Texas quiere retomar el título de centro neurálgico de viajes espaciales que solía tener por ser el hogar de la agencia espacial estadounidense, NASA, y para eso quiere aprovechar la expansión de la industria de los vuelos espaciales para el sector privado.
Los recortes presupuestarios acabaron con el programa de transbordadores espaciales en 2011 y abrieron lo que parecía un debilitado papel para la NASA, para Texas e incluso para todo el programa espacial estadounidense.
Incluso, la NASA tuvo que empezar a pagarle a Rusia para que transporte a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI).
Sin embargo, al mismo tiempo la agencia espacial estadounidense se puso a trabajar con el sector privado para apoyar los viajes espaciales comerciales.
Ahora el siempre enfocado en los negocios estado de Texas está haciendo todo lo posible para atraer a la industria de los vuelos espaciales privados, empezando por desarrollar su propio puerto espacial.
No estamos tratando de reinventar nada, pero queremos crecer en el futuro de los vuelos espaciales, dijo Bob Mitchell, presidente de la Bay Area Houston Economic Partnership que trabaja con la NASA para identificar socios potenciales. Houston es el hogar de la exploración espacial humana.
Texas ha establecido el modelo para atraer empresas espaciales comerciales, de acuerdo con los expertos de la industria, quienes argumentan que si el estado sigue haciendo las cosas bien, con incentivos económicos y legislación, podría asumir el liderazgo en un mercado en rápida expansión.
Los vuelos espaciales comerciales ofrecen grandes beneficios para las compañías y los lugares en los que se ubican.
La empresa SpaceX, una pionera en la industria de los vuelos espaciales privados, tiene ya más de 40 lanzamientos contratados agendados, entre ellos algunos con la NASA para reabastecer a la EEI, por un valor de unos US$4.000 millones.
A largo plazo, la comercialización de esta industria podría llevar algún día los viajes espaciales a las masas.
ESTADO ESPACIAL La empresa SpaceX está considerando establecer una de las pocas plataformas de lanzamiento comerciales del mundo en la playa de Boca Chica en la costa de Texas.
Su serie de cohetes Falcon 9: se construyen actualmente en California y son transportados por tierra a la estación de la Fuerza Aérea en Florida, Cabo Cañaveral, desde donde se llevan suministros a la EEI.
Texas tiene competencia: Florida, Georgia y Puerto Rico también están compitiendo para albergar el nuevo sitio de lanzamiento de SpaceX.
Pero el estado sureño sigue siendo el principal candidato, según Elon Musk, el empresario detrás de SpaceX.
La oferta de Texas está reforzada porque SpaceX ya tiene operaciones en el estado (un centro de desarrollo de cohetes cerca de Waco), por la fuerte base de proveedores locales y por el medio ambiente empresarial, de acuerdo con Christina Ra, directora de comunicaciones de la empresa.
La ubicación sureña y costera de Texas es ideal para los lanzamientos orbitales y el estado ha establecido las leyes necesarias para proteger al sector privado espacial.
Hemos hecho todo lo posible para allanar el camino para hacer de Texas un estado espacial, dice el representante estatal John Davis, el hombre detrás de un proyecto de ley que establece la ordenanza de ruido y protección de responsabilidad para permitir las actividades de vuelos espaciales en Texas.
PIES EN LA TIERRA La NASA está estudiando la posibilidad de enviar gente a puntos más lejanos del sistema solar. Y el transporte espacial comercial es un componente esencial tanto para este objetivo como para los esfuerzos de la NASA en la Estación Espacial Internacional, dice Trent Perrotto, director de asuntos públicos de la NASA.
Mientras tanto, los gobiernos estatal y locales en Texas están trabajando con el Centro Espacial Johnson de Houston en proyectos de investigación y tecnología que pueden ser comercializados para propósitos más con los pies en la tierra, como la exploración de petróleo en alta mar y las aplicaciones médicas en humanos, dice Josh Havens, portavoz de la oficina del gobernador tejano Rick Perry.
Creemos que tanto las nuevas industrias espaciales privadas como las que tienen un legado pueden coexistir y complementarse muy bien en Texas, dice Havens.
Mitchell de la Bay Area Houston Economic Partnership dice que el aeropuerto Ellington Airport de Houston también está buscando la designación de la Administración Federal de Aviación como un puerto espacial, lo que permitiría que las empresas de vuelos espaciales comerciales y los usuarios se beneficien de la calidad de vida y los servicios ofrecidos por Houston. Señala que la mayoría de los estados con puertos espaciales languidecen en el desierto.
Otro incentivo es la fuerza laboral de Texas.
Es bastante obvio que las empresas espaciales comerciales necesita trabajadores cualificados, dice Mitchell, no por nada ya hay 14.000 empleados en el Centro Espacial Johnson de Houston.
VIAJES PARA TODOS Actualmente los viajes espaciales cuestan millones de dólares por persona, pero eventualmente costarán miles, dice John Curry, director de ingeniería de sistemas para Sierra Nevada, empresa que está desarrollando el Dream Chaser, un vehículo de transporte orbital para competir por un contrato para transportar astronautas a la EEI.
Otra oportunidad comercial relacionada con el espacio son los vehículos reutilizables suborbitales (SRV) que ofrecen experiencias espaciales como la ingravidez y la vista desde el espacio de la curvatura de la Tierra, a un precio significativamente más bajo que el de los vuelos orbitales.
A diferencia de los sistemas de lanzamiento orbital, los SRV pueden lanzarse al espacio y volver más de una vez y no necesitan meses de reacondicionamiento como el antiguo transbordador espacial de la NASA.
Es lo mismo que le pasó a la aviación comercial en la década de 1930, que solía ser ridículamente cara, dice Michael López-Alegría, presidente de la Federación de Vuelos Espaciales Comerciales con sede en Washington.
Las empresas XCOR Aerospace y Virgin Galactic tienen planes para lanzar vuelos comerciales suborbitales dentro de un año, según explica López-Alegría. Los asientos costarán entre US$100.000 y US$200.000.
Independientemente de que Texas logre tener su puerto espacial, la tecnología y el mercado parecen estar moviéndose en una dirección que permite a muchas más personas experimentar lo que ahora sólo un número muy pequeño ha probado.
La vista es fenomenal, dice la astronauta Peggy Whitson quien ha pasado 377 días en el espacio desde 1996.