Actualmente, James P. Allison trabaja en comprender los mecanismos asociados a los efectos antitumorales. Está llevando a cabo pruebas en animales y tejido humano. (Foto: MD Anderson Cancer Center)
Actualmente, James P. Allison trabaja en comprender los mecanismos asociados a los efectos antitumorales. Está llevando a cabo pruebas en animales y tejido humano. (Foto: MD Anderson Cancer Center)
Diego Suárez Bosleman

Si ‘googlea’ el nombre James P. Allison, aparecerán titulares como: “El creador de la primera inmunoterapia contra el cáncer”. Y es totalmente cierto. El trabajo de este inmunólogo estadounidense –llevado a cabo en los años 90– marcó el comienzo de un nuevo tipo de fármacos oncológicos: aquellos dirigidos a estimular las propias defensas del cuerpo.

— Es toda una celebridad de la ciencia.

[Risas] Bueno, no fui el primero en estudiar la inmunoterapia, tal vez sí el primero en desarrollar un tipo específico de inmunoterapia para tratar el cáncer, llamada ‘checkpoint blockade’ –que inhibe puntos de control del sistema inmunológico para así permitir su actividad antitumoral–. Hasta la fecha, esta es la forma terapéutica de inmunoterapia más efectiva.

—¿De dónde parte la idea de aplicar la inmunoterapia para casos de cáncer?

La idea de hacer anticuerpos para tipos específicos de cáncer ha estado dando vueltas por un buen tiempo. Fue propuesta por un químico alemán. A inicios de los 60 se realizaron algunos trabajos pero todos sin éxito.

—¿Qué hizo usted que marcó la diferencia?

Descubrimos una molécula capaz de romper, paralizar las células T, responsables de proteger el organismo de virus y bacterias, así como del cáncer. Pensé que esa molécula, llamada CTLA-4, podría estar interfiriendo en la efectividad de las células T. Es así como desarrollamos una droga que básicamente deshabilita dicha molécula y sus interrupciones. Funcionó bien en modelos de animales. Después de unos tres años, logré convencer a la gente para probarla en humanos.

—En sí, este tratamiento no ataca el cáncer.

Con la inmunoterapia no estamos tratando directamente al cáncer, sino al sistema inmune, permitiendo que este siga activo y ataque a los invasores, como las células tumorales.

—¿Hubo escépticos?

Muchas personas estuvieron en contra de mi trabajo. La mayoría de mis avances iniciales fueron en melanoma; por tanto, la gente pensó que solo funcionaba en ese tipo de cáncer. Pero luego se dio a conocer trabajos de inmunoterapia en cáncer de vejiga, riñón, pulmón, etc. Finalmente, la gente ha aceptado la inmunoterapia y sabe que funciona. Hay un tremendo entusiasmo al respecto.

—Pero tiene limitaciones...

El melanoma, el cáncer de pulmón, vejiga y cabeza-cuello, que tienen una gran variedad de mutaciones, responden bien a nuestro enfoque de inmunoterapia. Sin embargo, no ha mostrado ser efectivo en glioblastomas y en los tumores pancreáticos. Todavía no entendemos por qué ocurre eso. Hay también otro gran obstáculo, pues solo el 20% de los pacientes con melanoma metastásico que se somete a la terapia dirigida al CTLA-4 reacciona positivamente. No obstante, hemos observado que si se combina con un tratamiento de inmunoterapia que inhibe la molécula PD-1,los pacientes responden en casi el 60% de los casos.

—¿Cree que el panorama es optimista?

La inmunoterapia no es perfecta pero es lo suficientemente buena, da grandes resultados. Con terapias anteriores no había chances tan buenas como las de ahora, en las cuales la gente puede vivir hasta 10 años más luego de ser tratadas. No creo que llegue el día en que curemos todos los casos de cáncer, pero creo que sí podremos curar a la mayoría de afectados. Ahora sabemos las reglas básicas del sistema inmune. Es cuestión de ser lo suficientemente inteligentes para no solo combinar cosas al azar, sino entender su impacto.

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