Una pareja de jaguares en la zona forestal de la Costa Grande de Guerrero. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.
Una pareja de jaguares en la zona forestal de la Costa Grande de Guerrero. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.
Mongabay Latam

El rostro del ejidatario Carlos Torres Valdovinos refleja una mezcla de alegría y temor cuando escucha la noticia: las cámaras trampa captaron la presencia de un jaguar. “Salió tres veces”, dice con entusiasmo el biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez. Saber que el felino más grande del continente americano aún camina por estas tierras de la Costa Grande de Guerrero es un motivo de festejo, pero también de preocupación y urgencia.

La cámara que registró la presencia del jaguar se colocó en uno de los caminos que recorren los habitantes de las pequeñas comunidades serranas que forman parte de los ejidos Las Humedades y Platanillo, en el municipio de Tecpan, al sur de Guerrero. Por eso, cuando Carlos Torres Valdovinos y otros ejidatarios escuchan la noticia se miran entre sí, sonríen nerviosos, comparten el entusiasmo de los biólogos, pero también se preocupan. El lugar por donde el felino se deja ver está cerca de sus casas.

De hecho, en las imágenes tomadas entre el 12 de enero y el 14 de febrero aparecen más personas que jaguares. Algunos de los habitantes serranos que se percataron de la presencia de la cámara se quedaron unos minutos mirándola; algunos, como si fuera una selfie, posaron y levantaron el pulgar.

Jaguar captado el 1 de febrero de 2022

Torres Valdovinos celebra saber que él tenía razón: “Les dije que ahí era seguro que lo miraran”. El ejidatario recuerda que días antes de que aconsejara a los biólogos dónde colocar las cámaras trampas, él y su hermano vieron de reojo que una sombra amarilla cruzó entre los árboles. Era de noche y andaban arreando al ganado. No lograron distinguir qué animal era, pero su perro lo siguió; a los pocos segundos regresó aullando.

Los biólogos muestran las imágenes captadas por la cámara trampa. Los ejidatarios las miran y dicen que ahora sí ya no tienen dudas de que es el jaguar el que ha matado a varios becerros. Las cinco familias que viven en la comunidad de La Sierrita se dedican a la venta de leche.

La presencia del jaguar causa emociones encontradas entre los hombres de la comunidad, porque su ganado entra en competencia con el espacio que necesita el felino; pero, al mismo tiempo, les da esperanza: “Eso quiere decir que no estamos tan mal, que podemos recuperar lo que teníamos y salvar mucho de lo que aún tenemos”, dice Torres Valdovinos.

Fernando Ruiz Gutiérrez, director de la organización no gubernamental Wild Felids Conservation México (WFCM), escucha con atención a los ejidatarios. Él y los otros biólogos que impulsan el proyecto Guerrero Jaguar saben sobre la urgencia de intensificar los trabajos que, desde hace casi una década, realizan con las comunidades para conservar a las poblaciones de felinos que tienen como hábitat la zona forestal de esta región guerrerense de la Sierra Madre del Sur.

Ocelote captado por las cámaras trampa en el territorio de Guerrero, en la Sierra Madre del Sur. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.
Ocelote captado por las cámaras trampa en el territorio de Guerrero, en la Sierra Madre del Sur. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Lee más | 

Un futuro para comunidades y felinos

La comunidad de La Sierrita forma parte de una región en donde, hasta el 2015, se sembraba marihuana y amapola. Cuando el precio de estos cultivos ilícitos cayó, los serreños buscaron otras opciones de vida. Algunos intensificaron la ganadería a pequeña escala que ya realizaban; también hubo quien decidió talar sin respetar los programas de aprovechamiento forestal; varios más comenzaron a cultivar árboles frutales —limones, mangos y guanábanas—, pero ahora tienen problemas para sacar su producción por lo agreste de los caminos.

Desde hace ya varias décadas, los habitantes de los ejidos Cordón Grande, Platanillo y Las Humedades —donde se encuentra la comunidad de La Sierrita— decidieron apostar por el manejo forestal comunitario, es decir, tener un plan para aprovechar en forma sustentable sus bosques.

Así lo hizo durante un tiempo el ejido Las Humedades, sin embargo, en los últimos dos años se han presentado problemas en su organización interna por desacuerdos entre los ejidatarios, sobre todo entre aquellos que no desean respetar el plan de manejo forestal y sacan madera sin ningún control.

Su ejido vecino, , sí continúo con su trabajo de manejo forestal sustentable en sus terrenos, que abarcan poco más de 16 mil hectáreas. Gracias a eso impulsan proyectos productivos para sus habitantes: tienen una empresa forestal comunitaria y han accedido a fondos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

El artículo original fue publicado por en Mongabay Latam

Si quieres leer más sobre animales en Latinoamérica,  Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam,o seguirnos en  y 

Contenido sugerido

Contenido GEC