Elmer Huerta

Dos recientes acontecimientos en el mundo de la política peruana dan la oportunidad para hacer una breve revisión de la inmunología básica relacionada a la contra el .

En el primero, el expresidente Martín Vizcarra –quien aseguraba que las inyecciones que le administraron en setiembre del 2020 fueron por su participación en el ensayo clínico de fase 3 de la vacuna Sinopharm– al hacerse un examen serológico frente a las cámaras de televisión. Para eso, se hizo una prueba serológica rápida en el dedo medio de su mano izquierda, y ante el resultado negativo, aseguró que eso era prueba de que no le habían puesto la , sino el placebo.

En el segundo, el congresista Manuel Merino de Lama que –para saber si se vacunaron– los funcionarios del presente y anterior gobierno se realicen un examen de sangre de anticuerpos neutralizantes, y prueben de esa manera que no recibieron ilegalmente las del escándalo.

Hoy veremos cómo ambas maniobras políticas no tienen fundamento científico.

“Al ponerse una vacuna, esta estimula al sistema de defensa a que solo elabore balas contra la proteína S”.



—Inmunología básica—

Recordemos que al entrar en contacto con el , el sistema de defensa desencadena una serie de eventos que se pueden agrupar en dos grandes grupos: inmunidad celular e inmunidad humoral.

La inmunidad celular tiene que ver con la activación de células especializadas llamadas linfocitos que, en sus varios subtipos, no solo identifican al virus, sino que elaboran diversos tipos de moléculas llamadas inmunoglobulinas o anticuerpos. Estas constituyen la inmunidad humoral, de las que por tener que ver con los acontecimientos políticos arriba mencionados nos ocuparemos hoy.

La estructura molecular del SARS-CoV-2 es complicada y tiene varios elementos, de los cuales describiremos los que tienen importancia para esta nota.

En primer lugar, está la región central, en la que se encuentra la molécula de ARN que constituye su genoma y que se examina con las pruebas moleculares RT-PCR. Esa molécula de ARN está forrada, por así decirlo, con una proteína llamada nucleocápside o nucleoproteína, la cual .

En segundo lugar, ese ARN central está protegido por una membrana o cáscara, compuesta de grasas, azúcares y proteínas, siendo estas últimas muy importantes desde el punto de vista inmunológico, porque estimulan el sistema de defensa del organismo.

Una de esas proteínas, la llamada proteína S (del inglés ‘spike’, o ‘espiga’, en español) es la más importante, pues no solo es la estructura que le permite al virus ingresar en el interior de las células para infectarlas, sino que es muy inmunogénica, es decir, estimula fuertemente el sistema de defensa.


—Respuesta inmunológica—

Al ocurrir una infección natural por el, el sistema de defensa produce muchos tipos de anticuerpos, los cuales están dirigidos contra varias partes del virus. Esos anticuerpos son de : los de tipo neutralizante y los no neutralizantes.

Haciendo una analogía, es como si los diferentes tipos de anticuerpos fueran balas de diferente tipo y calibre que el sistema de defensa produce para atacar al virus. Algunas balas son de jebe o perdigones (anticuerpos no neutralizantes), mientras que otras balas son precisas y logran destruir al virus (anticuerpos neutralizantes). Los anticuerpos no neutralizantes están dirigidos contra , mientras que los anticuerpos neutralizantes están dirigidos principalmente contra la proteína S (espiga).


—Respuesta a la enfermedad natural—

En términos inmunológicos, no es lo mismo exponerse al virus completo que a la . Al exponerse al virus completo –o sea, sufrir la enfermedad natural– el sistema de defensa responde formando balas de todos los tipos y calibres, es decir, además de producir anticuerpos neutralizantes contra la proteína S, produce también anticuerpos no neutralizantes.

Al contrario, al ponerse una , la cual –dependiendo de la plataforma tecnológica– estimula al sistema de defensa a que solo elabore balas contra la proteína S, los anticuerpos que produce una persona vacunada solo son de tipo neutralizante contra la proteína S.

“La medición de anticuerpos contra la nucleocáspide no [se hace en el Perú]”.



—Examinando funcionarios—

Con ese conocimiento, supongamos que el plan del señor Merino se ejecuta y que 500 funcionarios se hacen un examen de sangre para buscar anticuerpos neutralizantes contra la proteína S y 100 salen positivos. ¿Es eso prueba de que fueron ?

Por lo dicho, podemos concluir que no, pues es posible que esos 100 funcionarios hayan sufrido la enfermedad natural. Al ser idénticas, una simple medida de anticuerpos neutralizantes, como lo pide el político, no podría distinguir entre los que recibieron vacuna y los que se recuperaron de la enfermedad natural.

Para eso, habría que hacer una segunda prueba en aquellos funcionarios que salieron positivos a los anticuerpos neutralizantes contra la proteína S. Esa prueba, de detección de anticuerpos contra la nucleocápside o nucleoproteína, podría distinguir entre aquellos que recibieron la de los que tuvieron enfermedad natural. En conversación personal, el , del Instituto de Investigación Biomédico de Texas, me confirmó que ese abordaje sería el correcto.

El problema es que, mientras que la prueba de anticuerpos neutralizantes contra la proteína S se hace en el Perú, la medición de anticuerpos contra la nucleocápside no. Además, esta prueba .


—El Caso Vizcarra—

Después de lo explicado, el Caso Vizcarra es más burdo, pues al ser un examen de tecnología barata y muy simple, y no poder medir anticuerpos neutralizantes contra la proteína S, la prueba serológica rápida para saber si una persona se o no.


—Corolario—

Sin duda, estos casos nos muestran cómo nuevamente los políticos peruanos –mal asesorados, mal intencionados o ambos– tratan de confundir a la población usando la ciencia como anzuelo.


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