su cerebro sea mucho más simple, su estructura y circuito básico es muy similar al del cerebro humano.
Por esta razón, estudiar las neuronas del cerebro de un ratón puede ayudar a los científicos a entender en mayor profundidad cómo funcionan estructuras similares en nuestro cerebro.
En el idioma inglés hay sólo 26 letras, pero la combinación de estas letras crean una infinidad de palabras y frases. Lo mismo es cierto de nuestra memoria, le dijo Liu a la BBC.
Tenemos una cierta cantidad de neuronas y, por cada recuerdo, se activan diferentes combinaciones de pequeños grupos de neuronas.
Estas distintas combinaciones pueden explicar en parte por qué las memorias no son estáticas como una fotografía sino que evolucionan, añade Liu.
Si quieres traer a la memoria un recuerdo específico hay volver al nivel celular. Cava vez que pensamos que recordamos algo, podemos estar haciendo cambios a ese recuerdo, a veces nos damos cuenta y otras no, explica Liu.
Nuestros recuerdos cambian cada vez que los traemos a la memoria, dice el científico. Por eso podemos incorporar información nueva a cada recuerdo, ý así se puede formar un recuerdo falso sin que nos demos cuenta.
EJEMPLO IMPRESIONANTE En opinión de Neil Burgess, un investigador del University College de Londres que no participó en el proyecto, el estudio es un ejemplo impresionante de cómo crear una reacción de temor en un ambiente donde no sucedió nada que pueda causar temor.
Un día, esta clase de conocimiento puede ayudar a los científicos a entender cómo eliminar o reducir el miedo por asociación que alguna gente siente a causa de condiciones como el estrés postraumático.
Pero esto es solo una avance en neurociencia básica, aclara y estos métodos no podrán aplicarse en seres humanos por muchos años.
Según Mark Mayford, del Centro de Investigación Scripps en San Diego, EE.UU., la pregunta es cómo cambia el cerebro con la experiencia. En esto radica la clave de todo lo que hace el cerebro.
Trabajos como éste, cree Mayford, pueden hacer que un día entendamos mejor la estructura de nuestros pensamientos y las neuronas involucradas en ellos.
Luego podremos empezar a estudiar estos circuitos cerebrales, ver cómo cambian y, con suerte, encontrar las áreas o mecanismos que cambian con el aprendizaje.
Un mayor conocimiento en este área podría servir potencialmente para intervenir en enfermedades del pensamiento, como la esquizofrenia. Uno no puede entender la esquizofrenia a menos que entienda cómo se construye una percepción.