Para instalar el microchip, un experto en perforación corporal realiza una incisión en la hipodermis, la capa inferior de la piel. (Foto: AFP)
Para instalar el microchip, un experto en perforación corporal realiza una incisión en la hipodermis, la capa inferior de la piel. (Foto: AFP)
Redacción EC

En su mano derecha, específicamente entre el dedo pulgar y el índice, el sueco Patric Lanhed lleva instalado un microprocesador del tamaño de un grano de arroz. Se trata de una cápsula de cristal hecha de vidrio borosilicato, dentro de la cual hay una placa con una capacidad de 2 kilobytes para guardar información.

Lanhed (42) es uno de los adeptos a un sistema que se extiende por el mundo: llevar los datos bajo la piel a través de un microchip implantado.

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Para él, ya no es una necesidad buscar las llaves para entrar a su casa, ni llevar un ‘ticket’ cuando necesita subirse al tren. Ahora solo tiene que acercar su mano a un lector electrónico para tener acceso a esos lugares.

“En Suecia también podemos ir al gimnasio utilizando el implante para abrir la puerta, además de que hay máquinas expendedoras de comida que funcionan con el sistema”, cuenta Lanhed desde Estocolmo.

Según explica, otro tipo de uso popular es el almacenamiento de los datos personales, como, por ejemplo, la tarjeta de presentación. Así, un tercero puede acercar su celular a la mano de Lanhed e inmediatamente tendrá sus datos.

Los chips vienen integrados con el sistema NFC (Near Field Communication), el cual permite conectar dos dispositivos al acercarlos. Se trata del mismo sistema que está disponible en Chile y otros países de Latinoamérica para pagar, el cual funciona acercando el celular al terminal de pago de los comercios.

En el caso del microchip, los usuarios pueden ingresar sus datos al dispositivo a través de una aplicación y conectarlo con comercios y servicios compatibles con el sistema NFC.

En el mundo

La idea se ha extendido principalmente en Suecia, donde hay unas cinco mil personas con estos implantes, según datos de la empresa sueca Biohax, que los fabrica.

“Hasta ahora lo hemos tomado de forma lenta para asegurarnos de que cumplimos con las normativas y hacer de esto algo seguro para todos, pero tan pronto como hayamos asegurado eso, esta tecnología escalará rápidamente”, dice Jowan Österlund, propietario de Biohax.

“Básicamente, porque es un país que está rodeado de tecnología y en donde todo está superdigitalizado”, añade el español Juan Tara, fundador de la compañía DSruptive, que fabrica estos dispositivos en Suecia.

“Es una sociedad que siempre está en la punta de la innovación, entonces ven algo que es interesante y no tienen miedo a probarlo. Siempre quieren ser los primeros y apoyan este tipo de iniciativas”, dice Tara. Y agrega: “Mira, allá puede que lo tengas o que no lo tengas, pero raro no es”.

Para Patric Lanhed, usar el dispositivo representa libertad y control.

“Libertad porque ya no tendré que transportar la tecnología de otro siglo, como monedas, llaves y tarjetas de plástico, y control porque controlo mis propios datos, y esto será más importante a medida que avancemos hacia la lectura y el uso de datos biométricos”, comenta a través de correo electrónico.

“Estaba intrigado por las oportunidades que esto podía darme. Conseguí mi primer implante para poder experimentar con la tecnología, para poder ver hasta dónde podría llegar”, añade.

Y si bien Suecia es pionero en la materia, en otras latitudes empiezan a aparecer nuevos adeptos, asegura Tara.

“Hemos distribuido 55 dispositivos este año a varios países. Hay lugares como Inglaterra y Alemania en donde esto está creciendo. También en España empieza a haber movimiento. De a poco se está creando una comunidad”.

Capa tecnológica

El sociólogo español Pau Adelantado, de 36 años, vive en Barcelona y desde hace tres meses lleva un implante de microchip de la empresa DSruptive. “Básicamente me interesaba este mundo, ver que vamos trascendiendo la capa tecnológica”, cuenta Adelantado.

A diferencia de Suecia, relata, los usos que se le pueden dar a este tipo de dispositivos en España son mucho más limitados.

Por ahora, el suyo le sirve para darle órdenes a Google Home y para abrir sus redes sociales y el correo electrónico.

Según reportó el diario ‘La Vanguardia’, Adelantado es una de las cuatro personas en España que se han implantado un chip de esa marca, y serían al menos cien en ese país quienes los llevan de distintos modelos.

“Esto no deja de ser una mejora tecnológica, como lo es una prótesis de titanio o un implante coclear. (...) El cuerpo humano tiene sus limitaciones, y una manera de trascenderlas es mejorarlas con tecnología. Esto es solo el principio”, puntualiza Adelantado.

Datos vulnerables

Desde la perspectiva de la protección de datos, siempre hay riesgos asociados, asegura el analista de seguridad de Kaspersky Lab Santiago Pontiroli sobre el uso de los microchips.

“Si bien estos no tienen demasiada potencia y hay que acercar mucho los dispositivos para recibir los datos, en teoría es posible que alguien pudiera robarlos acercando un lector de datos”, explica.

“Muchos lo utilizan solo para tener sus datos personales, pero, en Europa, otros los usan para tener sus claves de transacciones de bitcoines por ejemplo, y allí empieza el riesgo”, añade. Por otro lado, estos equipos no permiten actualizar el ‘software’, a diferencia de los celulares. “Es decir que si se descubriera una vulnerabilidad, tendrías que desactivarlo y pedir que te lo saquen y ponerte otro, lo que empezaría a ser un problema”.

Igual a un marcapasos

Para instalar el microchip, un experto en perforación corporal realiza una incisión en la hipodermis, la capa inferior de la piel.

Se elige la zona entre los dedos índice y pulgar debido a que hay muy pocas terminaciones nerviosas y, por lo tanto, se reduce el dolor.

Para Gonzalo Osorio, académico del programa de microbiología y micología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, si bien hay peligros, estos no son distintos a los que implican algunas intervenciones de salud.

“Desde el punto de vista médico, esto es igual a un marcapasos; de hecho, la incisión es la misma”, dice Osorio. Los riesgos principales tienen que ver con la incisión. “Si no se hace bien, puede que ingresen patógenos que hay en el ambiente, y eso podría dar lugar a infecciones, pero en establecimientos con higiene no debería pasar”, asegura.

Emol, GDA

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