(Foto: AFP)
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Redacción EC

Recientemente ha causado gran impacto una registrada en Argentina en la que se muestra cómo un niño de 12 años era impactado por un , logrando sobrevivir al inesperado incidente. Las imágenes han dado la vuelta al mundo por medio de .

No son pocos a quienes esta historia ha llevado a preguntarse sobre qué tan grandes son las posibilidades de que un rayo alcance a los seres humanos y cuál es el contexto necesario para que esto suceda.

Factores y estadísticas

El cálculo de probabilidades de ser impactado por un rayo es variable y hay quienes consideran que estas pueden ser de una en dos millones. No obstante, expertos como el estadístico británico sitúan las chances de sufrir estos accidentes en una entre 300 mil.

Por lo general no se reportan casos de este tipo en las ciudades, debido a la presencia de estructuras altas, siendo la mayoría de estos registrados en áreas abiertas o rurales. Casi siempre, las víctimas se encontraban en la intemperie.

A nivel mundial se estima que aproximadamente 24 mil personas mueren a causa de los rayos cada año. Es pertinente aclarar que esta cantidad es grande porque engloba incidentes como incendios, pero las muertes por impactos directos siguen siendo bastante bajas.

Otras formas de ser afectado por un rayo son usando una línea telefónica con línea a tierra o siendo mojados por el agua de las cañerías durante una tormenta eléctrica.

El país con más casos reportados es Estados Unidos, que ha registrado 648 muertos entre 1995 y 2008. Por su parte, en terrritorios como el Reino Unido, unas 30 personas sobreviven anualmente tras ser golpeadas directamente por este poderoso fenómeno natural.

El caso del niño argentino

Teniendo en cuenta el contexto citado líneas arriba, el hecho de que Lautaro –el niño argentino protagonista de la historia– saliera a su jardín durante una tormenta eléctrica es la primera causa del accidente.

Otro elemento que pudo haber tenido importancia es que, en el video de YouTube, el menor aparecía sosteniendo una sombrilla.

Si bien los rayos pueden caer en cualquier lugar, el usar este artefacto aumenta las probabilidades de ser afectado por una sencilla razón: mientras más alto se esté, es más fácil recibir una de estas descargas.

Consejos para no ser afectado

Si bien, una tormenta eléctrica puede sorprender a cualquier, hay medidas puntuales que pueden ayudar a evitar ser afectado por este fenómeno.

Lo primero es buscar un refugio en cuanto se escuchen los truenos o se vea que los rayos empiezan a caer un edificio o el interior de un automóvil son alternativas rápidas.

En segundo lugar, es importante prescindir de ciertos servicios en casa cuando cae una gran cantidad de rayos. Como se mencionaba antes, los rayos pueden afectar a quienes usen un teléfono con línea a tierra o decidan tomar una ducha durante las tormentas.

Es importante mantenerse alejado del agua, por ser conductora de la electricidad, y de los árboles, que con su altura tienen una mayor probabilidad de ser impactados por un rayo.

Finalmente, es importante permanecer en el interior del refugio al menos durante media hora después de haber presenciado el último descenso de las descargas eléctricas, a fin de no ser una víctima de último momento en caso caigan algunos rayos finales.

Los hombres, el grueso de víctimas

El estadounidense estima que entre 1987 y 2016 se han producido un promedio de 47 muertes anuales por impactos de rayos. Si bien en dicho país se han reducido en gran medida los decesos por esta causa en los últimos años, hay un detalle particularmente llamativo: más del 80% de las víctimas son hombres.

La Real Sociedad para la Prevención de Accidentes de Gran Bretaña (Rospa) estima que los varones tienen cuatro veces más probabilidades de ser alcanzados por un rayo que las mujeres, mientras que otros estudios establecen diferencias más altas, de hasta seis veces.

Entre los argumentos que cita la Rospa, se encuentra el hecho de que es más frecuente encontrar a los hombres haciendo actividades al aire libre y que estos son también más proclives a negarse dejar de hacer una determinada actividad, pese al riesgo circunstancial que pueda aparecer.

Se calcula que cerca del 75% y 90% de las personas alcanzadas por un rayo sufren, como consecuencia del impacto, algún tipo de incapacidad.

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