ÓSCAR BERMEO OCAÑA

Hace dos años, Milagros Leiva inició su aventura televisiva. Primero fue un bloque de entrevistas de cinco minutos y al poco tiempo llegó el gran reto: un programa nocturno. No culpes a la noche cumplió dos años esta semana. La periodista reflexiona sobre el camino que ha transitado.

¿Sientes que se han pasado rápido estos dos años? Sí. Siento que ha sido una montaña rusa. Quizá el primer año lo tenga intermitente en mi cabeza, tenía un rollo personal serio, pero en este segundo me siento conectada.

Te formaste en la prensa escrita y la radio. ¿Qué aspectos tomaste en cuenta para salir en pantalla? Manejar el tiempo para la entrevista es lo más difícil en TV. Generalmente, me demoro más de una hora para el periódico. Las interrupciones, como mandar a comerciales cuando le estás jalando la lengua a alguien, son para mí un gran reto.

¿Años atrás ya habías intentado ingresar a la TV? Sí. Se lo había pedido a muchos editores, pero siempre encontraba la puerta cerrada. Recogía mil respuestas. Una de las que más me chocó fue que me dijeran que me interesaba en el terreno psicológico y que eso no vendía. La prueba más grande de que al público sí le interesa es que estamos liderando el horario del cable y la audiencia en el canal. No es por mí; es porque la entrevista es un género delicioso y apasionante.

¿Qué ha cambiado en tu vida desde que sales en pantalla? Me di cuenta de que algo estaba cambiando cuando salía a la calle y me saludaban personas que no conocía. Me ha sorprendido ver cómo algunos personajes que he entrevistado para el Diario cambian cuando se prende la cámara. Lo otro es el tema del maquillaje: yo soy cara lavada, nunca me he pintado, salgo en zapatillas, soy guerrera. En la tele tienes que estar arreglada.

¿Ahora te preocupas más por tu apariencia? No. Si estuviera muy preocupada por eso, seguramente me habría operado el estómago y me habría hecho liposucción porque la dictadura de la imagen en la TV es fuertísima y porque en Twitter, cuando alguien me quiere insultar, lo primero que me dice es gorda. ¿Y cuál es el problema? Podré tener kilos de sobrepeso, pero felizmente tengo algo en la cabeza.

¿Cómo sobrellevas las críticas? Cuando en Twitter y Facebook me insultan y me tildan de cualquier tinte político, ese punto sí me parece bien sorprendente. Me llama la atención la agresividad de gente anónima que, escudándose en un avatar y nombres ficticios, puede tirar barro con ventilador. Me choca porque detesto la agresión gratuita.

¿Cuál es el personaje que más te ha gustado entrevistar? Siempre voy a pensar en Fernando de Szyszlo como un personaje entrañable. Quisiera conversar con él diez horas seguidas. Te regala frases hermosas y, como me gusta escribir, las apunto en mi cerebro. Es un hombre con espesura. Me encantó hablar con Joaquín Cortés, Kevin Johansen, Fonseca. Me gustaría entrevistar a Luis Bedoya Reyes, pero no acepta.

Es curioso porque esos entrevistados no pertenecen al plano político Creo que los políticos tienen muchas corazas. Son pocos los que se atreven a abrir el alma. Sí lo hacen los artistas porque quizá no tengan mucho que perder.

Durante buen tiempo se apostó por abogados y economistas para conducir espacios políticos Los economistas, abogados, filósofos, politólogos, arquitectos y psicólogos han aterrizado en nuestro oficio. No está mal, pero creo que los periodistas también estamos preparados para conducir esos espacios. Hubo prejuicios hacia los periodistas de parte de dueños de empresas y creo que muchos de los profesionales que mencionas no saben entrevistar. Saben hacer monólogos, pero no entrevistas. El requisito más importante para preguntar es saber escuchar. Reconozco que no sé tanto de macroeconomía, que el Código Civil no está en mi cabeza, imagino que no sé tanto de ciencias políticas como alguien que sí estudió eso, pero yo me entrené para escuchar e investigar.

¿Cuál es tu principal referencia de entrevistador en el plano local? Me encanta Jaime Bayly. Lo veo desde que tenía 15 años. Me parece un entrevistador astuto, inteligente, sabe cómo bordear aristas íntimas sin que el personaje le tire un puñete.

¿Te sientes parte de la farándula local? No. Yo no soy artista. Personajes íconos de nuestra farándula son Susy Díaz, Magaly Medina, Gisela Valcárcel, Beto Ortiz y Jaime Bayly.

¿La maternidad es una deuda en tu vida? Voy a luchar hasta el último cartucho. Tengo más de 40, pero sí quiero ser mamá. Si en el camino, pese a mis esfuerzos, no lo logro, nadie podrá decir que no tuve ganas.