AARÓN ORMEÑO @aaronormeno
Lo mejor de Cartagena de Indias se conoce caminando. Al pasear por el Centro Histórico de la ciudad, el visitante queda impresionado por una arquitectura que se encuentra muy bien conservada. Las casas sorprenden por la belleza de sus balcones y la alegría de los colores. Las iglesias, los barrios y las plazuelas están llenas de historias que siempre tienen cierto componente religioso y hasta mágico.
Álvaro Matorel Buelvas, guía turístico nacido de Cartagena, menciona que el Centro Histórico de esta ciudad es realmente lo más bello que se puede encontrar en su país. Se muestra orgulloso al mencionar la distinción del lugar como Patrimonio de la Humanidad otorgada por la Unesco en 1984. Rápidamente pide a los visitantes que miren siempre los balcones de las casas, los cuales representaban antiguamente la nobleza de las familias.
“Quien viene a Cartagena debe perderse voluntariamente, por así decirlo, por sus históricas calles. Lo que hay aquí es muy bonito. Antes las casas eran blancas y los balcones de colores oscuros, pero ahora se le está dando color a Cartagena, siempre respetando su estructura de época. No se puede alterar nada. Acá se han filmado muchas películas y telenovelas, pero mejor que verlo por una pantalla es caminar aquí”, dice.
MITOS Y LEYENDAS El Callejón de los Estribos destaca por sus elegantes casas. Se llama así por los muros laterales que sostienen a la Iglesia de Santo Domingo, la más antigua de la ciudad (1559). “Se dice que el diablo trató de tumbar este templo hacia un lado, por eso le construyeron esos refuerzos”, cuenta Matorel.
Otra cosa que se dice al respecto es que pasados los años de la construcción de la iglesia, notaron que los cimientos estaban cediendo. Había un error de ingeniería, por lo que era necesario reforzar las estructuras. Al realizar esta obra, la calle quedó más estrecha. Cuando el visitante termina su recorrido, llega a la Plaza de Santo Domingo. Ahí se puede encontrar una escultura del artista Fernando Botero: una mujer llamada Gertrudis a la que muchos le tocan los senos para tener suerte en el amor.
EL CLAUSTRO Y EL MACHO CABRÍO El Cerro de La Popa es la parte más alta de Cartagena. Desde ahí se tiene la mejor vista y se puede ver la zona moderna, la tradicional y por supuesto el mar. De lejos se oye el murmullo de la música que nunca falta. En este mirador se encuentra el llamado “Salto del Cabrón”, cuya historia va ligada con un culto que muchos lugareños catalogan como satánico.
“Cuenta la historia que negros e indios adoraban a un cabro de oro que era llamado Buziraco. Lo adoraban para invocar al demonio. Justo en esa época, la Virgen de la Candelaria se le aparece a un sacerdote llamado fray Alonso de la Cruz Paredes cuando estaba en el desierto de Ráquira (Boyacá). Ella le pidió que vaya a Cartagena y construya en lo más alto un convento. Cuando el religioso llegó al cerro, acabó con las adoraciones al macho cabrío tirando el ídolo desde lo alto. A eso se le llama el Salto del Cabrón”, explica Matorel.
DEVOCIÓN A LA CANDELARIA Una vez que acabaron con el culto al macho cabrío procedieron a construir el monasterio en 1607. Actualmente es uno de los principales atractivos de Cartagena y cuenta en su interior con floridos portales de época en los que el visitante parece perderse en el tiempo.
Cientos de fieles van a la capilla del monasterio. Ellos le piden algo a la Virgen de la Candelaria. Muchas veces van por salud. Cuando se sienten mejor o cuando se curan, le agradecen con exvotos, pequeñas ofrendas de oro o plata. En ellas representan el órgano o la parte del cuerpo donde antes se tenía la dolencia. Esta es una de las expresiones más comunes de la fe y la tradición en Cartagena, un lugar donde la conservación del patrimonio material e inmaterial es la base de su actividad turística.