(Foto: Pixabay)
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Redacción EC

El estilo de vida actual tiende a cargarnos de problemas en el trabajo, los estudios y la familia. El inconveniente es que pasar demasiado tiempo planeando, solucionando problemas, soñando despierto, pensando de manera negativa o teniendo pensamientos al azar puede ser agotador y causar estrés, ansiedad e incluso depresión.

Sin embargo, existe una técnica que permite descargarnos de tantas preocupaciones y puede ayudarnos a tener una vida más relajada: los ejercicios de conciencia plena.

(Foto: geralt en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
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--- ¿Qué es la conciencia plena? ---

Según los especialistas de la Clínica Mayo de EE.UU., la conciencia plena es el acto de estar intensamente consciente de lo que estamos notando y sintiendo en cada momento, pero sin interpretarlo ni juzgarlo.

Por lo tanto, realizar ejercicios de conciencia plena pueden ayudar a alejar la atención de las preocupaciones y pensamientos y a involucrarnos con nuestro entorno.

--- Beneficios de los ejercicios de conciencia plena ---

Practicar ejercicios de conciencia plena puede tener muchos beneficios, incluyendo:

A continuación, te dejamos algunos ejercicios:

Poner atención. La próxima ocasión en que te encuentres con alguien, escucha atentamente sus palabras. Piensa sobre su significado y singularidad. Busca desarrollar un hábito de entender a los demás, retrasando tus propios juicios y críticas.

Haz que lo familiar sea nuevo otra vez. Considera unos cuantos objetos pequeños y familiares — como un cepillo de dientes, una manzana o un teléfono celular — en tu casa u oficina. Mira los objetos desde un nuevo punto de vista. Identifica un detalle nuevo en cada objeto que no hayas visto antes. Conforme estás más consciente de tu mundo, puedes volverte a encariñar con las cosas a tu alrededor.

Enfócate en la respiración. Siéntate en un lugar tranquilo con tu espalda derecha, pero relajada. Siente el aire que entra y sale de tu cuerpo. Permite que tu conciencia de todo lo demás se desvanezca. Pon atención a la nariz mientras el aire entra y sale. Observa la manera como tu abdomen se expande y se contrae con cada respiración.

Cuando te distraigas, vuelve a dirigir tu atención hacia tu respiración. No te juzgues. Recuerda que no estás tratando de convertirte en algo — como un buen meditador-. Sencillamente te estás concientizando de lo que ocurre en tu interior, respiración por respiración.

Despierta tus sentidos. Toma un uva. Siéntate en un lugar tranquilo con tu espalda derecha, pero relajada. Mira la fruta, tócala y anticipa comértela. Pruébala y mastícala lenta y deliberadamente. Nota cómo cambia el sabor de la uva, tu impulso para tragártela, tu respuesta a ese impulso y cualquier pensamiento o emoción que surja durante el ejercicio. Poner mucha atención a tus sentidos y a la reacción de tu cuerpo ante la uva podría ser una revelación respecto a tu relación con comer y la comida.

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