Hemsworth y Cyrus se casaron a fines del año pasado. Ocho meses después, anuncian su separación. (Foto: AFP)
Hemsworth y Cyrus se casaron a fines del año pasado. Ocho meses después, anuncian su separación. (Foto: AFP)
Daniel Goya

Si existe una constante en esta historia es la referencia a la temporalidad, al momento, al aquí y ahora. Cuando se habla de la relación de y todo está plagado de frases como "Un año después terminaron por primera vez" o "Decidieron en ese momento estar juntos". Tan habitual es ese matiz, que la representante de la cantante dijo a la revista "People" que "Liam y Miley han acordado separarse en este momento". Sí. Este momento. Como si lo que pasara no fuera resolutivo y, por tanto, relevante. Si es así, entonces, ¿por qué el mundo anda tan pendiente de la mentada ruptura, que puso fin a ocho meses de matrimonio y una década de relación?




Para el antropólogo de la Durham University, Jamie Tehrani, el interés de las personas en los famosos tiene raíces muy profundas. Considera que antes los hombres imitaban el encantamiento y rito del cazador más exitoso cuando preparaban sus herramientas, porque creían que eso los hacía igual de exitosos. "En el pasado, los rasgos inútiles que se adquirían como resultado de un aprendizaje sesgado por el prestigio fueron compensados por los beneficios de aprender habilidades útiles. Por lo tanto, a largo plazo, resultó ser una estrategia eficaz de adaptación", ha publicado Tehrani en un artículo para la BBC.

"Nuestros cerebros están programados para asociar el prestigio con el comportamiento adaptativo. Y dado que la fama es la señal principal de prestigio, mientras más famosos son, más gente atraen", agrega.

Parece que Cyrus, sin haber estudiado antropología, también es una conocedora del comportamiento humano. Cuando necesitó asesinar a Hanna Montana, su álter ego de chica buena, lo logró a través de fotos y videos muy polémicos. Cuando necesitó volver a ser la chica sureña y calmada, publicó en Instragram (esa biografía online de nuestra época) imágenes sobre verdes pastos y cielos azules. Y cuando se dio cuenta de que perdía seguidores, borró todas las fotos anteriores y volvió a subir fotos suyas mostrando el trasero y sacando la lengua.
"La fama se ha convertido en un fin en sí misma. En el mundo moderno, en realidad, no importa por qué eres famoso", recalca Tehrani.

Entonces, tal vez encontramos, como la masa reactiva que podemos ser, paz y placer en saber que esa celebridad no puede ser feliz. Es su fracaso en el amor lo que aún despierta una empatía en el mundo real, lejos de los flashes.

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