¡Cuidado con la contaminación! Barú, al igual que Instagram, podrían perder su esencia si las descuidan. (Foto: Archivo personal)
¡Cuidado con la contaminación! Barú, al igual que Instagram, podrían perder su esencia si las descuidan. (Foto: Archivo personal)
Sergio Sicheri

Estaba dentro de ese transparente y hermoso mar Caribe. Ese turquesa, de arena blanca… pero esa que no quema. Ahí, en Barú, en dicha península de Colombia y chapoteando, relajado, en ese tibio océano Atlántico me entraron las dudas del nombre de nuestro primer hijo. Sí, el que mi esposa viene llevando en una increíble mini pancita desde hace cinco meses y un par de semanas. No pude disimularlo y dejé de disfrutar aquel baño. Salí corriendo hacia la sombrilla donde ella estaba leyendo, en la sombra y cuidando la barriguita del sol, frente a las cabañas donde nos hospedamos. Le conté que en el trabajo y algunos amigos me habían comentado que no debíamos ponerle mi mismo nombre. Sí, va a ser hombre. En la semana diecinueve nos lo reconfirmó el doctor.

Mientras conversábamos sobre aquellos amigos y conocidos que se llaman igual que sus papás y que para la mayoría había sido difícil el tema de llevar el mismo nombre en casa y que por ello los llamaban con el diminutivo y al padre con el nombre exacto. “En casa yo siempre fui ‘Raulito’ y mi papá, Raúl, a secas”, le conté a Ana Lú, mi esposa, el ejemplo que me había dado un amigo, entre otros más. En ese preciso momento, ambos coincidimos en lanzar una breve encuesta a través de las para tener un rápido sondeo de nuestros amigos y conocidos.

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Rico viaje. #cartagena #barú #colombia🇨🇴 #minisearch #analuesmimami

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*Disfrutando de Playa Blanca en Barú, Cartagena de Indias (Colombia).

Como saben dichas historias duran veinticuatro horas y la nuestra quedó así: La vieron 152 personas y un poco más del 25 por ciento de ellas respondieron la pequeña encuesta. Ganó “Ignacio Antonio” con 17 votos, luego “Sergio Ignacio” con 12 y el último lugar fue para “Sergio Antonio” con 10. Algunas personas se dejan guiar por estos resultados en las redes. Felizmente, nosotros no. Igual es divertido sondear a las personas y escuchar o leer distintos puntos de vista porque sienten propia, tu propia historia. Y eso es lo que suelen generar las redes sociales. Al final de esta columna les contaré cuál fue nuestra decisión. Quizá algún día nuestro hijo, cuando sea más grande y nos pregunte cómo así decidimos su nombre, se divertirá como lo hicieron sus padres a través de esta historia. De hecho, también creo que nos preguntará: ¿Qué es o ?

Una gran cantidad de perfiles en redes sociales han dejado de ser meros espacios de ocio o diversión y se han convertido en canales de marketing o espacios generadores de dinero. De ¡mucho dinero! Según la página web de análisis , que realiza un reporte anual llamado ‘The Instagram Rich List’ y que este año realizó la edición 2019 de este ranking… en la lista de ‘celebrities’ y famosos mejores pagados alrededor del mundo y que se calcula en base al valor económico que reciben por cada una de sus publicaciones, la celebridad más beneficiada con Instagram, por segundo año consecutivo fue . La menor de las Kardashian gana más de 1,25 millones de dólares por cada foto que postea, con sus más de 142 millones de seguidores.


*(Cuenta: Instagram/ @kyliejenner)

En , a Kyle Jenner le siguen nombres como , , o , que ganan más de 900 mil dólares por cada uno de sus posts patrocinados por alguna marca en cada una de sus publicaciones. Estas cifras deshumanizadas me hicieron reflexionar sobre el uso que le venimos dando a las redes sociales, de su poder e influencia, en cómo han mutado y de alguna u otra forma todos los usuarios (me sumo en esto) contribuimos a que estúpidamente se incremente la fortuna de unos cuantos, que la mayoría de las veces ni conocemos, no les interesamos y no voy a seguir contándoles qué más porque sería menospreciar la inteligencia de usted querido lector.

Dictando una clase universitaria conté el ejemplo de . Aquella plataforma de descarga ilegal de música que utilizaba en mi adolescencia y que tenía como logo un gatito que llevaba puesto unos audífonos. Los alumnos me miraron con cara de autogol y tuve que explicarles de qué se trataba. Hoy tengo un joven cuñado que interactúa más en Instagram que en cualquier otro tipo de plataforma social. Facebook le parece aburrido. El rubro digital es así y las distintas plataformas sociales suelen mutar y viven optimizando constantemente su experiencia para conseguir más audiencia. De esta manera se olvidan y desligan de su finalidad, para lo que fueron creadas. Recuerden que todas al final son marcas que pertenecen a una corporación que busca ampliar las arcas de sus creadores o dueños. Así, la gran mayoría se ha apartado del nicho que las volvió conocidas, de aquella comunidad de usuarios que lograron capturar y convertir en ‘love mark’. Por eso creo que Instagram, así sus creadores o trabajadores expongan que está en su mejor momento y con las de crecimiento… yo vaticino lo contrario. Ha perdido identidad y le puede costar muy caro si no la retoman.

