(Foto: Difusión)
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Redacción EC

acogerá desde hoy el , un museo itinerante que enfoca las más grandes tendencias del siglo XXI, en el que el visitante puede ver sus propias entrañas, descubrir qué parte del cerebro se activa cuando usa sus sentidos y con el que se busca que mentes jóvenes se enamoren de la ciencia.

Ver, oler, tocar, escuchar o saborear, algo tan natural en el ser humano toma otra dimensión en el túnel cuando al apretar botones con el nombre de cada sentido se encienden luces en siluetas de cabezas que indican qué parte del cerebro se activa al utilizarlos.

Y si hay quien quiere "verse por dentro", basta con pararse frente a un "espejo mágico", levantar los brazos y ver cómo se proyectan en una pantalla, en tres dimensiones, sus intestinos, corazón o pulmones en uno de los aparatos interactivos más atractivos de una exposición que estará abierta hasta el 21 de agosto.

Pasillos a media luz, paneles iluminados con estridentes colores, videos y fotografías decoran los caminos del Túnel de la Ciencia, una muestra interactiva creada por el Instituto alemán Max Planck que pasea a los visitantes por el universo, la nanotecnología, la sostenibilidad y la inteligencia artificial.

A lo anterior se suma un recorrido por el complejo mundo de la salud, la energía, los valores en la sociedad y el funcionamiento del cerebro. Aunque gran parte del túnel desarrolla los conceptos a través de textos y fotografías –más afines a público adulto–, también hay equipos interactivos que cautivarán a los más pequeños.

Estos podrán, por ejemplo, hacerle muecas a una cámara, sonreírle o ponerle su cara más triste o su más temible expresión de malhumor, y la máquina les dirá su estado de ánimo con base en porcentajes que aparecen en barras rojas en una pantalla.

También está la pantalla que proyecta la imagen infrarroja de quien se ponga enfrente o los relatos de expertos sobre los avances de la ciencia en los distintos andares del túnel, con lo que buscan que los temas que reinan en mentes elevadas aterricen en lo que se conoce como el "común de los mortales".

La apertura del túnel ha llamado ya la atención de pequeños como Fernando, de 8 años, que nada más enterarse de su apertura reaccionó con un: "Yo me apunto a la parte de los planetas".

Y es que eso es precisamente lo que buscan los creadores del túnel, que los más pequeños no repelan a la ciencia y se enganchen de ella, primero de una forma lúdica para que luego, con el tiempo, se conviertan ellos mismos en los científicos del futuro.

"Normalmente cuando pensamos en física, biología, química, pensamos en los deberes del domingo por la noche que ya no quieres hacer, pero eso no debe ser así", dijo a la agencia Efe la coordinadora del proyecto, Caridad Pérez, al agregar que la ciencia, que para ella "también es arte", debe llegar "como algo cotidiano", no impuesto.

El paseo por el túnel comienza con explicaciones sobre el cosmos, los planetas, la materia oscura y otros secretos del universo que no están del todo actualizados en el currículum escolar, y termina con asuntos relacionados con la globalización.

El viaje de este proyecto comenzó en 2000 en Alemania con el objetivo de conectar a la sociedades para "reflexionar sobre el desarrollo sostenible del mundo y sobre la transmisión de conocimientos", dijo Pérez al indicar que Ecuador aportará una agenda académica paralela.

En ese contexto se presentará un foro de nanotecnología junto a proyectos de inteligencia artificial y robots, entre otros, para informar sobre lo que se hace en el país andino en materia científica.

Para Carlos Castillo-Chávez el director de la Universidad ecuatoriana Yachay Tech, que apadrina el proyecto, el museo itinerante es un "túnel activo" para que, sobre todo la juventud, experimente los avances de la tecnología, desde medicina personalizada hasta entender el cambio climático y los avances de la robótica, entre otros.

La exposición, que ha viajado por cuatro continentes y que ha aterrizado sobre 1.200 metros cuadrados en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, recuerda a Aristóteles con la frase: "El todo es más que la suma de las partes", y anota que "cuánto más conocemos el mundo que nos rodea, más preguntas sin resolver nos planteamos".

Fuente: EFE

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