(Foto: Capturas)
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Harry Bazán Gómez

Cuando se dice que el es el evento más importante de la industria de los videojuegos, no es una exageración. Esta convención se ha convertido en una meca para muchos amantes del entretenimiento digital y en el mayor desfile de editoras y desarrolladoras con más presencia en el mercado. Todas y cada una de ellas con el objetivo de captar la atención de la prensa y ganarse el favor del público.

El E3 de este año no ha sido la excepción ya que hemos tenido picos altos de emoción en varias de las conferencias y la asistencia de 39 compañías a lo largo del evento. Algunas con propuestas más interesantes que otras, sí; pero manteniendo siempre una oferta para todos los gustos, algo que siempre se agradece si se tiene en cuenta lo variada que es la comunidad ‘videojueguil’.

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Y es que realmente uno no puede no evitar emocionarse cuando este ha sido el año en el que vivimos la “fiebre” de Keanu Reeves gracias a (lo que ocasionó una explosión de júbilo en el público y “rompió la internet”), presenciamos el regreso por todo lo alto de Final Fantasy VII y The Legend of Zelda: Link's Awakening con sus remakes, y tuvimos la confirmación del desarrollo de la secuela de Breath of the Wild.

Aunque, pese a todo lo dicho, también se tiene que poner el foco en lo innegable, el E3 del 2019 finalizó con una atmósfera enrarecida y un sinsabor producido por importantísimas ausencias: nuevos títulos con gameplay, la próxima novena generación de consolas y una presentación de Sony.

Reflexionando sobre las conferencias, y sin pretender ser un maestro inquisidor, muchas de estas se desarrollaron entre el fango y la gloria. Electronic Arts, por ejemplo, tuvo poco que mostrar en una EA Play sosa que solo contó con como mayor novedad y mostró finalmente una tan necesitada actualización para Apex Legends, un battle royale que pierde terreno por la falta de contenido.

Bethesda es otra compañía que se esforzó por mantenerse a flote. Llegaba al E3 con la capa caída tras el evidente fracaso de Fallout 76 y las polémicas que suscitó tras su lanzamiento. Incluso se ponía en duda si tenían los proyectos necesarios para justificar su presencia en el evento.

Finalmente, fue gracias a , Wolfenstein: Youngblood, y Ghostwire: Tokio, lo nuevo de Shinji Mikami (padre de Resident Evil), lo que permitió a la compañía estadounidense salir mejor parada de lo que se esperaba.

A Ubisoft le dedico pocas palabras porque, más allá de Watch Dogs: Legion y Ghost Recon Breakpoint, tuvieron poco que mostrar. Además, las filtraciones de sus títulos antes del evento terminaron por mermar las sorpresas que podrían haber tenido preparadas.

Son Mycrosoft, Square Enix y los que sin lugar a dudas resaltaron en esta E3 gracias a un catálogo de títulos solventes y atractivos por igual.

Podría enumerar a Cyberpunk 2077, Elder Ring, , Astral Chain o algunos de los títulos de la larga lista de videojuegos que presentaron o; tal vez, relatar lo poquísimo que se mostró de (la nueva generación de Xbox y que apunta a tener una arquitectura similar a la próxima PlayStation), pero dejo claro que es innecesario.

Todo se resume a que estas tres compañías fueron las que han tenido en cuenta (de manera premeditada o no) que el E3 es un show en el que se tiene que otorgar sorpresas y momentos de ensueño, sea con novedades bombásticas, aprovechándose de la nostalgia de la comunidad o un buen ritmo en sus presentaciones.

El E3 no solo sirve para estar al tanto del mundo de los videojuegos y tener nuevos titulares, es una forma más de disfrutar lo que puede ofrecer la industria y el futuro

Entre más rápido lo comprendan las compañías, tengan conferencias en la E3 o no, mejor para nosotros como público. Es hora de tenerlo como dogma: "Menos chácharas, más videojuegos".

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