EL físico británico Peter Higgs y su colega belga François Englert, así como el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) recibieron hoy en Oviedo (norte de España) el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2013, por la predicción teórica y la detección experimental del Bosón de Higgs.
Ambos físicos, que también fueron premiados este año con el Nobel de Física, han sido reconocidos casi medio siglo después de haber postulado, por separado, la existencia de una partícula subatómica en el origen de la masa de otras partículas, considerada clave para entender el Universo.
EL CERN ha sido galardonado también con el Premio Príncipe de Asturias por haber dado a Higgs y Englert en julio de 2012 una de las mejores noticias de sus carreras, después de que los detectores ATLAS y CMS de su acelerador de partículas LHC, situado en la frontera entre Francia y Suiza, identificaran el Bosón de Higgs.
El hallazgo, considerado por los expertos como el mayor descubrimiento en la historia de la comprensión de la naturaleza, permite asomarse a la observación de lo que ocurrió inmediatamente después del Big Bang o gran explosión que dio origen al Universo.
Higgs y Englert (éste junto al ya fallecido Robert Brout), publicaron en 1964 de forma independiente sendos artículos sobre la existencia de ese bosón, popularizado como la partícula de Dios, que fue considerado un elemento clave para completar el Modelo Estándar de la física de partículas que explica el funcionamiento del Universo.
EL CERN El Laboratorio Europeo de Física de Partículas, conocido por sus siglas francesas originales CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) es una organización creada en 1954 a la que pertenecen 20 estados europeos, entre ellos España, y cuya sede está en Ginebra.
Su misión es estudiar la estructura fundamental del Universo, para lo que emplea algunos de los instrumentos científicos más sofisticados y complejos, como el acelerador de partículas o Gran Colisionador de Hadrones (LHC) situado en la frontera entre Suiza y Francia.
Con estos instrumentos los científicos pretenden estudiar los componentes básicos de la materia, las partículas fundamentales, que hacen colisionar a velocidades próximas a la de la luz para obtener claves sobre cómo interactúan y entender así las leyes fundamentales de la naturaleza.