En castellano usamos ‘clima’ para hablar de las condiciones del momento y los próximos días, así como para referirnos a los patrones y características climáticas más amplias y a largo plazo. Sin embargo, hay una diferencia entre la meteorología, que estudia el estado del tiempo y fenómenos atmosféricos del momento, durante días o semanas, y la climatología, que estudia tendencias y variaciones atmosféricas a largo plazo (años, siglos o milenios) y eras geológicas.
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Ambas son ciencias geográficas o de la Tierra, y la climatología en particular está más estrechamente ligada a la geofísica, que estudia el comportamiento físico de la atmósfera, océanos y estructuras del planeta. El cambio climático desencadenado por un calentamiento acelerado de la atmósfera ha resaltado la importancia de estas ciencias, el impacto del clima en la economía y bienestar, y ha complicado los pronósticos meteorológicos.
Por mucho tiempo se ha dicho que el pronóstico climático en Lima y balnearios no es complicado: un grado menos o más que el día anterior, sol en verano, nublado y garúa en invierno, excepto en Fiestas Patrias. En la sierra, época seca y temporada de lluvia; en la selva, temporada de lluvia, y temporada de más lluvia.
La cosa se complica cuando se intenta entrar en detalles, o cuando hay algún factor fuera de lo normal que altera los patrones tradicionales, como el fenómeno de El Niño. Esto se debe a que el clima en realidad es, aun en países como el nuestro de relativa estabilidad meteorológica, extremadamente complejo debido a la cantidad de factores que lo afectan.
“La meteorología es similar a la medicina, en el sentido de que es una mezcla de ciencia y arte con talento individual”.
Determinantes y variables
Todo está regido en primera y última instancia por el Sol, que esparce su energía subiendo la temperatura de agua, tierra y aire. Esto es algo que entendemos intuitivamente; los cambios de temperatura y resolana que genera la energía solar son lo que llamamos, a primera vista, el clima del momento, desde la neblina limeña hasta los huracanes.
Existen otros factores ‘macro’ que afectan y definen a grandes trazos los parámetros y patrones del clima de un lugar. Por ejemplo, su posición en el continente, su altura sobre el nivel del mar, y su distancia del ecuador.
En el caso del Perú, la costa es una franja delgada entre un océano y una cordillera, que acarrea corrientes de agua y viento en dirección contrarreloj, por estar en el hemisferio sur. La rotación del planeta crea grandes corrientes a manera de remolinos en los océanos y la atmósfera. Esto es resultado de la rotación constante y se denomina efecto Coriolis (descubierto en 1836 por el francés Gaspard-Gustave Coriolis). El mismo efecto desvía muy ligeramente una bala o una flecha hacia la izquierda en el hemisferio sur, o a la derecha en el norte.
Estas grandes corrientes—la de Humboldt y el Anticiclón del Pacífico Sur—chocan con la orilla y con la cordillera de los Andes, respectivamente. Esto crea condiciones algo estables, con variaciones según la estación.
“La costa es una franja delgada entre un océano y una cordillera, que acarrea corrientes de agua y viento en contrarreloj”.
El calentamiento solar afecta la humedad, presión e intensidad del viento; en el invierno genera nubes bajas y neblinas que enverdecen las lomas costeras; en el verano, nubes más cargadas de humedad a mayor altura, que chocan con las montañas y producen lluvias intensas en la sierra.
Luego hay las variaciones globales causadas por variables que hasta hoy no se comprenden del todo, como el fenómeno de El Niño, que calienta las aguas marinas alterando las corrientes de agua y viento. La actividad solar y geológica, como erupciones volcánicas submarinas, contribuyen a cambios cíclicos u ocasionales, trayendo lluvias al desierto y sequías a zonas normalmente lluviosas.
También tenemos variaciones locales y microclimas. Estas son condiciones meteorológicas afectadas por diferencias específicas como el agua de un lago adyacente, un cerro o un bosque que pueden bloquear el viento o atrapar humedad. Las grandes ciudades, con su mayor absorción y generación de calor, en muchos casos calientan el aire que las rodea creando islas de calor, afectando la precipitación, el viento y ciertamente la calidad del aire.
Ciencia y arte
Si bien resulta claro cómo describir el clima del momento –la temperatura, cantidad de lluvia, velocidad del viento y la presión atmosférica–, el pronóstico de las condiciones por venir es donde se complica drásticamente la cosa. Con el conocimiento de las condiciones de un lugar y la manera en que las diversas variables lo afectan, se pueden producir proyecciones o modelos climáticos. Sin embargo, cuanto más distantes en el tiempo, las predicciones serán cada vez menos acertadas, dado que hay demasiadas variables.
El pronóstico meteorológico se basa en las mediciones de las diversas variables –temperatura del aire y el agua, velocidad del viento y las corrientes, humedad y presión del aire– en la mayor cantidad de sitios posibles. Estos datos se usan para crear mapas y modelos matemáticos, usando fórmulas para describir cómo pueden interactuar y afectarse mutuamente.
La cantidad de información y la complejidad de los modelos hoy requiere el uso de supercomputadoras, aunque el conocimiento y la experiencia de los meteorólogos es lo que permite interpretar los datos y los resultados. La meteorología es similar a la medicina, en el sentido de que es una mezcla de ciencia y arte con talento individual; en ambas, las etapas a seguir son: observación, análisis de información, diagnóstico y prognosis o modelo climático (ocasionalmente, más de uno, lo que delata la diversidad de posibles resultados).
El clima presente y futuro
En una página próxima trataremos en más detalle el análisis meteorológico, y cómo se vale de una variedad de instrumentos en tierra, mar y aire –veletas, barómetros, termómetros, boyas, globos e incluso satélites.
Por ahora, cabe mencionar, aunque sea brevemente, la creciente importancia de los servicios meteorológicos. Conforme el calentamiento global afecta los determinantes que se consideraban relativamente estables, el conocimiento local, el registro y la interpretación de datos serán cada vez más importantes e inseparable del desarrollo de infraestructura, la producción y la prosperidad económica.