Silencio, se mata, titulaba en noviembre el diario local La Provence tras un nuevo tiroteo en la ciudad de la Costa Azul. Y es que el año pasado murieron más de 20 personas por disparos en Marsella, en su mayoría en ataques vinculados al tráfico de drogas.

Esta ciudad portuaria, famosa por su comida, su pasión futbolera y por dar nombre al himno nacional francés, tiene ahora la oportunidad de cambiar su imagen mafiosa al convertirse en una de las dos Capitales Europeas de la Cultura, junto con la eslovaca Kosice. Y no se ha ahorrado en esfuerzos para su programa cultural, que oficialmente arranca el sábado.

RENOVADA OFERTA CULTURAL Desde que Marsella y la región de La Provence fueron elegidas en 2008, cientos de millones de dinero público han sido invertidos en acicalar y ampliar su infraestructura cultural. En junio se abrirán dos nuevos centros culturales en los muelles de la ciudad, y ambos apuntan alto en lo que a su arquitectura se refiere.

El centro de exhibiciones y conferencias Villa Meditérranée está construido con forma de C y se adentra en el mar: la parte más baja está por debajo del nivel del agua, mientras que la mitad más alta sobresale con su estructura futurista.

A un tiro de piedra, en el puerto antiguo, se encuentra el Museo de Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo (Mucem). Su objetivo es iluminar el papel de la ciudad como puente entre África y Europa.

Construido con la forma cúbica de una kasbah o fortaleza árabe y cubierta con un revestimiento de entramado al estilo musulmán, el museo evoca el vínculo de Marsella con el norte de África a través del agua. No en vano, cerca de un quinto de marselleses son de origen árabe, en su mayoría argelino.

Los dos nuevos centros albergarán algunos de los 900 eventos previstos en Marsella y varias ciudades de los alrededores, entre ellas Aix-en-Provence y Arlès. La metrópolis mediterránea espera recuperar los casi 100 millones de euros (131 millones de dólares) invertidos en su programa cultural con un enorme flujo de turistas.

Quienes se decidan a visitarla encontrarán una ciudad generosa, que se alegra de ser auténtica, frente a la altiva París, y donde todos son orgullosamente marselleses, sin importarles la religión o el color de la piel.

EXPERIENCIA TRANSFORMADORA Para algunas Capitales Europeas de la Cultura, como la ciudad francesa de Lille (2004) o la británica Liverpool (2008), la experiencia fue transformadora. Otras, en cambio, gastaron mucho y recuperaron poco en cuanto a resultados tangibles.

Lille utilizó aquel año para borrar la imagen de ciudad gris e industrial del norte y exhibir su increíble arquitectura, mientras que un estudio posterior mostró que por primera vez en décadas, en 2008 las noticias positivas sobre Liverpool superaron a las negativas. En ambas ciudades, el número de visitantes aumentó un 20 por ciento.

MILLONES DE VISITANTES El tandem Marsella-La Provence se propone conseguirlo con la llegada de entre siete y ocho millones de visitantes.

En la noche del sábado, cuando se inauguren oficialmente los actos por la capitalidad, tras un luminoso desfile el ruido reinará en 30 puntos de la ciudad. Habrá de todo, desde música coral en la ópera, gospel en un club de jazz, hasta cacofónicos gemidos de deseo femeninos en un teatro.