Néstor Pacsi tiene 11 años y es un niño que, sin saberlo, conoce de dificultades. De lunes a viernes, por las mañanas, camina por más de 30 minutos desde su casa en Marampaki, Cusco, hacia su escuela, que tiene dos docentes para 20 estudiantes. Así como él, miles de jóvenes en todo el Perú recorren largos senderos en medio del frío y la lluvia para recibir lecciones de matemáticas y letras, con las que buscarán un futuro mejor para ellos y sus familias.
Nuestro pequeño protagonista vive en una comunidad ubicada en Quispicanchi, Cusco, a más de 4.300 metros sobre el nivel del mar. Tiene cuatro hermanos y durante 2020 y 2021, los años más duros de la pandemia por el COVID-19, tuvo que ‘tomar clases virtuales’ desde casa.
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Néstor recuerda que en los dos últimos años debía caminar hacia puntos estratégicos en la cima de los cerros para captar señal y así poder entrar a las llamadas grupales por WhatsApp o llamadas uno a uno con el profesor. La limitada infraestructura a nivel nacional imposibilita un Internet de calidad para zonas tan alejadas.
Otra complicación fue que muchos estudiantes debían compartir un único celular con varios hermanos, quienes también tenían clases en horarios similares.
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En términos sencillos, la brecha digital es un concepto que se define como la desigualdad en acceso a Internet y tecnologías de información entre diferentes grupos sociales.
¿Cómo está la situación en el Perú? Si bien no existe un informe público reciente al respecto, el análisis que realizó en 2020 el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) nos advierte una situación preocupante. Hasta ese año, el 38,7% de hogares en el país contaban con acceso al servicio de Internet, menos de la mitad del total de hogares. Pero como el Perú no es un solo dato, hay que dividirlo por áreas de residencia para tenerlo más claro: zona urbana (46,9%) y rural (8,8%).
Los números hablan por sí solos: hay una fuerte brecha digital entre las zonas rurales y urbanas. Esto, a su vez, se acentúa si ponemos atención en cómo se dividen los porcentajes por departamentos.
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En el Cusco, región en la que vive Néstor Pacsi y su familia, hasta el 2020 solo el 11,9% de hogares contaba con acceso al servicio de Internet, muy por detrás de los 59,5% de Lima Metropolitana, 55,3% de Arequipa, 56,8% de Tacna o 50,4% de Moquegua.
Si levantamos la mirada, la situación en América Latina no es diferente. De acuerdo al informe “Conectividad Rural en América Latina y el Caribe – Un puente al desarrollo sostenible en tiempos de pandemia” -también del 2020-, al menos 77 millones de personas no tienen acceso a Internet de calidad en áreas rurales.
Cusco, un caso de brecha digital
Como ya repasamos previamente con las estadísticas, la capital del otrora imperio incaico es también una de las regiones con más dificultades a la hora de hablar de conectividad.
Durante los dos primeros años de pandemia no fue la excepción y así lo explica Rosmery Bellido, directora y docente de la Institución Educativa Maramp’aki Fe y Alegría 44, casa de estudios de Néstor Pacsi:
“Cuando llegó la pandemia fue muy triste tanto para mí como para mis niños. Como tenían acceso al teléfono, tenían miedo a que les cayera algún rayo. A pesar de todo eso, niños y padres pusieron su empeño y voluntad para poder ir a las lomadas para captar señal. A partir de eso, yo me conectaba y los llamaba a diario. Trabajamos de 8 a.m. a 1p.m. en diferentes horarios y por grupos”.
La docente confiesa que las clases eran por llamadas grupales de “máximo tres personas” y que durante este periodo se hizo evidente la brecha digital. Sin embargo, la educadora destaca que gracias a la pandemia los niños “han accedido más y más a los recursos digitales”. Son tromes en ello, afirma.
Los profesores también tuvieron que adaptarse a la virtualidad con celeridad, para no quedarse atrás. A más de uno le costó y eso pasó con la profesora Bellido. “Yo ya tenía conocimiento de lo básico, el WhatsApp y la llamada individual. Con la pandemia, aprendí sobre las llamadas grupales, la videollamada por WhatsApp, a hacer grupos. Desconocía eso, soy sincera”, añade.
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Un mundo inmenso al alcance de todos
Ahora bien, la Institución Educativa Maramp’aki Fe y Alegría 44 es beneficiada hace más de 10 años por “Comprometidos con la Educación”, el proyecto de Fundación Telefónica que consiste en la entrega de tablets y contenido educativo actualizado basado en herramientas, aplicaciones, recursos y plataformas de contenidos educativos digitales, con los que se busca mejorar los aprendizajes de los estudiantes, empoderar a los profesores en el tema digital y promover clases dinámicas con el uso de la tecnología.
“Los niños se emocionan con el Internet y el WiFi [y las tablets]. Las herramientas digitales les facilita muchas cosas. La actividad educativa es más didáctica porque lo ven en video y tienen una visión más amplia de lo que yo les diga. Ellos se motivan para aprender”, revela a este Diario.
Además, la profesora destacó que actualmente combinan el uso de las tablets y la enseñanza tradicional, ya que consideró que “la maquina no nos puede reemplazar”.
Agregado a ello, comenta que a pesar de todos los esfuerzos, el golpe de la pandemia en grados inferior ha sido fuerte. “Estamos trabajando desde 0 en inicial, con el reto de que puedan aprender a leer. Más que todo la lectoescritura para que puedan continuar con las demás actividades en primero y segundo grado”.
Por otro lado, Néstor Pacsi nos dice con seguridad que las tabletas lo ayudan “mucho” a “buscar información cada día” y que con ellas puede resolver sus tareas que le encargan en su clase.
De manera concreta, el proyecto “Comprometidos con la Educación” otorga tablets y accesos a sus distintas plataformas y recursos virtuales a diferentes escuelas rurales. Así, las clases presenciales se mezclan con la tecnología y sacan el máximo provecho de ambos lados. Por ejemplo, los niños pueden recibir explicaciones sobre el cambio climático, mientras que complementan la lección con videos explicativos del tema.
La ayuda continuó a lo largo de 2020 y 2021, pero con dificultades en cuanto a la repartición y uso de las tablets.
“Me gustaría seguir utilizando las tablets, creo que se aprende más. Mis padres están de acuerdo con su uso y me dicen que mejore más. Me gusta la comunicación y matemática. De grande quiero trabajar con tecnología, algo de ingeniería quizá”, nos dice Néstor y suena a una promesa muy firme.
“Comprometidos con la Educación”
El proyecto se ejecuta en aulas rurales del Perú hace más de 10 años y estos son algunos datos sobre sus alcances:
- Elizabeth Galdo, directora de Fundación Telefónica, detalla a El Comercio que los proyectos educativos beneficiarán en 2022 a más de 35 mil escolares y profesores. A su vez, indicó que a nivel nacional en 2021 ayudaron a más de un millón de estudiantes y docentes. La institución prevé que igual y superar esa cifra para este año.
- De acuerdo a un informe realizado por Fundación Telefónica, las familias encuestadas están a favor del uso de los recursos tecnológicos porque perciben que sus hijos aprenden más rápido (53%), están más motivados (63%), observan un mayor nivel de concentración (56%) y mejoran sus aprendizajes (56%).
- El proyecto de “Comprometidos con la Educación” está presente en aulas rurales de Cusco, Áncash, Huancavelica y Piura.
- De manera particular, en Cusco está desarrollándose hace más de 10 años y el apoyo no se detuvo a lo largo de 2020.