Roberto Moll, actor de cine y teatro y televisión, protagonizó la película "La planta insolente". (Foto: Difusión / El Comercio)
Roberto Moll, actor de cine y teatro y televisión, protagonizó la película "La planta insolente". (Foto: Difusión / El Comercio)
Sonia del Águila

A la vida le regaló una segunda oportunidad, desde entonces "solo disfruto de mi existencia”. El actor peruano recordó que a mediados del 2013, cuando grababa en Venezuela uno de los roles cinematográficos más importantes de su carrera, fue declarado “clínicamente muerto” debido a una neumonía aguda. Tras permanecer catorce días en estado de coma, recobró la consciencia en un escenario que le enfrentó a inverosímiles interrogantes sin respuestas.

“Desde que regresé del coma veo la vida diferente, solo pienso en servir, estar bien, en cumplir con mi rol en esta sociedad y despedirme de la mejor manera posible", comenta el actor de 71 años que dio vida al apuesto profesor Mariano Tovar en la telenovela “Carmín”.

Roberto Moll en entrevista con El Comercio.

Roberto Moll interpretaba a Van Helsing en la obra “Drácula" de La Plaza, cuando recibió la llamada del cineasta venezolano Román Chalbaud, para encarnar al expresidente de Venezuela Cipriano Castro en la película “La planta insolente”. Una propuesta tentadora que llevó al actor a alejarse -una vez más- de tierras peruanas.

“Chalbaud es uno de los mejores directores que conozco, dirigió su película desde una mesa y lo hizo de forma magistral. ‘La planta insolente’ ha ganado varios premios y tiene un guion espectacular: ‘La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria...’. Hasta ahora recuerdo ese texto con gran claridad", destaca el actor nacional.

Abril del 2013. Moll, en su rol de Cipriano Castro, ingresó 200 metros mar adentro para grabar la escena final del filme. El expresidente venezolano, exiliado en Puerto Rico, no se resignaba a morir en un país que no era el suyo, así que tomó la drástica decisión de llegar a su hogar, caminando por el agua.

“Llevábamos grabando la mitad de la película, con un plan estricto de horarios, cuando empezamos a grabar la escena final. Estudié muy bien mi papel, me puse el traje e ingresé al mar y no paré hasta que el agua me llegó al cuello. La escena quedó perfecta, pero nadie reparó en que había mucho virus en esas aguas petroleras. Me dio neumonía y por la noche, cuando tenía 41 de fiebre, ingresé a un hospital en el estado Falcón”, recuerda Moll.

(Puedes ver cuando Roberto Moll interpretando a Cipriano Castro ingresa al mar en 1:42:00)

“Los médicos hicieron todo lo posible para salvarme, me hicieron una traqueotomía porque no podía respirar. Estuve catorce días en coma, utilizaba pañales, no podía moverme, ni levantar la mano; y como no presentaba ningún signo de recuperación fui declarado ‘clínicamente muerto’. El médico le dijo a mi hija que vaya haciendo los papeles de la funeraria porque yo ya no iba a regresar. Pero un día abrí los ojos y ahora estoy aquí”, añade, emocionado, el actor peruano.

Han pasado casi siete años desde que Roberto Moll se enfrentó a la muerte y salió airoso de esa perturbadora experiencia que le cambió la vida. Aquella vez perdió quince kilos de peso y requirió someterse a dolorosas terapias físicas para recuperar el movimiento normal de sus extremidades inferiores y superiores.

“Como todavía faltaban grabar algunas escenas, tuve que subir de peso, la empresa me pagó para engordar y poder terminar la película. ‘La planta insolente’ fue un éxito, recibió varios reconocimientos, yo recibí el premio a Mejor actor. Le estoy a agradecido a Dios, él es mi protagonista, mi mánager, él me lleva y me trae, ya nada me preocupa, ahora solo disfruto de mi existencia”, remarca.

Roberto Moll como el expresidente de Venezuela Cipriano Castro. (Foto: Difusión)
Roberto Moll como el expresidente de Venezuela Cipriano Castro. (Foto: Difusión)

Muerte cerebral

Pablo Zumaeta, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma, explica que la muerte cerebral se da cuando la corteza cerebral está dañada y el cese es irreversible. Su diagnóstico debe ser riguroso.

“La palabra ‘muerte clínica’ no la conozco, existe muerte cerebral cuando la parte más importante del cerebro, que es la corteza cerebral que sirve para que el cerebro tenga la actividad de los sentimientos, los conocimientos, las emociones, la percepción, la imaginación y el pensamiento, está dañado", explica Zumaeta.

“Para el diagnóstico, se toman tres electroencefalogramas, esos registros eléctricos del cerebro que aparecen como unas onditas en velocidades diferentes, según las zonas del cerebro. Tres electroencefalogramas que no tienen ni una sola ondita dan el diagnostico internacional de muerte cerebral, y si el paciente está recibiendo oxígeno, ya se les puede decir a los familiares que el paciente no se va a recuperar, pues una persona con muerte cerebral no puede revivir”, remarca.

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