(Infografía: Jean Izquierdo)
(Infografía: Jean Izquierdo)
Diego Suárez Bosleman

Han pasado 200 años desde que Mary Shelley creó no solo uno de los personajes de terror favoritos de Hollywood, sino también uno de los más estudiados en el campo científico. Y es que el libro “Frankenstein” (1818) potenció el interés en el controversial objetivo de devolver la vida a un cuerpo inerte.

—Poder eléctrico—

Aunque el libro no explica con exactitud el procedimiento que dio vida a este ser, la revista “Science” propone el uso de mecanismos electroquímicos.

Según la publicación “Nature”, el padre de Shelley era amigo de William Nicholson, codescubridor de la electrólisis –la técnica de desencadenar reacciones químicas usando electricidad–, lo que habría sido fuente de inspiración para la autora.

También lo fue Luigi Galvani, un médico italiano que en 1780 realizó experimentos reanimando músculos de ranas con energía eléctrica.

(Ilustración: Jean Izquierdo)
(Ilustración: Jean Izquierdo)

No obstante, la idea de emplear la electricidad como una fuente de vida se remonta a 1803, cuando Giovanni Aldini –sobrino de Galvani– sometió a una serie de cabezas de criminales decapitados a corrientes eléctricas, con el afán de reanimarlas. Pensaba que esto podría usarse para resucitar a las personas que se habían ahogado o sofocado, y posiblemente para tratar a enfermos mentales. Lo curioso fue que, al pasar por la electricidad, las mandíbulas de las cabezas se apretaron y los ojos se abrieron, por lo que quienes observaron el experimento pensaron que el cuerpo recuperaría la vida, cuenta el portal Encyclopedia Britannica.

—Resurrección—

El intento del hombre de traer a la vida un cuerpo inerte ha ido evolucionando. En 1939, el científico soviético Sergei Brukhonenko y su equipo desarrollaron un sistema artificial de circulación de sangre y oxígeno. Lograron reanimar a 12 de 13 perros luego de diez minutos de paro circulatorio. Hay un video que se puede encontrar en You Tube, que data de 1943, que muestra a estos expertos trayendo a la vida la cabeza de un perro, pero su autenticidad sigue siendo debatida hasta ahora.

Hoy en día la reanimación tiene varios enfoques. Por ejemplo, los investigadores Peter Rhee y Samuel Tisherman han llevado a cabo experimentos de animación suspendida. Su trabajo propone drenar toda la sangre del cuerpo y congelarlo a 20 °C menos que la temperatura corporal normal. No hay actividad cerebral en ese estado. Luego es reanimado a través del bombeo de sangre y calentamiento gradual. Las pruebas se han llevado a cabo en animales. De acuerdo a los expertos, los animales mostraron muy pocos efectos secundarios al despertar.

Por otro lado, está el proyecto ReAnima, de la empresa Bioquark. Consiste en emplear una serie de inyecciones capaces de activar el cerebro de personas con muerte cerebral.

En sí la iniciativa combina instrumentos de la medicina regenerativa con otros que se utilizan para estimular el sistema nervioso central de pacientes con desórdenes de conciencia.

Los ensayos clínicos iban a comenzar en el 2016 en la India, pero el Consejo de Investigación Médica de ese país canceló el controversial experimento. Actualmente, está paralizado y a la espera de tener la aprobación de América Latina. Los científicos detrás del proyecto aseguran que no son ‘doctores Frankenstein’ y que trabajan bajo los límites de los sistemas de salud.

—Sirvió de ejemplo—

Frankenstein” sirvió de inspiración a Earl Bakken para crear el marcapasos combinando la medicina y la electricidad. Así lo señala el ensayo “From Frankenstein to the Pacemaker”.

J. Craig Venter ha sido bautizado como Frankenstein por sus esfuerzos de crear una bacteria con la mínima cantidad de genoma, relata el portal Science.

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