(Foto: AP)
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Diego Suárez Bosleman


La Amazonía no es el verdadero pulmón de la Tierra. El 60% del oxígeno que respiramos proviene de los . Y, aunque suene paradójico, estos se están ahogando.

Infografía: Raúl Rodríguez / El Comercio
Infografía: Raúl Rodríguez / El Comercio


En los últimos 50 años, las zonas marinas sin oxígeno se han cuadriplicado en todo el mundo. Lo preocupante es que a medida que este fenómeno se expande, los comienzan a perder su capacidad para sostener la vida que albergan. 


Esta es una de las conclusiones principales a las que llegó un equipo internacional de científicos, entre los que destacan dos peruanos: los investigadores Dimitri Gutiérrez e Ivonne Montes.


–LOS AGENTES REDUCTORES–
De acuerdo con este trabajo publicado en la revista “Science”, la pérdida de oxígeno se puede observar tanto en el mar abierto como en las zonas costeras. Sin embargo, el culpable varía dependiendo de cada área.


“En el mar abierto la causa principal de la disminución del oxígeno es el cambio climático”, dice a El Comercio Dimitri Gutiérrez, director de Investigaciones Oceanográficas y Cambio Climático del Instituto del Mar del Perú (Imarpe).


Al aumentar la temperatura del en las capas superficiales –donde habita gran parte de la fauna y flora marina y ocurre el proceso de fotosíntesis– se crea una especie de tapa que impide a medias o completamente el ingreso del oxígeno a las capas más profundas, en donde escasea este elemento y no llega la luz, explica el especialista.


Pero este problema no queda ahí. El calentamiento –aunque sea de 0,01 grado– reduce la solubilidad del oxígeno. Esto quiere decir que pierde su capacidad para mantenerse en el agua; por lo tanto, va a escaparse rápidamente.


La situación cambia en las zonas costeras. Según Ivonne Montes, investigadora científica del Instituto Geofísico del Perú (IGP), en estas áreas el enemigo es la “descarga de desechos orgánicos, relacionados especialmente a la agricultura y ganadería”.


Al llegar a las capas superficiales del mar, estos desechos, como el fertilizante, liberan nutrientes, que son utilizados por las plantas marinas en la fotosíntesis. Como resultado, se tiene una sobreproducción fotosintética de oxígeno. 


¿Esto no debería ser positivo? La experta del IGP explica que no es así, pues “al aumentar la fotosíntesis se genera a la vez una gran lluvia de material orgánico que va cayendo a las capas más profundas del , que –como mencionamos anteriormente– no poseen mucho oxígeno”. Los microbios que allí habitan emplean este gas para degradar ese material; por lo tanto, estos utilizarán más oxígeno de lo disponible para alimentarse, lo que agotará por completo las reservas de oxígeno de las capas bajas.


–UN MUNDO EN DECLIVE–
¿Qué consecuencias puede traer todo este fenómeno? Según alerta Gutiérrez, al expandirse las zonas hipóxicas (con niveles bajos de oxígeno) y anóxicas (sin oxígeno), los peces ven reducido su hábitat.
“Los peces necesitan del oxígeno para respirar. Una reducción, aunque sea marginal, de oxígeno implica una disminución significativa de su área de desplazamiento, ya sea vertical u horizontalmente. Por lo tanto, son potencialmente más vulnerables a ataques de depredadores”.


Para Montes, esto también involucra un cambio en la fisiología de las especies marinas, las cuales están acostumbradas a un nivel específico de oxígeno. Es decir, si la fauna o la flora no se adaptan a estas condiciones, pueden morir o enfermarse, lo que podría traer con el tiempo graves consecuencias para la industria pesquera. 


ALERTA MARINA
Las áreas costeras que reportan condiciones deficientes de oxígeno aumentaron más de 10 veces su tamaño desde 1950.
La bahía El Ferrol (Chimbote), la del Callao y la de Pisco-Paracas (Ica) presentan hipoxia de forma esporádica. Esto se debe a la contaminación.
Al no tener oxígeno para degradar material orgánico, los microbios que habitan en las capas profundas de los océanos utilizan nitrato, que a su vez genera como subproducto óxido nitroso, un gas de efecto invernadero.

Las cifras

0,9 grados aumentó aproximadamente la temperatura de los océanos en los últimos 100 años, señala Dimitri Gutiérrez.

22 científicos fueron los coautores de esta investigación científica oceanográfica.


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