Tomás Unger Golsztyn

Todo el que tiene o ha tenido un sabe que un año canino no equivale a los 7 años humanos que la tradición dicta. Esa relación no funciona, sobre todo en la extrema juventud y vejez. Un perro alcanza la madurez sexual a los 6 meses, que supuestamente equivaldrían a 3,5 años humanos. Durante el primer año, los perros alcanzan el desarrollo equivalente al de un joven adulto. El crecimiento, la maduración y el envejecimiento, tanto en estos animales como en las personas, no es lineal.

Los primeros 7 años de vida de un ser humano tienen un desarrollo que no se vuelve a dar en ningún otro período de su vida. Por ejemplo, entre los 21 y 27 años hay cambios, pero son mínimos comparados a los que se dan en la infancia. Este es un fenómeno que compartimos todos los mamíferos. La parte más complicada es conocer esa curva de desarrollo, tan empinada durante los primeros y últimos años de vida.

EL CALENDARIO EPIGENÉTICO

Para comparar la edad de los animales, la edad cronológica sirve de poco. Decir que un animal tiene 8 años no nos dice mucho si no sabemos cuál es la vida promedio y la longevidad de su especie. Las definiciones biológicas resultan mucho más útiles. A las 6 semanas de nacido, un hámster no da indicios visibles pero ya ha alcanzado la capacidad de reproducirse. Cronológicamente, puede parecernos un bebe, pero biológicamente es un adulto maduro.

Una manera efectiva de medir la edad biológica es por el llamado calendario epigenético. Recientes trabajos de investigación del envejecimiento han dado nueva información que vincula la edad a la acumulación de cambios en los cromosomas de los mamíferos a lo largo del tiempo.

Las modificaciones químicas al ADN determinan la edad biológica, no solo de los seres humanos sino de todos los mamíferos. El Dr. Trey Ideker, de la Universidad de California en San Diego, ha estudiado el envejecimiento a nivel celular de los . Medido así, los cachorros caninos en su primer año de vida acumulan el equivalente de 31 años humanos. Esta acumulación se mide con la llamada metilación, que es la adición del grupo metilo (CH3) en un proceso de producción de proteínas del ácido ribonucleico (ARN).

OTROS FACTORES

Eso no quiere decir que factores externos dejen de alterar el proceso de envejecimiento, tanto en los como en los humanos. Una persona que fuma, toma y come comida chatarra puede anticipar que su edad biológica a los 40 le haga parecer de 50 o más. El impacto del estilo de vida se refleja en los cambios celulares. Lo mismo es aplicable a todos los mamíferos.

Hay también otros determinantes biológicos, que dependen, entre otras cosas, de las proteínas que producen los genes. Estos afectan cosas como la salud mental y las preferencias en cuanto al tipo de vida, que a su vez impactan en el envejecimiento y la expectativa de vida.

En términos generales, el grado de metilación genética varía mucho con la edad; en la etapa inicial de la vida los cambios suceden muy rápido, y luego el ritmo de cambio baja. Hay una época en la cual estas modificaciones son mucho menores, hasta lo que es normalmente el principio del envejecimiento.

RAZA Y TAMAÑO

En los existe también una diferencia de duración de vida entre las razas. En principio, los perros chicos viven más que los grandes. Con los años aumenta el llamado índice de fragilidad; aquí entran en juego los factores genéticos, como el deterioro de la salud mental. Pero los estudios parecen indicar que todos los perros alcanzan pronto la llamada edad media, que en ellos dura más que en los humanos, en relación con la edad total.

LA CURVA DEL ENVEJECIMIENTO

Aun los que nunca han tenido han notado que el paso de la vida varía su velocidad. Cuando chicos, el tiempo pasa muy lento. Se hace menos largo cuando uno es adulto y luego comienza a pasar cada vez más rápido. Graficada, nuestra sensación del paso del tiempo no es una línea recta sino una curva. Al principio, muy empinada: demora mucho y avanza poco. Luego se inclina y comienza a avanzar más en menos tiempo. Al final es casi plana, no demora nada y los años corren a toda velocidad porque ya se acaba.

Parece que la curva de envejecimiento es válida para todas las razas, con la diferencia de que algunas duran más que otras. Por ejemplo, un shih tzu tiende a vivir más que un gran danés. Por lo demás, la equivalencia es igual: alcanzan la madurez y decaen al mismo ritmo; lo que varía es la duración de la vida madura. Para calcular la edad biológica de un perro mayor de un año, debemos multiplicar el logaritmo natural de su edad por 16 (el logaritmo natural usa el símbolo In) y sumarle 31 años. La fórmula es: 16In (edad)+31. Así vemos cuán rápido un perro llega biológicamente a la adultez, y cómo su curva de envejecimiento progresa. Por ejemplo, un perro de 4 años vendría a ser un humano de 53,2 años; a los 6 años y medio, llega a los 60 años humanos, y a los 12, vendría a tener más de 70.

LA DIFERENCIA

Es interesante mencionar cómo los mantienen durante toda su vida el instinto de conservación. A menos que hayan sufrido hambre de chicos, nunca comen de más. Cuando se cansan paran, a menos que el hombre lo exija (galgos que compiten, huskys que jalan trineos). Si comparamos cómo los humanos cuidamos la salud, es sorprendente nuestra expectativa de vida.

A muchos les sorprende la rapidez con la cual los perros adquieren rutinas y apego a sus amos. No olvidemos que en un año, en tiempo canino, pasan de la primera infancia hasta la madurez –toda una vida– a nuestro lado, generalmente tratados con cariño.