Cuando internet comenzó a ser popular, la idea detrás de su atractivo era el hecho de que derribaba muros. Abría las puertas a rincones desconocidos, a información inaccesible y facilitaba la comunicación entre desconocidos.

En un principio la red era abierta.

Para encontrar contenido interesante uno tenía que navegar por las categorías de Yahoo, excavar los vínculos en los foros de discusión o esperar que motores de búsqueda como Excite o Altavista arrojaran un resultado atractivo.

Después llegó Google y el juego cambió.

El éxito del ahora gigante de internet se basó en la oferta de contenido relevante, sin paja.

Uno introducía un término y la página mostraba vínculos con certera precisión. El algoritmo escaneaba la red para saber cuál era el contenido más relevante usando una serie de reglas como la autoridad de la fuente y la cantidad de veces que una página era difundida en otros sitos.

Pero con la llegada de la Web 2.0 y las redes sociales, y la 3.0 y los teléfonos inteligentes, la web está abandonando la idea del descubrimiento en aras de exacerbar la idea de la relevancia.

Hagan una búsqueda ahora en Google y el sitio les ofrecerá resultados basados en sus intereses, su historial de búsqueda, su ubicación, los productos que han comprado e incluso sus interacciones sociales.

No cabe duda de que la información ofrecida será relevante para ustedes porque está basada en ustedes. ¿Pero qué tanto se están perdiendo del mundo? ¿Qué hay de otra información que potencialmente podría resultarles atractiva pero que no se les ofrece por no caber en la caja de sus intereses?

AQUÍ pueden mirar un ejemplo de los resultados que se entregan al buscar Egipto en Argentina y México y en Colombia y España.

Twitterhttps://elcomercio.pe/tag/199254/twitter: tampoco se queda atrás.

Una búsqueda normal en la red de microblogs muestra primero resultados que vienen de tuits Destacados, aquellos de los que más se está hablando o que más se relacionan con el tipo de cuentas que ustedes sigan.

Para muchos es fácil no ver el vínculo que dice Todos y que sí ofrece resultados que provienen de todos los usuarios de esta red.

Netflix, Amazon y otros servicios de internet también siguen el mismo protocolo: recomendar productos y contenido con base en lo que hemos visto, en lo que hemos comprado.

Lo que ocurre no ha pasado desapercibido. Tim Berners-Lee, padre de la web y autor de la cita que se lee al inicio de esta entrada, ha hablado una y otra vez del riesgo de los jardines amurallados y de las intenciones de hacer que la red se convierta en múltiples terrenos áridos sin conexión entre unos y otros.

No todo es blanco y negro, sin embargo. A veces es útil tener información local y personalizada, pero la comodidad de tener resultados conectados con el mundo del usuario están superando el deseo del descubrimiento, la curiosidad de la exploración.

El riesgo, claro, es que la comodidad termine con la web abierta, con la internet del descubrimiento. Es posible que en un futuro no muy lejano la red se llene de miles de burbujas de amigos e intereses conectadas entre sí sólo por un pequeño hilo de cosas en común o de grandes eventos noticiosos.

Sólo cuando las burbujas se tocan una parte de ellas puede desprenderse e integrarse a otra o formar un nueva. Si ello no ocurre la burbuja permanece con la misma forma, con la misma dimensión.

¿Realmente queremos eso?