Natalia Parodi: "¿Ya no te provoca?"
Natalia Parodi: "¿Ya no te provoca?"
Natalia Parodi

A Rafaela su esposo no la toca desde el embarazo de su primera hija. Él dice que todo iba bien hasta que la preocupación de no dañar al bebé pareció disminuirle la libido. Al nacer la bebé, la situación no mejoró. Las malas noches y el cansancio de ambos anulaban toda posibilidad de acostarse para otra cosa que no fuera dormir. De eso ya van cinco años y su vida sexual es inactiva. 


Zoila ocupa buena parte de su tiempo en lucir espectacular. Va al gimnasio, cuida lo que come, se compra ropa sexy y acude con regularidad a la peluquería. Pero desde hace unos años tener intimidad sexual con su pareja le resulta poco estimulante. Ya no siente ese tipo de conexión con él y aunque muchas veces accede, no lo disfruta tanto. En realidad, desea que sea poco frecuente.


Orlando trabaja de lunes a sábado. Nunca apaga el celular y atiende asuntos laborales hasta los domingos. Todo es urgente y vive estresado. Duerme poco y su mente está inundada de preocupaciones. Cuando su esposa intenta seducirlo, él se incomoda. Incluso le argumenta que la vida sexual está sobrevalorada y que al cabo de algunos años, lo normal en el matrimonio es que el sexo sea eventual. Ella se resigna y esconde su deseo, entristecida y frustrada.


Carlos sintió que Laura ya no era tan apasionada como antes y que encontraba excusas absurdas para evitar los encuentros sexuales. Los argumentos variaban desde el clásico dolor de cabeza, pasando por no querer hacer bulla por los vecinos, a distintas infecciones urinarias de cuya veracidad él comenzaba a dudar. Un día explotó y le dijo que era imposible tener un matrimonio sin sexo. Solo consiguió alejarla más.


Vemos en el cine, en la televisión y en la publicidad personajes sexualizados, mujeres erotizantes, hombres sexys, escotes, músculos, comerciales de condones, de champú y hasta de galletas adornados de belleza y sensualidad. Escenas de cama románticas o calientes, besos apasionados, personas que al día siguiente se despiertan tan bellas como se acostaron. Pero la sexualidad es más compleja que eso.


«Es difícil hacer el amor pero se aprende», dice el poema de Antonio Cisneros. No es fácil. Y no porque haya que aprender un complicado manual de técnicas e innovaciones, sino porque cada persona es única, y al unirse a otra el reto está en explorarse, permitir conocerse mutuamente, dejar ser al otro, permitirse uno mismo descubrir y expresar lo que a uno le gusta, respetar sin censurar, lograr complicidad.


La desconexión sexual puede ocurrir en cualquier momento. Y cuando sucede es un asunto sensible y delicado porque se entra en una terrible paradoja: se quiere que al otro le nazca acercarse, pero si se le exige, ya deja de ‘nacerle’ para volverse obligación. Sin embargo, si no se le dice nada, no se sabe hasta cuándo no le volverá a nacer. Y entretanto, el malestar crece.


Tal vez el esposo de Rafaela tiene dificultad en verla de nuevo como un objeto de deseo, ahora que ella es madre. O quizá la vida sexual de Zoila y su esposo se volvió rutinaria. Puede ser que Orlando crea que el sexo en el matrimonio no es tan importante o posiblemente su libido es más baja que la de su mujer. Y puede ser también que Laura tenga la mala suerte de sufrir frecuentes dolores de cabeza y demás problemas.

Pero todos olvidan tomar algo en cuenta: si bien es importante respetar nuestros sentimientos y preferencias, al compartir nuestra vida con alguien también hay que tomar en cuenta lo que él o ella siente y necesita. Un amigo dice: «¿y por qué no se quitan la ropa y luego ven qué pasa?». Es una manera juguetona de evidenciar que al final todo depende de la actitud con la que lo afrontemos.


¿Esto supone acceder a tener sexo indeseado por cumplir? No. Significa no minimizar el sentir del otro. Conversar. Expresarse. Escuchar. Ver la forma de llegar a un punto de encuentro sin que uno tenga que someterse ni renunciar a sentirse bien. Se puede. Si se hace sin exigencias y con cariño. Y si no lo logran solos, acudan a una terapia de pareja. La libido, las ganas, no desaparecen de la nada. Algo ha ocurrido y será importante descubrirlo juntos para poder desatracarse como pareja y retomar la complicidad y el cariño del placer compartido.

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