Verónica Linares: "Flores para Mercedes"
Verónica Linares: "Flores para Mercedes"
Verónica Linares

En un almuerzo recordábamos con unos amigos -que no son periodistas- lo raro que fue el proceso electoral de la primera vuelta. Imposible negar el desorden generado por las exclusiones, tachas y renuncias de algunos candidatos presidenciales. Con una ley de partidos políticos aprobada por insistencia del Congreso y sin la venia del Ejecutivo que se publicó cuando los candidatos ya habían inscrito sus planchas y estaban haciendo mítines. El mismo 10 de abril hubo colas gigantescas, votantes desorientados, sistemas de voto electrónico colapsados y quejas por doquier. Ese día fue el corolario de una campaña nefasta.

En la mesa, el consenso era que una o varias manos negras impidieron que “otros” candidatos llegaran a la segunda vuelta. Entiendo que cerca de un 40% del electorado tenía a otros favoritos para la segunda vuelta, pero de ahí a pensar que alguien haya orquestado ese caos me parece una teoría muy articulada para un país tan desordenado como el nuestro. 

Solo por mencionar un ejemplo, recordemos al candidato de la lampa. Subía como la espuma y sus seguidores se veían celebrando el pase a segunda vuelta hasta que las encuestas dijeron que se había estancado y luego que empezaba a bajar. Y entonces recurrió a la típica frase de un político cuando no sabe cómo defenderse: “Es una campaña en mi contra”. Me pregunto si su entorno habrá analizado lo que le hizo a una candidata a la vicepresidencia, creo que ese fue un punto de inflexión en su campaña. 
Ocurrió cuatro días antes del debate presidencial. Ese día, el Consejo de la Prensa Peruana había invitado a los postulantes a la firma de “Los principios de Lima”, una declaración que promovía el respeto a la libertad de expresión y el acceso a la información pública. 

Como eran días ajetreados, casi todos los candidatos presidenciales estaban cumpliendo actividades al interior del país. Es así como solo tres asistieron y el resto fue representado por sus candidatos a la vicepresidencia.

En unas de las mesas estaban Marcial Ayaipoma, Marco Arana, Mercedes Araoz y José Chlimper. El candidato presidencial de Acción Popular entró al escenario y le dio la mano a Chlimper, se saltó a Araoz, continuó con Arana y Ayaipoma. Firma el documento, habla y decide marcharse. Se despide con palmoteada en la espalda y dando la mano a Ayaipoma, Arana,vuelve a ignorar a Araoz y finaliza con Chlimper. En el video del incómodo momento se nota con claridad que la candidata a la vicepresidencia comenta a otro candidato: “¡Te dije que no se despediría!”

Los voceros de Acción Popular dijeron que fue un malentendido y que el candidato lo subsanó con un ramo “gigantesco” de rosas rojas pidiendo disculpas. Cuando se le consultó a Araoz, dijo que nadie le había mandado nada y que no las recibiría, pues estaba harta de ver cómo los hombres maltrataban a las mujeres y luego creían que con regalos o flores las cosas se solucionan. 

Basta de creernos sensibles o románticas y pensar que con unos chocolatitos, envueltos delicadamente, vamos a pasar por alto que nos traten como si fuéramos invisibles. Es como golpear, esconder la mano y con la otra mostrarnos una margarita: machista. Es tan común ver en los trabajos a mujeres sobresalientes que deben lidiar con compañeros que intentan menospreciarlas  -tal vez por celos profesionales- y  no las dejan opinar o se hacen los que no las vieron o no les hablan a los ojos o dicen no acordarse de sus nombres. No queremos regalitos: solo que nos traten con respeto.
Por eso, la respuesta de Araoz  me pareció genial, pero en ese momento me abstuve de aplaudirla en público, para que no se crea que formaba parte de esa supuesta campaña montada contra del candidato. Hoy, que no pasó a la segunda vuelta, puedo decirle que nunca creí en sus disculpas.

No es verdad que estaba apurado, porque se acercó a cada uno de los políticos, menos ella, que estaba al medio. Tampoco es verdad que no se dio cuenta que ella estaba ahí, porque así no la hubiera reconocido –que es casi imposible- por educación se le da la mano o todos y no lo hizo. 

Después del debate, intentó arreglar las cosas y en un detrás de cámaras de un canal de televisión se vio al candidato acercarse a ella a darle un beso. Sus primeras palabras del discurso fueron para pedir perdón por los errores cometidos en campaña, pero fue una reacción tardía: ya estaba en la lona. 

¿Qué podría ser eso tan grave que Mercedes Araoz le hizo para no merecer ni su saludo? ¿Quitarle la candidatura aprista en el 2011? Nada justifica su actitud y creo que los electores pensaron lo mismo y prefirieron voltearle la cara -así como él hizo con ella- para mirar otras alternativas.  Aquí la única “mano negra” que vi fue la de la malcriadez. Nada que pudiera limpiarse con unas rosas rojísimas que al cabo de una semana terminan marchitas.

 

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