“Tres amantes”, de Théodore Géricault. La fantasía del sexo grupal es una de las más comunes en cualquier cultura del mundo.
“Tres amantes”, de Théodore Géricault. La fantasía del sexo grupal es una de las más comunes en cualquier cultura del mundo.
Juan Carlos Fangacio Arakaki

La culpa, la vergüenza, la timidez. Cuestiones que, a pesar de la gran cantidad de información, exposición y estímulos del mundo actual, aún provocan que el sexo siga siendo en buena cuenta un tema tabú. Para tratar de subsanar algunas de esas barreras se acaba de estrenar en la miniserie documental “Sexo, en pocas palabras”, que en cinco episodios de corta duración aborda cinco diferentes temas ligados a la sexualidad del ser humano. El formato es bastante digerible y efectivo, con testimonios de expertos y de gente común, abundante material de archivo, animaciones didácticas y la narración en off de la cantante y actriz Janelle Monáe, cuya voz hace más sugerente el relato.

El primer episodio está colocado allí evidentemente por su gancho: las fantasías sexuales. Y se hace previsible que será el capítulo más visto del conjunto, aunque no sea el mejor. No solo se discute sobre las fantasías más comunes, como el sexo grupal o la dominación, sino que se abordan los miedos al sida, la pornografía, el límite entre la violencia consentida y el abuso, entre otros aspectos.

En el segundo episodio, dedicado a la atracción sexual, la serie comienza a tomar un viraje más científico e interesante. Aquí se ofrecen más datos curiosos, como el hecho de que la cultura del Instagram y el Tinder han ido formando patrones reconocibles: mujeres tomándose fotos desde un ángulo superior para realzar sus ojos, y hombres tomándose fotos desde abajo para lucir más imponentes y fuertes. Data estadística para confirmar que la imagen manipulada demanda estar atento al más mínimo detalle.

MÁS ALLÁ DEL GÉNERO

El tercer episodio es el más logrado de la miniserie, con su mirada desprejuiciada a los métodos anticonceptivos. Porque no solo se indaga en su origen e historia, sino que se revela cómo las construcciones sociales, la información e incluso el desarrollo científico han puesto énfasis en los métodos femeninos, con todos los riesgos para la salud de la mujer que ello implica, sin investigar lo suficiente en posibles métodos masculinos, a pesar de que conforman la mitad del problema.

Particularmente interesante es la mención al caso de Bangladesh, un país con altísima tasa de natalidad, pero que implementó un programa de salud reproductiva basado en educación y variedad de opciones anticonceptivas, con muy buenos resultados.

En contraparte a la anticoncepción, la cuarta entrega de “Sexo, en pocas palabras” habla de la fertilidad. Tomando como eje el caso de una pareja que no puede tener hijos, se explican las nuevas técnicas de reproducción desarrolladas en los últimos años, la falta de investigación sobre infertilidad masculina (otra vez) y más detalles poco conocidos, como el impacto del plástico en el organismo y cómo repercute en la salud reproductiva.

La serie cierra con un episodio dedicado al parto y la siempre controvertida discusión sobre las cesáreas o el alumbramiento natural. Se reflexiona sobre el dolor, los supuestos riesgos de la epidural, y otros mitos a ser desterrados. Como menciona una obstetra entrevistada: “Ninguna mujer debería sentir vergüenza por la forma en que trajo a un hijo al mundo. Sin importar la manera en que se haga, el acto siempre será una hazaña”.

Para satisfacer más curiosidades

-El formato “En pocas palabras”, producido por Netflix y el sitio web de noticias Vox, comenzó con dos temporadas de diez episodios cada una, en los que se tocaban temas tan variados como la corrección política, los tatuajes, la vida extraterrestre, el K-pop, la ropa deportiva, el futuro de la carne, la inteligencia animal, y más. Cada capítulo con un promedio de duración de 15 a 20 minutos.

-Posteriormente se estrenó “La mente, en pocas palabras”, que indaga en cinco cuestiones: los recuerdos, los sueños, la ansiedad, la conciencia plena y los alucinógenos.

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