El ministro brasileño de Turismo, Gastao Vieira, instó a los empresarios del sector, principalmente a los hoteleros, a cobrar precios justos durante los eventos deportivos que Brasil organizará en los próximos años, incluyendo la Copa Confederaciones de junio y el Mundial de 2014.
Es necesario que el empresario sea consciente de que tiene que cobrar un precio justo, estándar, para no ahuyentar a los turistas, afirmó el ministro en una entrevista a radios regionales de Brasil.
Según Vieira, si el sector quiere aprovechar el impulso provocado por las grandes competiciones deportivas que el país organizará, incluyendo los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, y hasta por eventos como la Jornada Mundial de la Juventud, que contará con la presencia del papa Francisco, no puede dejar la impresión de que los precios del turismo en Brasil son exorbitantes.
Los eventos deportivos tienen plazo para acabar y los establecimientos no pueden quedarse con la fama de que son caros porque tendrán que sobrevivir cuando se acaben estos eventos, afirmó.
RÍO, UNA PLAZA MUY CARA La advertencia fue hecha tras la divulgación por parte del propio Gobierno de un sondeo hecho entre hoteles de once de las ciudades más turísticas del mundo y que muestra que el hospedaje en Río de Janeiro es el tercero más caro, por detrás tan solo de Miami (EE.UU.) y Punta Cana (República Dominicana).
Las autoridades brasileñas han admitido en diferentes oportunidades que los hoteles elevaron significativamente sus tarifas durante eventos como la Cumbre Río+20 que Río de Janeiro organizó el año pasado y la Copa Confederaciones del próximo mes.
El ministro recordó que en febrero pasado, luego de que el Gobierno detectara un aumento abusivo de las tarifas en los hoteles para mediados de este año, los empresarios del sector firmaron un documento en el que se comprometieron a armonizar los precios.
En la ocasión el Gobierno se comprometió a no sancionar a los hoteleros desde que cumplan su acuerdo.
Según Vieira, las tarifas excesivas pueden comprometer el plan del Gobierno de elevar a Brasil desde el sexto hasta el tercer lugar en la lista de mayores potencias turísticas del mundo, por detrás de China y Estados Unidos.