En 1939, la reina del melodrama en Hollywood, Bette Davis, protagonizó Amarga victoria, la trágica historia de una joven fiestera y adinerada que estaba muriéndose de un tumor cerebral.
El público sabe que la muerte llegará rápidamente después de la ceguera. En el gran final, la visión del personaje empieza a fallar y ella sube lentamente una enorme escalera.
Davis sabía que ese momento le aseguraría la candidatura a un tercer Óscar. Le preguntó al director ¿quién está haciendo la música de esta película? y la respuesta fue: el supremamente talentoso Max Steiner.
Steiner había compuesto la revolucionaria partitura de King Kong en 1933. Fue la primera banda sonora completa de Hollywood y una que les permitió a los aficionados sentir empatía ante los designios del destino de un gorila de plastilina.
Davis era una mujer muy lista. Entendía cuán valiosa era una pieza musical que elevara el momento a su máxima expresión, pero también temía que eclipsara su actuación. Pues o subo yo esas escaleras o las sube Max Steiner, pero los dos juntos, no, declaró.
La opinión de Davis fue ignorada y con esa escena se crearon dos nominaciones al premio de la Academia: una para ella y otra para Steiner.
AGUDIZACIÓN DE LOS SENTIDOS La anécdota demuestra la importancia de la música en el cine y el poder que una banda sonora puede ejercer sobre el público.
El compositor Neil Brand, presentador de la serie de la BBC La música que hizo las películas, cree que nuestros sentidos se agudizan desde el momento en el que entramos en la sala del cine.
La oscuridad, los extraños, la anticipación, el abrazo cálido y cómodo del asiento. Estamos listos para experimentar grandes emociones, dice. Y en el instante en el que arranca la música, estamos dispuestos a quedarnos todo lo que dure el viaje.
Los seres humanos somos muy buenos para interpretar el sonido, desde que nuestros antepasados prehistóricos oían que una rama se rompía en el bosque y pensaban ¡a correr o me matan!.
Tenemos una comprensión muy profunda de lo que la música está haciendo y es algo muy físico, añade Brand.
La podemos sentir entrando a nuestros oídos a través de ondas sonoras y puede producir toda clase de reacciones físicas, desde un golpe en el estómago en adelante.
EL RUIDO DEL PÁNICO Los ejemplos más simples de esto se encuentran en películas de terror y de suspenso, las cuales emplean sonidos disonantes y chillones que asociamos inconscientemente con animales en peligro.
Un estudio elaborado en 2010 por la Universidad de California encontró que la sensibilidad humana a sonidos de alarma no lineales, como los que emiten las marmotas para advertir sobre la presencia de depredadores, son usados por compositores de cine para inquietar y poner nerviosa a la gente.
En películas, como la clásica de Alfred Hitchcock de 1960 Psicosis, la tensión de las cuerdas y los bronces exagerados imitan el ruido del pánico en la naturaleza.
Para quienes disfrutan de una partitura romántica exuberante, un experimento de 2011 en la Universidad McGill de Canadá estudió la mecánica neural para explicar por qué a los humanos se nos pone la piel de gallina con las grandes melodías.
Lejos de ser una experiencia puramente auditiva, las tomografías indican que las regiones del cerebro que se iluminan con la música son aquellas vinculadas a estímulos eufóricos como la comida, el sexo y las drogas.
La sangre que fluye en el cerebro responde a áreas asociadas con la recompensa, la emoción y la excitación.
VIBRACIONES EXTREMAS Philip Ball, autor de El instinto de la música, afirma que las bandas sonoras pueden producir la misma reacción en nosotros, independientemente de que la música sea buena o mala.
Nuestra respuesta a ciertas clases de ruido es tan profunda que no podemos apagarla, le dice a la BBC.
Los compositores de las películas saben eso y lo usan para saltarse la parte lógica de nuestro cerebro e ir directamente a los centros emocionales.
Algunos cineastas usan ahora infrasonido para inducir miedo. Se trata de ondas sonoras graves o vibraciones con una frecuencia más baja que el espectro del oído humano.
Aunque no lo podemos escuchar, se ha demostrado que el infrasonido puede producir ansia, extrema tristeza, palpitaciones y temblores. Los productores de la película de suspenso psicológica francesa Irreversible admitieron que utilizaron esta técnica.
Miembros del público dijeron que se sintieron desorientados y físicamente enfermos tras sólo media hora de infrasonido, y se salieron de la sala de proyección antes de que mostraran la secuencia más impactante visualmente en la pantalla.
En 2007, las audiencias del filme de horror Actividad Paranormal también reportaron haber sentido altos niveles de miedo a pesar de la falta de acción en la pantalla. Se piensa que fueron provocados por ondas sonoras de baja frecuencia.
No afecta a todo el mundo de la misma forma, señala Ball, pero parece posible que será usado más en el cine en el futuro.