Una nueva tendencia en las redes tiene preocupados a padres y expertos: muchos jóvenes están publicando insultos contra sí mismos en internet aprovechando el anonimato del ciberespacio. Pero, ¿por qué lo hacen?
Informes recientes revelan que el trolling), una práctica que consiste en agredir con comentarios ofensivos a una persona en internet, es un fenómeno en aumento. Cuando las personas sufren abusos y amenazas en las redes sociales, se asume que provienen de un extraño, pero no siempre es el caso.
Según expertos en cultura informática y organizaciones no gubernamentales que se dedican al tema, el acoso cibernético infligido por la misma persona es parte de un problema que está empezando a surgir y que algunos llaman hacerse daño digitalmente (una traducción del inglés cyber self-harm o también self-trolling).
Las estadísticas de prevalencia son difíciles de obtener: hasta el momento sólo existe un estudio relevante al respecto. El Centro de Disminución de la Agresión de Massachusetts (MARC, por sus siglas en inglés) descubrió que de los 617 estudiantes que entrevistó, 9% había hecho alguna forma de self-trolling.
Creo que nadie había pensado que los adolescentes podrían aprovechar el anonimato de esta manera, es algo que suele alarmar a todas las personas con las que hablo del tema, dice Danah Boyd, investigadora del área de medios, cultura y comunicación en la Universidad de Nueva York y miembro del Centro de Internet y Sociedad Berkman de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.
LAS RAZONES Ellie (nombre ficticio) tenía 15 años cuando comenzó esta práctica. Eventualmente se puso en contacto con la organización sin fines de lucro Selfharm.co.uk para hablar de sus problemas y, posteriormente, accedió a compartirlos en este artículo.
La adolescente utilizó diferentes nombres y perfiles en la red para publicar mensajes abusivos hacia su persona.
Los comentarios se referían a que era fea, inútil y que nadie me quería, reflejaban una serie de cosas que tenía en la cabeza. Si veía que los insultos venían de otras personas, tenían que ser reales, refiere Ellie.
Otra variedad descubierta en este tipo de ciberacoso es la que ocurre cuando la gente hace preguntas personales en internet con el objetivo de obtener respuestas negativas. Por ejemplo, cosas como ¿soy atractiva? Los mensajes negativos que pueden resultar refuerzan la percepción negativa que la persona tiene de sí misma.
Me convencí de que era tan malo como creía, no era algo que estaba imaginándome, comenta Ben (nombre ficticio), un joven de 16 años que también contactó a la organización británica contra el autoabuso cibernético.
Rachel Welch, directora de la organización, dice: Puede que no se trate de una herida visible, pero tiene que reconocerse como un peligro emocional real para jóvenes que tienen problemas de autoestima. Es algo que apenas estamos descubriendo, pero es muy preocupante.
DOLORES PROFUNDOS Las motivaciones de las personas que participaron en el estudio de MARC fueron variadas. Para algunos, era un grito desesperado de ayuda que trataba de captar la atención de adultos y pares, otros querían que la gente se preocupara por ellos y los defendiera en la red.
Si bien es cierto que existen similitudes con las autolesiones, también hay diferencias. Un comportamiento como el de Ben requiere la participación de otra persona, mientras que los incidentes en los que el individuo se inflige heridas físicas son en principio solitarios.
Según Welch, el tipo de daño emocional que tiene lugar en casos como el de Ellie y Ben es muy complejo desde el punto de vista psicológico.
El comportamiento que hace que una persona utilice algún objeto cortante para producirse una lesión es una respuesta física que distrae al individuo del dolor emocional que no puede manejar. Pero la nueva tendencia que estamos viendo reemplaza un problema emocional con otro (también emocional). Y ese reforzamiento negativo es extremadamente preocupante, ya que este tipo de actitudes puede cambiar rápidamente y complicarse, afirma Welch.
La situación también puede volverse más compleja en otros frentes. Para que la historia de Ellie fuera creíble, tuvo que empezar a insultar a quienes salían en su defensa.
Mis amigos trataban de protegerme, así que para mantener la farsa, terminé publicando mensajes para ofenderlos a ellos también, reveló la adolescente.
HUMILLACIÓN Y VERGÜENZA Parte del problema para quienes investigan el tema es la reserva que existe en torno al mismo, la cual viene dada por la vergüenza extrema que genera.
Quienes lo hacen, realmente temen que los descubran. La humillación de quedar expuesto es inmensa, añade Welch.
Y su opinión es compartida.
Para los adolescentes, las apariencias y la interacción en un grupo son parte del proceso a través del cual maduran y se convierten en adultos, así que quedar en evidencia con comportamientos infantiles es un temor constante, afirma el psiquiatra Richard Graham, quien se especializa en el uso de nuevas tecnologías y trabaja en el sistema de salud pública del Reino Unido.
Graham cuenta que descubrió la práctica del trolling a la que se someten algunos adolescentes a raíz de la muerte de Hannah Smith. La joven inglesa de 14 años se suicidó en agosto de este año, después de haber sido víctima de ciberacoso en la red social Ask.fm.
Los representantes del sitio web aseguran que muchos de los mensajes agresivos en contra de Smith fueron publicados por ella misma de manera anónima.
Esta acusación puso de manifiesto la tendencia de agredirse a sí mismo a través de internet, lo que fue una gran sorpresa para mí. No se cuán común es, pero sospecho que mucho más de lo que creemos. Necesitamos descubrir la naturaleza de este fenómeno y tratar de entender lo que está pasando, opina el especialista.
ASUMIR RESPONSABILIDADES Ellie y Ben recibieron ayuda y dejaron de publicar insultos dirigidos a ellos mismos. Pero quienes tratan de investigar esta práctica se enfrentan a muchos retos.
La mayoría de los adultos quiere responsabilizar a la tecnología de los problemas que se presentan con los jóvenes, en vez de reconocer que ellos están usándola para lidiar con los problemas emocionales y sociales que tienen, indica Boyd, quien fue una de las primeras especialistas en referirse al ciberacoso autoinfligido.
La tecnología refleja y magnifica lo bueno, lo malo y lo feo de la vida diaria, pero es más fácil responsabilizarla por lo que ocurre en vez de profundizar en el tema. Desafortunadamente, he descubierto que incluso los expertos prefieren hablar acerca de lo que la tecnología le hace a la juventud, en vez de analizar lo que dice acerca de los adolescentes.
Los padres también tienen que asumir lo que está pasando y no culpar a internet por todo, dice Scott Freeman, fundador de Cybersmile Foundation, una agrupación que ayuda a las víctimas del ciberacoso.
Freeman añade que no ha podido recopilar estadísticas oficiales acerca del fenómeno, pero la evidencia anecdótica demuestra que el número de personas que contactan a la organización para hablar acerca de agresiones anónimas contra sí mismas en internet se ha incrementado.
Internet es el nuevo vecindario, el nuevo parque de diversiones. Le enseñamos a los niños a jugar en las calles con cuidado, ahora tenemos que mostrarles cómo protegerse de los riesgos que hay en la red. Los padres ya no pueden decir que no entienden nada de internet y evadir su responsabilidad, concluye Freeman.