Ilustración para Tomás Unger. (Por: Raúl Rodríguez / El Comercio)
Ilustración para Tomás Unger. (Por: Raúl Rodríguez / El Comercio)
Tomás Unger Golsztyn

Durante la última década, las Naciones Unidas propiciaron la formación de un grupo internacional científico para evaluar la extinción de especies. Con el nombre de Ipbes, el grupo presentó la semana pasada un documento de 1.800 páginas. Afortunadamente, hay un “resumen ejecutivo” de 40 páginas que contiene lo que es una evidencia acusadora de la forma como estamos destruyendo el planeta.

El informe da cifras que, sin duda, serán discutidas en cuanto a su exactitud. Sin embargo, su orden de magnitud es indiscutible y evidencia la insostenibilidad de la cultura de consumo que hemos creado y que en este siglo está alcanzando niveles insospechados.

—LA POBLACIÓN—
Dependiendo de la edad del lector, el año 1970 puede parecer lejano, pero son menos de 50 años, durante los cuales la población humana se ha duplicado a 7.300 millones. Si ha tomado más de 300 mil años el alcanzar mil millones y más de 100 años en duplicarlos, vemos que el crecimiento poblacional es exponencial.

Lo que interesa aquí es el impacto que tiene la población sobre la vida del planeta, su flora y fauna. De los más de 7.300 millones de habitantes, solo un pequeño porcentaje tiene el poder adquisitivo para consumir la variedad de productos, pero el resto aspira a tenerlo. No conocemos la relación de población-poder adquisitivo, pero veamos qué efecto ha tenido el consumismo sobre el planeta. 

—PÉRDIDA DE VARIEDAD—
Las cifras del Ipbes son ilustrativas, según el informe en el 2016 se perdieron seis millones de hectáreas de bosques (100 hectáreas son 1 km2). A esto contribuyeron los incendios forestales causados por el cambio climático, y en el 2018, sin incendios, se perdieron 3,6 millones de hectáreas. 

Otro dato interesante es el porcentaje de especies de flora y fauna en peligro de extinción. Según el informe, se han evaluado 100 mil especies. De plantas, se mencionan las coníferas (pinos), de las que un 34% está en peligro de extinción. De los animales, los anfibios tienen el mayor número de especies en peligro de extinción, con 40%. Los corales 33%, los escualos (tiburones y rayas) 31% y los crustáceos (cangrejos, camarones etc.) 27%.

De los mamíferos y aves, el 25% y el 14% de especies respectivamente están en peligro de extinción. Pero si contamos la variedad de especies que tienen los mamíferos, que incluyen ratas y otros que preferimos no ver, además de muchos que ni nos hemos enterado de que existen, los que están en peligro son los más simbólicos de la fauna africana y asiática. Los tigres, leones, chitas, gorilas, orangutanes, etc. Ya en algunos casos los números en cautiverio superan a los silvestres.

—EL CONSUMO—
El proceso por el cual hemos llegado a esta situación, agravada por el cambio climático, es aparentemente el ilimitado afán de consumo. Mientras estemos dispuestos a gastar miles de millones en cosméticos y mientras cada vez más gente pueda, y quiera, comer carne, las selvas desaparecerán para dar sitio a las palmas aceiteras y a los pastizales.

La aparentemente insaciable industria de la ropa gasta miles de millones en hacer obsoletas las prendas perfectamente utilizables del año anterior. Además de consumir cantidades cada vez mayores de fibra vegetal, utiliza plásticos virtualmente indestructibles. El reciclaje ayuda, pero no acaba con el problema. El consumismo crea un superávit de artículos y materiales obsoletos inutilizables y costosos de destruir o reciclar. En otras palabras, basura.

Sería largo describir los procesos industriales que producen desechos contaminantes, basta dar unos ejemplos. Los relaves de la minería y los residuos de la industria agroquímica son dos ejemplos de contaminantes del agua. Cuando no van a dar a los ríos directamente, se filtran a la napa freática. 

El agua dulce es un recurso limitado, la mayoría de la cual está congelada en la Antártida y generalmente abunda donde no es requerida. La administración y cuidado del agua potable es una necesidad, cada vez más costosa y difícil en la medida en que crece la demanda del consumo por parte de la industria.

—EXTINCIONES—
El informe de Ipbes pronostica una extinción acelerada irreversible de especies. Según el informe, para fines del siglo XXI la mitad de todas las especies de mamíferos y aves de África habrá desaparecido. También desaparecerán antes de que acabe el siglo XXI más del 40% de los animales terrestres y plantas de Europa y Asia Central. 

El informe menciona el cambio climático como un factor que contribuye a la pérdida de la biodiversidad, pero pone como primera causa la presión demográfica. En realidad, el cambio climático es también una consecuencia directa de la presión demográfica y la actividad humana directamente relacionada al consumo. El colapso de la pesca en ciertas zonas es consecuencia directa del constante aumento del consumo. La creciente población que no puede pagar el costo de la carne obtiene sus proteínas del mar. 

Una causa de la extinción de la fauna más amenazada es la demanda de animales exóticos, pieles, marfil, etc., por los consumidores de alto poder adquisitivo. Mientras haya señoras dispuestas a gastar 5.000 dólares por una cartera de piel, y chinos dispuestos a trabajar 12 horas al día para hacerla, el proceso no acabará. Lo que se acabará es la fuente de suministro. 

Las entidades científicas ya aceptaron el nombre Antropoceno (‘antropos’=hombre) para nuestra época. Esta comienza oficialmente con la primera explosión nuclear a mitad del siglo pasado. Desde entonces, la explosión demográfica y sus consecuencias han sido evidentes. 

El hombre ha logrado modificar la geografía, cambiar el curso de los ríos, conectar océanos y alterar la composición de la atmósfera. El cambio climático es el que más atención ha recibido, aunque es solo una de las consecuencias del consumo irracional. El frenar el calentamiento global, y con ello detener el cambio climático, llevará inevitablemente a enfrentar el consumismo y tratar de cambiar el sistema económico que sostiene la sociedad actual. Yo no la veré, pero esta confrontación es inevitable.

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