El ser humano siempre ha visto caras en los objetos o lugares más insólitos: en la Luna, en vegetales o incluso en una tostada quemada.

Ahora, un grupo berlinés está rastreando el planeta mediante imágenes satelitales en busca de rasgos que recuerdan a rostros humanos a nuestro alrededor. Pero ¿qué hay detrás de ese deseo de ver caras en lo que nos rodea?

La mayoría de la gente nunca ha oído hablar de la pareidolia, pero casi todos la hemos experimentado.

Cualquiera que haya mirado a la Luna y haya encontrado dos ojos, una nariz y una boca ha sentido la fuerza de la paredolia.

El diccionario lo define como la percepción imaginada de un patrón o un significado donde no lo hay.

E incluye cosas tan dispares como identificar caras en la corteza de un árbol, ver animales en las nubes o siluetas humanas en las montañas.

El estudio alemán de diseño Onformative está inmerso en la que probablemente sea la mayor búsqueda de paredolia hasta ahora. Su programa Google Faces se pasará los próximos meses husmeando las imágenes de Google Maps en busca de formas parecidas a rostros humanos.

Para ello el programa examinará el planeta entero varias veces y desde diferentes ángulos.

Hasta ahora Google Faces ya identificó entre otros un espeluznante perfil en Magadan, una remota región de Rusia, un tipo con pelos en la nariz en Kent, Inglaterra, y una criatura de aspecto desagradable en las montañas de Alaska.

FASCINACIÓN POR LAS CARAS Pero lo que Onformative está haciendo a gran escala es en menor grado y casi de manera inconsciente parte de nuestro día a día.

Esta misma semana la tienda estadounidense JC Penney agotó las ventas de una tetera después de que se corriera la voz en las redes sociales de que se parecía a Hitler.

Los diseñadores del programa Google Faces, Cedric Kiefer y Julia Laub, no se imaginaban que su proyecto tendría tanto éxito, pero las imágenes de rostros sobre la tundra rusa y el campo inglés se esparcieron rápidamente por internet.

Parece que hay algo fascinante sobre la pareidolia, le dijo Keifer a la BBC.

En algunos casos los rostros son como de personajes de dibujos animados pero en otros las caras son casi demasiado reales como para que sean una coincidencia, dijo el diseñador.

Pero ¿de dónde viene esa fascinación por una mera mancha o formación rocosa inusual?

HERENCIA EVOLUTIVA Ahí hay algo que tiene que ver con la herencia evolutiva, dice la doctora Nouchine Hadjkhani de la Universidad de Harvard. Los humanos llegan a este mundo con los cables preconectados para detectar caras, dijo.

Un bebé de apenas unos minutos de vida dirigirá su atención hacia algo que tiene los rasgos generales de una cara antes que hacia otra cosa que pueda tener los mismos elementos per en un orden aleatorio, declaró.

Y esa tendencia a identificar figuras familiares se remonta a los primeros humanos, dice Christopher French, de la Sociedad Psicológica Británica.

Hemos desarrollado cerebros que piensan de un modo rápido, primario, que normalmente es correcto, pero que puede hacer que seamos sistemáticamente tendenciosos, explicó.

El clásico ejemplo es el del tipo de la Edad de Piedra que está parado, rascándose la barba mientras se pregunta si ese movimiento en el arbusto será de verdad un tigre de dientes afilados. Es mucho más probable que sobrevivas si asumes que es un tigre de dientes afilados y te escapes de ahí como puedas, sino te convertirás en su almuerzo, comentó.

INTERPRETACIÓN DE INFORMACIÓN AMBIGUA Otros expertos creen que la pareidolia es una consecuencia de los sistemas de nuestro cerebro para procesar la información. El cerebro está constantemente examinando información sobre líneas, formas, superficies y colores aleatorios, dice Joel Voss, neurocientífico de la Universidad de Northwestern, en Illinois, Estados Unidos.

El cerebro interpreta las imágenes que ve al otorgarles significado, normalmente al relacionarlas con algo almacenado en el conocimiento de largo plazo.

Pero a veces cosas que pueden ser un poco ambiguas son relacionadas con cosas que podemos denominar más fácilmente, lo cual resulta en pareidolia, dijo Voss.

..O PROYECCIÓN DE EXPECTATIVAS* La pareidolia también puede ser el producto de nuestras expectativas, apunta la neurocientífica Sophie Scott, del University College London.

Lograr ver la cara de Jesús en una tostada revela qué está pasando con tus expectativas y cómo estás interpretando el mundo con base a tus expectativas, en lugar de referirse a algo que necesariamente esté en la tostada, dijo.

Y una vez que uno ve la cara de la Virgen o el perfil de George Washington ya es virtualmente imposible dejar de verlos, dice Bruce Hood, autor del libro The Self Illusion: How the Social Brain Creates Identity (La autoilusión: cómo el cerebro social crea identidad).

Esa es una de las características de las ilusiones, tienen una distintiva tendencia a formularse en tu mente y es muy difícil despensarlas, dice.

EXTREMADAMENTE EVOCATIVA Pero la fascinación por identificar una cara en un lugar insólito no explica por qué la gente puede llegar a gastar mucho dinero en comprar un objeto o en hacer una peregrinación para verlo.

La pareidolia puede ser extremadamente evocativa, especialmente para alguien que cree en los milagros.

Es una demostración increiblemente fuerte de cuán poderosos pueden llegar a ser estos efectos perceptivos. Realmente queremos ver cosas como caras, queremos escuchar cosas como voces y nuestro sistema perceptivo se preparará para que así sea, explicó la neurocientífica Scott.

Para algunos los rostros identificados evidencian una intervención supernatural y el objeto mismo puede llegar a adquirir un significado especial.

La gente asume que si ha sido producido por lo divino ha sido tocado por Dios y traerá buena suerte, dice French, de la Sociedad Psicológica Británica.

Pero no hay que ser particularmente religiosos para apreciar la pareidolia.

Yo por supuesto que no creo ni por un segundo que haya significancia alguna en ellos, ni religiosa ni de otro tipo, dice French.

Pero oye, parecidos nítidos sí que son, verdad?.

¿Han visto una cara en las nubes, en una tostada o en el tronco de un árbol?