MARÍA PÍA BARRIENTOS Redacción Online

Aunque está acondicionado en un antiguo camión de bomberos, el propósito de El Fuego no es apagar incendios, sino encender la capital estadounidense a punta de los peruanísimos potajes fusión que allí se cocinan. Estos buscan preservar la tradición de nuestra gastronomía, pero adaptándola al gusto estadounidense.

En octubre del año pasado este particular camión de comida peruana salió por primera vez a las calles de Washington dispuesto a conquistar. En su primera travesía ancló a solo unas cuadras del Capitolio. Actualmente ya cuenta con una fiel clientela y suele pasearse por la calle que congrega a más de 35 embajadas, Massachussets Avenue, donde conquista a los trabajadores con su sabor a peruanidad.

A la hora del almuerzo el restaurante móvil atiende diariamente entre 100 y 200 personas, según cuenta a elcomercio.pe el hombre detrás del negocio, el chef Manuel Alfaro, quien además ya tiene planes para adquirir un segundo camión.

“El plato emblema de El Fuego es el lomo saltado. Todo el mundo le da 5 estrellas. Ofrecemos también versiones con pollo, tofu y camarones. Otro que ha tenido gran auge es el pan con chicharrón. Yo estudié arte culinario en España y he incorporado esas recetas en el lechón”, cuenta Alfaro, puertorriqueño de nacimiento y confeso enamorado de nuestro país.

En El Fuego se venden también tamales, salchipapas, yucas fritas, chicha y hasta una crema de quinua. Los platillos cuestan entre US$3 y US$10.

ENAMORADO DEL PERÚ Aunque nació en Puerto Rico y a los 11 años se mudó a Estados Unidos, Manuel Alfaro también se considera peruano. Está casado desde hace décadas con una trujillana. Gracias a ella, aprendió a querer a nuestra tierra.

“Desde que viajé con mi esposa a Trujillo me enamoré del Perú, de su gente, de su cultura y su comida. Es como mi patria. Tengo mi casita en Trujillo y ese va a ser nuestro lugar de retiro. No me gustan las ciudades grandes”, afirma el chef.

Alfaro estudió gastronomía en España, luego volvió a Estados Unidos y trabajó por años en restaurantes. Sin embargo, aunque muchos le preguntan cuándo pondrá el suyo propio, el niega con la cabeza.

“Yo no quiero volver a las 4 paredes. El camión me ha hecho promover el sabor peruano”, dice convencido.