No sé si es el momento que estoy viviendo, si estoy madurando o si el hecho de estar próximo a convertirme oficialmente en padre ahora hace que me cuestione este tipo de cosas que antes ni me importaban. Y mientras les escribo recuerdo un gran tutor, no solo en lo personal, físicamente era igualito a ‘Terminator’ por su voluptuoso parecido al famoso actor Arnold Schwarzenegger. Él, nos enseñó en la escuela que dependiendo del momento en que nos encontremos en nuestras vidas, todos tenemos una misión. La misma gira en torno a ser mejores personas. Quiso decir, que, si en ese momento éramos hijos, debíamos de ser los mejores hijos. Que en algún momento nos tocaría ser los mejores profesionales… que quizá, también como él, seríamos profesores y que nos tocaría volcar, retribuir todo ese conocimiento que nosotros hayamos adquirido y que en algún momento seríamos padres. Ahí, en este último punto, dijo, “deben esforzarse para ser los mejores”. He pasado por todas las instancias y ahora me falta la última. De hecho, tengo muchas dudas y sentimientos encontrados. Ahora una vida dependerá de nosotros y espero ser un padre ejemplar en este nuevo mundo. Muy nuevo para él. También para mí.

Instagram era una plataforma para los amantes de la fotografía. Ahí la mayoría de sus usuarios se esforzaba en conseguir los mejores planos, para aplicar los distintos efectos de luz que rápidamente o con tan solo un clic te brindaba dicha aplicación. De esta manera lograbas que distintas personas que apreciaban tu arte, estilo de vida, hasta el de alguna mascota… te siguieran, se convirtieran en tus ‘followers’. Desde que  fue comprada por Facebook ha mutado demasiado y ha dejado de tener un solo propósito y por eso creo que mi primogénito no llegará a conocerla o a utilizarla. Al menos no con frecuencia. Tal vez ponga a todo su ejército a trabajar en mejores experiencias para intentar alargarle la vida. O tal vez sigan haciendo crecer su imperio comprando otras plataformas que acompañen mejor a las siguientes generaciones. Como lo hicieron en su momento con WhatsApp o Instagram.

Retornamos de Barú y de las espectaculares aguas cristalinas de Playa Blanca. Un día antes de partir a Lima, fuimos a un centro comercial en Cartagena. Ese que han inaugurado hace unos días y que dicen… ahí funcionó una antigua plaza de toros. Estábamos subiendo a la segunda planta por la escalera eléctrica, cuando un señor moreno que no conocíamos y que iba unos peldaños más abajo que nosotros, nos susurró en el oído, casi cantando: “Esta es la escalerita del amor, la escalerita del amor”. Ana Lucía y yo volteamos. Le sonreímos. Él, siguió: “¡Veo mucho amor en esta parejita!”. Mi esposa muy orgullosa de su pancita, se la mostró y la frotó delicadamente con ambas manos. Él, sin conocernos y sin habernos visto antes, dijo: “Yo sé que viene en camino un varón”. Ambos lo miramos sorprendidos. En el fondo sabía que podía ser un timador y que la había chutado como cualquiera hubiera podido hacerlo porque se trataba de un cincuenta-cincuenta. Pero, siguió: “¡Y sé que se va a llamar Antonio!”.

Los días siguientes pensamos en lo que nos pasó y quién pudo haber sido ese señor… ¿Quién lo mandó? Aún no tenemos una respuesta. Tampoco sabemos con exactitud por qué nuestro hijo se llamará, finalmente: “Sergio Antonio”. Ambos decimos que no es para que herede mi nombre de pila, ni que su segundo nombre será por herencia de quien fue el papá de Ana Lú. En el fondo, muy en el fondo, sabemos que sí. Es así. Pero seguiremos sin aceptarlo. Además de gustarnos cómo suena, fuerte y con mucha presencia. Ambos queremos que él siempre siga los buenos principios y que ojalá, más adelante, no venda una identidad falsa en sus redes sociales, que si tiene que apoyar una campaña bonita y justa…. lo haga y no por dinero. La vida es muy corta para vivir con tanto maquillaje.

* Sergio Sicheri se desempeña como Jefe del Núcleo de Audiencias del Grupo El Comercio, es gerente general de (asesoría en imagen de marca y soluciones digitales). Cuenta con una maestría en Dirección de Marketing y Gestión Comercial en el EOI de España y la escuela de postgrado de la UPC. Ha dictado cursos de marketing digital en la universidad Mayor de Chile, la universidad Científica del Sur y en ISIL.

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