Muchos recorridos por ciudades europeas bien merecen incluir un paseo por la tranquilidad de sus camposantos, ya sea para visitar tumbas de personaje ilustres o para disfrutar de su patrimonio. Los amantes del arte fúnebre o del denominado “necroturismo” tienen una oferta muy amplia y variada en Europa, donde casi una treintena de cementerios de 18 países forman parte de la ruta de cementerios históricos de la Unión Europea donde se practican enterramientos para creyentes de diferentes religiones.

París no solo es la ciudad de la luz y del romanticismo. En esta urbe también se encuentra el camposanto de Père Lachaise, considerada una de las necrópolis más célebres de mundo por varios motivos.

Destacan el valor artístico de sus panteones, monumentos y mausoleos y, también por acoger los restos de personajes históricos como Molière y Lafontaine. Se inauguró en 1804 en lo que entonces eran las afueras de la ciudad y hoy recibe millones de visitas al año para ver las tumbas de Chopin, Oscar Wilde, Proust, María Callas o el cantante de rock Jim Morrison.

También en París está el cementerio de Montparnasse, donde descansan los restos del argentino Julio Cortázar y el peruano César Vallejo, entre otros notables intelectuales.

En la ruidosa Roma hay varios lugares donde se puede disfrutar del silencio. Uno de ellos es el cementerio no católico, conocido como el cementerio de los poetas. A la sombra de la Pirámede Cestia, construida en el año 12 a. C. como sepulcro para el pretor romano Cayo Cestio, yacen los retos de 4.000 almas, en su mayoría extranjeras, de protestantes, ateos y judíos. El cementerio está gestionado por las embajadas de 14 países y permite leer extractos y poemas enteros por tumbas y panteones.

En Praga se encuentra uno de los barrios judíos más antiguos de mundo. En el barrio de Třebíč hay más de cien construcciones bien conservadas, dos sinagogas, el ayuntamiento judío, la Casa del Rabí o casa de caridad, colegio u hospital. Merece la pena un paseo por sus callejuelas, tomar algo en una terraza y, como no, visitar uno de los cementerios judíos más clásicos, donde reinan el silencio y el musgo sobre las lápidas.

En Turquía, en concreto, en Estambul, la Mezquita de Eyüp tiene en sus aledaños un impresionante cementerio. Cerca del Cuerno de Oro, se supone que murió Eyüp, uno de los colaboradores del profeta Mahoma. Numerosos peregrinos se acercan a este lugar que también merece una visita.

Londres y su camposanto de Highgate, conocida por sus vampiros; Ámsterdam y su cementerio del Oeste, convertido en una reserva de animales, plantas y árboles o el Cementerio de los Placeres de Lisboa son otras de las muchas necrópolis que no hay que perderse.