Tomás Unger Golsztyn

Durante las últimas semanas hemos visto la enorme cantidad de energía que recibimos del Sol y cómo la aprovechamos a través de la biosíntesis. Normalmente, gran parte de la energía solar que no es utilizada se refleja y es despedida al espacio. Con la revolución industrial del siglo XVIII, comenzamos a generar energía por combustión, y lanzamos a la atmósfera miles de toneladas de CO2 y metano. Estos gases bloquean la radiación térmica de la Tierra al espacio y atrapan el calor dentro de nuestra atmósfera, causando el efecto invernadero.