Largas colas y aglomeración en uno de los centros de vacunación en Lima. (Foto: Violeta Ayasta / @photo.gec)
Largas colas y aglomeración en uno de los centros de vacunación en Lima. (Foto: Violeta Ayasta / @photo.gec)
Agencia Europa Press

Investigadores de la Universidad de Nueva York y del Politécnico de Turín (Italia) han desarrollado un modelo de red para estudiar los efectos del uso de mascarillas y el distanciamiento físico en la propagación de enfermedades transmitidas por el aire como el COVID-19. El modelo muestra que los brotes virales pueden evitarse si al menos el 60% de una población cumple ambas medidas, según publican en la

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“Es probable que ni el distanciamiento social ni el uso de la máscara por sí solos sean suficientes para detener la propagación del COVID-19, a menos que casi toda la población se adhiera a la única medida -explica el autor Maurizio Porfiri-. Pero si una fracción significativa de la población se adhiere a ambas medidas, se puede evitar la propagación del virus sin necesidad de una vacunación masiva”.

Un modelo de red comprende nodos, o puntos de datos, y aristas, o enlaces entre nodos. Estos modelos se utilizan en aplicaciones que van desde el marketing hasta el seguimiento de la migración de las aves. En el modelo de los investigadores, basado en un marco de susceptibilidad, exposición, infección o eliminación (recuperación o muerte), cada nodo representa el estado de salud de una persona. Las aristas representan los contactos potenciales entre pares de individuos.

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El modelo tiene en cuenta la variabilidad de la actividad, lo que significa que unos pocos nodos muy activos son responsables de gran parte de los contactos de la red. Esto refleja la suposición validada de que la mayoría de las personas tienen pocas interacciones y solo unas pocas interactúan con muchas otras. También se probaron escenarios de distanciamiento social sin uso de máscara y viceversa, estableciendo las medidas como variables separadas.

El modelo se basó en los datos de movilidad de los teléfonos móviles y las encuestas de Facebook obtenidas por el Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington. Los datos mostraron que las personas que usan máscaras son también las que tienden a reducir su movilidad. Partiendo de esta premisa, los nodos se dividieron en individuos que llevan máscaras con regularidad y se distancian socialmente y aquellos cuyo comportamiento no cambia en gran medida por una epidemia o pandemia.

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Utilizando datos recogidos por ‘The New York Times’ para medir la eficacia del modelo, los investigadores analizaron los casos acumulados per cápita en los 50 estados y el Distrito de Columbia entre el 14 de julio de 2020, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomendaron oficialmente el uso de mascarillas, hasta el 10 de diciembre.

Además de mostrar los efectos de la combinación del uso de mascarillas y el distanciamiento social, el modelo muestra la necesidad crítica de una adhesión generalizada a las medidas de salud pública.

“Los estados de Estados Unidos que sufrieron el mayor número de infecciones el pasado otoño fueron también aquellos en los que la gente cumplió menos con las directrices de salud pública, quedando así muy por encima del umbral epidémico predicho por nuestro modelo”, recuerda Porfiri.

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