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La Ruta de la Seda
Redacción EC

Recorrerla es como revivir el itinerario de Marco Polo, el mercader veneciano que dejó testimonio de su expedición. Si bien la ruta consta de 8 mil km, solo detallaremos el tramo más concurrido por los viajeros, el de Asia Central, entre China y Uzbekistán. Tal y como constató el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, en 1877, la seda fue el producto más comercializado en este camino, que empieza en la ciudad china de Xi’an, cercana a la frontera con Mongolia, y que por siglos atesoró el secreto de la fabricación de la fibra a la que debe su nombre.

A Xi’an llegas en avión o en tren desde Beijing. Allí encontrarás a los Guerreros de Terracota: más de 8 mil estatuas de soldados chinos y caballos diseñadas a escala. Destacan también la Torre del Tambor y la Torre de la Campana, edificios que acogen a dichos instrumentos y ofrecen vistas panorámicas de la urbe. Pero, sobre todo, llama la atención la Gran Pagoda del Ganso Salvaje, un templo budista construido hace más de mil años para la dinastía Tang.

La aventura sigue en Lanzhou, capital de la provincia de Gansu, a la que arribas en tren. Los de la línea G son los más rápidos (350 km/h). Los de la línea K (120 km/h), en cambio, hacen varias paradas, por lo que permiten admirar el río Amarillo. En Lanzhou visita el Museo Provincial de Gansu. Una de sus exposiciones permanentes, “Civilización de la Ruta de la Seda”, reúne 420 reliquias de oro, plata y cerámica. La pieza más admirada: la escultura El Caballo Volador de Gansu. En la noche, un clásico: cenar en Zhengning Road, el mercado callejero. Prueba la sopa de fideos y carne de res o la hamburguesa china, preparada con carne de cerdo deshilachada.

La región de Xinjiang es otro imperdible. Está de 12 a 20 horas en tren desde Lanzhou. En la capital, Úrümqi, conoce a la momia Bella de Loulan, en el Museo de Xinjiang. Además, acude al mercado Erdaoqiao y degusta los famosos melones uigur, de los agricultores de la etnia uigur (asiáticos convertidos al islam). Esta región limita con Uzbekistán, ex país soviético y segunda parte de la travesía.

En Uzbekistán verás tres emblemas de esta senda: Samarcanda, Bujara y Jiva (o Khiva). La primera fue la capital del imperio de Tamerlán. Por eso, rinde tributo a su fundador (Tamerlán) a través de un monumento, así como del Mausoleo de Gur-e-Amir, que alberga su tumba y las de miembros de su dinastía. La plaza de Registán, en el centro de la ciudad, sorprende por la fascinante arquitectura de las madrazas (escuelas islámicas) Begh, Tyllia Kori y Sher Dor.

A 300 km de Samarcanda se sitúa Bujara, la antigua capital del reino samánida. Pese a que el conquistador mongol, Genghis Khan (1206-1227), arrasó con varias edificaciones, el minarete (torre) Kalon, ícono de la metrópoli, se mantiene incólume. Desde Samarcanda hasta Jiva se aconseja tomar un vuelo local (desde US$50). Lo más llamativo del último punto de la Ruta de la Seda es Itchan Kala: una ciudadela protegida por altas murallas en la que resalta la mezquita Djouma. Sin duda, pura magia la de estos destinos.​

DATOS:
- En el 2014, la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad el tramo que va desde Xi’an hasta Tian Shan. Además de sus fines mercantiles, este trayecto permitió la expansión del Budismo.

- La capital Taskent es el centro económico y cultural de Uzbekistán

GUÍA DEL VIAJERO
​¿Cómo llegar?
Vuela de Lima a Beijing en American Airlines, Air Canada o KLM, desde US$2.600. Cada línea aérea realiza una escala en Dallas, Toronto o Ámsterdam, respectivamente.

¿Dónde alojarse?
Xi’an: Ziction Liberal Hotel tiene habitaciones desde US$65, mientras que en el Skytel Hotel la noche está desde US$35.
Lanzhou: entre las opciones figuran el Changxin Hotel (desde US$50) o el hotel Lanzhou Eastern (desde US$34).
Taskent: Uzbekistán Hotel cuenta con habitaciones desde US$74; el hotel Hyatt Regency; desde US$160.

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