La historia de las estrellas atrapa a miles de personas alrededor del mundo quienes desean conocer siempre nueva información sobre ellas. (Foto: Twitter @csa_asc)
La historia de las estrellas atrapa a miles de personas alrededor del mundo quienes desean conocer siempre nueva información sobre ellas. (Foto: Twitter @csa_asc)
Redacción EC

El magnetismo de la astrónoma chilena María Teresa Ruiz (1946) no deja lugar a dudas: está hecha de polvo de estrellas. Pero ella insiste en recordar que todos somos hijos de las estrellas y que solo unidos podremos sobrevivir como especie. Sus logros científicos le han valido numerosas distinciones en un mundo de "puros hombres”, como ella misma define. Fue la primera mujer que estudió astronomía en la y que recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas.

Es presidenta de la Academia Chilena de Ciencias y está dedicada a la divulgación, entre otras cosas, a través de sus libros. Además, saca tiempo para luchar por los derechos de la mujer a través de la organización Comunidad Mujer, y para emocionarse cuando su nieto le pregunta por videollamada si hay árboles en Francia.

En ese país es precisamente donde DW charló con ella. María Teresa Ruiz conquistó con su discurso a los asistentes en la octava edición del Euroscience Open Forum (ESOF), uno de los mayores encuentros globales sobre ciencia e innovación.

Deutsche Welle: Es cierto que a todos nos fascina el cielo, pero con tantos problemas en la Tierra, ¿por qué interesarse por las estrellas?

María Teresa Ruiz: La humanidad siempre se ha ocupado del universo. Muchos de los avances han sido posibles por hacerse estas preguntas "inútiles”, guiadas solamente por la curiosidad. Aunque en absoluto sea la motivación de la astronomía, los nuevos descubrimientos de la astronomía casi siempre tienen una aplicación práctica. El sistema wifi, la resonancia magnética o la energía nuclear son algunos ejemplos. Incluso el viaje a la Luna ha aportado más beneficios económicos que lo que costó, gracias a los avances que fueron necesarios, para conseguirlo. Ahora la próxima frontera será poner al hombre en y para superar ese desafío, hace falta avances que pueden ser de mucha importancia para nuestra vida diaria. Así que hay que seguir empujando la frontera del conocimiento.

En su libro "Hijos de las estrellas” subraya que todos provenimos precisamente de las estrellas. ¿Qué quiere decir exactamente?

Mediante reacciones nucleares, las pequeñas estrellas, como el Sol, fabrican carbono, nitrógeno y oxigeno. Otras estrellas un poco más grandes fabrican elementos más pesados, como el uranio. Al explotar las estrellas, ese material se mezcla en el universo con el hidrógeno y el helio. Esa es la materia prima para la vida y está en todas partes. Eso da qué pensar, ¿habrá vida en otros lados? Me costaría mucho pensar que estamos solos en el universo con más de 100 mil millones de estrellas en nuestra galaxia y con más de 100 mil millones de galaxias en el universo. El gran problema es que no podemos superar la velocidad de la luz y por eso no podemos comunicarnos ni viajar. Ir a la estrella más cercana ahora mismo nos costaría unos 40 mil años.

La historia de las estrellas nos permite saber que tenemos un origen común. Es una invitación a maravillarse con la vida y a alcanzar un nivel de conciencia en que uno se siente parte de la humanidad. Yo soy irremediablemente optimista y creo que somos capaces de cosas maravillosas si trabajamos en comunidad.

Hablando de trabajar juntos, ¿cómo ha vivido usted la evolución de la mujer en el ámbito de la ciencia?

La evolución ha sido positiva, pero aún queda por hacer. Yo tenía una abuela escocesa que era muy liberal y siempre me decía: "Oye, ser mujer no es una buena excusa para no conseguir tus sueños”. Por eso no me pareció nada especial postular a una carrera de hombres, simplemente me gustaba. Antes, cuando me preguntaban si me habían discriminado o acosado, yo decía que no. Ahora, con todo este movimiento feminista, empiezo a acordarme de situaciones complejas que me tocó vivir, incluso ya de vieja. No soy quisquillosa con que la gente se toque y se abrace, pero me tocó vivir momentos con personajes importantes que iban un poquito más allá. Cuando se lo comentaba a mis colegas científicos, me decían que ese tipo era una bellísima persona y que ayudaba mucho en la ciencia. Como diciendo, "no me lo toquen, no me vengan con cosas”. Y yo lo dejé pasar.

Yo no quisiera que las jóvenes de hoy pasaran por eso. Hay mujeres que quedan muy dolidas y desisten de su proyecto de vida. Eso me parece tremendamente injusto y una pena del punto de vista de la humanidad porque estamos perdiendo la mitad de los talentos del mundo. Ahora hay muchas chicas estudiando astronomía y me encanta que las jóvenes se puedan plantear una carrera en ciencia como un proyecto de vida.

Usted se mueve mucho en el ámbito internacional. ¿En qué situación está la ciencia en Chile en comparación con otros países?

Comparado con Europa, estamos bastante mal; incluso dentro del vecindario latinoamericano. Chile gasta el 0,35 por ciento de su PIB en ciencia, comparado con los países de la OCDE, que en promedio gastan 2 por ciento – en 2016, Chile gastó 0,37 por ciento del PIB en Investigación, Desarrollo e Innovación; el promedio de la OCDE era de 2,38 por ciento –. Argentina gasta como el 1 por ciento y Brasil incluso un poco más – en 2017, Argentina invirtió 0,6 por ciento de su PIB; Brasil 1,2 por ciento de su PIB –. Nosotros soñamos con algún día llegar al 1 por ciento. Todos los gobiernos se lo han propuesto, pero ninguno lo ha logrado. A no ser que crean que los científicos chilenos somos cuatro veces más inteligentes que el resto y que podemos hacer ciencia al mismo nivel con muy poco apoyo, necesitamos realmente apoyos económicos y de gobierno hacia la ciencia. Si tienes una ciencia medio moribunda, es difícil esperar nada espectacular.

¿Qué hace falta para mejorar esa precariedad?

Apoyo económico y una institucionalidad más fuerte. En estos momentos estamos en la aprobación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Por lo menos nos va a dar un sitio en la mesa donde se discuten las prioridades a nivel país. Antes éramos un ítem muy pequeño del Ministerio de Educación, que tiene unas prioridades monstruosas; la ciencia era una cosa de la que nadie se preocupaba. Ahora, por lo menos, vamos a tener ese balcón desde donde expresarnos.

Entrevista:  - Deutsche Welle

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