(Ilustración: Víctor Aguilar Arrúa)
(Ilustración: Víctor Aguilar Arrúa)
Diego Suárez Bosleman

Eliminar hasta la última célula cancerosa es el objetivo de los actuales tratamientos oncológicos. Sin embargo, una novedosa investigación propone algo distinto: ‘dormirlas’ para siempre. Pero lo más llamativo es que no generaría los usuales efectos adversos de la quimioterapia o la radioterapia.

—Innovación—

Por primera vez, un equipo de especialistas ha desarrollado un tipo de compuesto con el potencial de detener la división de las células cancerosas; es decir, desactiva su capacidad de iniciar el ciclo celular. Es como si estuvieran hibernando. A este estado se le conoce como senescencia celular y es irreversible.

“Las células cancerosas no mueren, pero ya no pueden multiplicarse. Sin dicha habilidad, estas células se quedan varadas en medio del camino”, indica en un comunicado Anne Voss, profesora asociada del Instituto Walter y Eliza Hall (Australia) y coautora de este estudio publicado en “Nature”.

Para comprender cómo funciona este compuesto hay que recordar primero que nuestras células poseen genes, los cuales se prenden y apagan para formar proteínas específicas. No obstante, existen genes que amplifican la capacidad del cáncer para expandirse. Lo que hace este nuevo tratamiento es ‘apagar’ masivamente dichos genes malignos, llamados oncogenes, y así desencadenar la senescencia.

En este caso, los especialistas se centraron en inhibir los genes KAT6A y KAT6B. Evidencias previas ya han vinculado a mutaciones en el KAT6A a la leucemia mieloide aguda –que puede progresar rápidamente– y a otros tipos de cáncer. Es más, es el duodécimo gen en amplificarse con mayor frecuencia en todos los cánceres.

Los ensayos preclínicos demostraron que el compuesto puede detener la progresión de la enfermedad en modelos de cáncer de sangre y de hígado, así como retrasar una recaída.

—Un ADN sano y a salvo—

La quimioterapia y la radioterapia también pueden ocasionar senescencia. Pero se trata de una consecuencia indirecta del daño al ADN de las células –ya sean sanas o cancerosas– que generan estos dos tratamientos convencionales.

“El problema de causar daño generalizado al ADN es que puede conducir a tumores malignos secundarios”, dijo a El Comercio el investigador Tim Thomas, coautor de este trabajo.

Thomas señala que al ‘apagar’ genes asociados al cáncer, se espera que el fármaco solo lleve a un estado de senescencia a las células malignas.

“Sin daño en el ADN en las células sanas, esperamos menos efectos secundarios. En nuestros modelos preclínicos vemos que los nuevos inhibidores de KAT6A y KAT6B son muy bien tolerados y no ocasionan los efectos adversos comunes observados en la quimioterapia, como náuseas, diarrea, cansancio y pérdida de cabello”, agrega el experto.

Para Joseph Pinto, biólogo molecular de Oncosalud, que no participó en este estudio, el motivo por el cual el cáncer es una enfermedad tan difícil de combatir es su constante evolución. Es decir, “muta constantemente, y cada mutación le sirve para tener una mayor resistencia a fármacos o para migrar a otras partes de cuerpo”.

Pero a pesar de las dificultades, Thomas espera que esta investigación estimule a más especialistas a probar la inhibición de los genes KAT6A y KAT6B en nuevos modelos de cáncer, para así desarrollar tratamientos más efectivos. Por su parte, él y el resto de su equipo buscan fomentar asociaciones con la industria que permitan desarrollar medicamentos elaborados con este compuesto que puedan usarse en pacientes con cáncer.

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