(Ilustración: Víctor Sanjinez)
(Ilustración: Víctor Sanjinez)
Elmer Huerta

Hace unas semanas ocurrió un hecho –que a pesar de potencialmente impactar en la salud de todos los peruanos– pasó completamente desapercibido. Me atrevo a decir, amable lector, que es posible que usted sea una de esas personas que no se enteraron de lo que ocurrió en el Congreso de la República. El diario “Gestión” recogió la noticia indicando que las advertencias que llevarán las etiquetas de los alimentos podrían ser cambiadas por Fuerza Popular en el Congreso.

La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños y Adolescentes (30021) fue aprobada por el pleno del Congreso y promulgada en mayo del 2013 por el entonces presidente Ollanta Humala. La norma fue la respuesta ante la amenaza que representa la obesidad –especialmente de niños y adolescentes– para el futuro del país y su relación –probada por múltiples estudios en diversos países del mundo– con el consumo de alimentos procesados y bebidas excesivamente azucaradas. La norma proponía crear un sistema de vigilancia de los índices de obesidad de niños y adolescentes, fomentar la actividad física, implementar quioscos saludables en las escuelas, regular la publicidad de productos procesados –especialmente la dirigida a los niños–, y establecer un sistema de advertencia y etiquetado del contenido de grasas saturadas, azúcar, sal y grasas trans.

En la Comisión de Defensa del Consumidor, existen hasta seis proyectos de ley (PL) que pretenden realizar cambios a la ley de alimentación saludable. (Foto: Shutterstock/El Comercio)
En la Comisión de Defensa del Consumidor, existen hasta seis proyectos de ley (PL) que pretenden realizar cambios a la ley de alimentación saludable. (Foto: Shutterstock/El Comercio)

Ante la oposición de la industria, el reglamento de la ley fue demorado por más de cuatro años, hasta que finalmente fue publicado en agosto de este año. En este, se estipulaba que el sistema de advertencia que se iba a adoptar para alertar a los consumidores –especialmente, a los menores– iba a ser un octógono en blanco y negro, como la señal de Stop. Dicha figura llevaría una advertencia impresa sobre el alto nivel en grasa, azúcar o sal, así como de la presencia de grasa trans. El reglamento estipulaba que este sistema debía entrar en vigencia en mayo del 2018.

–La amenaza a la ley–

El asunto es que desde su promulgación, esta norma no fue del agrado de la industria de alimentos procesados y bebidas azucaradas, la cual, al igual que en otros países que intentaron lo mismo, ha tratado de debilitarla con diversas estrategias. Las dos partes de la ley más desagradables para la industria son la de las advertencias en las etiquetas y la regulación de la publicidad. Es en ese contexto que, como lo informa “Gestión”, y ante una iniciativa de ley del congresista de Fuerza Popular Daniel Salaverry, la Comisión de Defensa del Consumidor del Parlamento aprobó un dictamen en el que se pretende eliminar esta advertencia octogonal y reemplazarla por una especie de semáforo de colores verde, naranja y rojo con la llamada guía diaria alimentaria (GDA). Este sistema de alerta ya existe en las etiquetas de diversos productos en el país e indica la cantidad de calorías, azúcares, grasas saturadas, sodio, y el porcentaje de cada nutriente que entrega cada porción de consumo habitual.

Por su componente visual, pareciera que el semáforo fuera una excelente idea, pero en realidad la investigación científica ha revelado que, comparado con el simple octógono en blanco y negro, es mucho menos efectivo –especialmente en niños– en ayudar a escoger un producto saludable. Según algunos miembros de la Comisión de Defensa del Consumidor, los octógonos causan miedo y por eso desean cambiarlo.

Un estudio del 2009, hecho para el Ministerio de Salud de Chile, comparó cuatro tipos de advertencias: un rectángulo negro o rojo que decía alto en la sustancia en letras blancas, un GDA en fondo gris y un GDA con colores de semáforo, como el que fue aprobado la semana pasada.

Los resultados indicaron que los mensajes GDA, tanto en fondo gris como en colores de semáforo, fueron confusos para niños y adultos. El mejor sistema fue el rectángulo negro con letras blancas.

Otro estudio, publicado en “Appetite” en abril del 2017, evalúa el impacto de la elección de una golosina y un jugo azucarado que mostraban el semáforo nutricional o el octógono. El estudio se hizo en 443 niños de tercer y cuarto año de primaria en Montevideo (Uruguay). El resultado fue muy claro, el sistema más efectivo en decidir qué producto elegir fue el octógono en blanco y negro.

Otro estudio uruguayo, publicado en “Public Health Nutrition”, en junio del 2017, comparó también el GDA unido al sistema de semáforo de colores con el octógono en blanco y negro. Nuevamente, en 387 usuarios estudiados, este último fue superior.

–Corolario–

Si los estudios científicos demuestran entonces que los octógonos en blanco y negro son mejores que los semáforos en advertir a niños y adolescentes que el alimento que van a comprar puede ser nocivo para su salud, ¿por qué se pretende cambiarlo?

La historia demuestra que una industria afectada por una ley de salud pública tratará a toda costa de entorpecer su implementación. La industria del tabaco lo hizo por décadas hasta que por fin aceptó ser regulada.

No hay duda de que el argumento de algunos congresistas peruanos de cambiar el sistema de advertencia de etiquetado de alimentos procesados puesto que causa miedo debe ser interpretado como el temor de la industria a tener consumidores bien informados, especialmente niños y adolescentes.

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