A cien kilómetros de Sidney se alzan las Montañas Azules y unos parajes patrimonio de la humanidad que permiten al visitante fundirse con la naturaleza y la mitología y cultura de los aborígenes australianos.
Las Montañas Azules ofrecen distintas alternativas, desde acampar hasta dormir en hoteles de lujo, desde probar la típica tarta salada del lugar acompañada de una cerveza o pedir té con los pastelillos “scones” hasta disfrutar de la moderna cocina australiana en un restaurante exclusivo.
Una de las elecciones más populares es participar en un rito de iniciación oficiado por un guía aborigen que le narrará la leyenda de las Tres Hermanas y de otros enclaves, le llevará a un campamento de hace 12.000 años de antigüedad y le dará a probar el “bush tucker”.
Los antiguos habitantes de Australia preparan el “bush tucker” con los productos que ofrece la tierra, como tomates, ciruelas, semillas, larvas de polilla que saben a nuez y carne, bien de canguro, emú, wallabí o ave, entre otros ingredientes.
El guía aborigen destacará las marcas en rocas volcánicas que dejaron las hachas de los trogloditas, revelará los senderos que conectan los lugares sagrados, describirá la flora y la fauna y mostrará los lugares donde poder bañarse en aguas de montaña batidas por una cascada.
Los primeros colonos británicos que contemplaron las Montañas Azules describieron una cadena montañosa de tono azul grisáceo, abundante en bosques tupidos, acantilados, cascadas y desfiladeros impenetrables.
MONTAÑAS DE LEYENDA Desde Punto Echo se pueden apreciar las “Tres Hermanas”, unas formaciones rocosas que se alzan a más de 900 metros de altitud sobre el nivel del mar y que mudan de tonalidad con las variaciones de luz, como si se cambiaran de vestido.
Una leyenda aborigen cuenta que en el “Tiempo del ensueño” las hermanas Meehni, Wimlah y Gunnedoo, de la tribu Katoomba, eran hermosas como ninguna otra. Quiso el destino que se enamorasen, y fuesen correspondidas, de tres hermanos de la tribu Nepan, con la que estaban en guerra.
Uno de los magos de Katoomba descubrió la pasión prohibida y para evitar que los enamorados las raptasen las convirtió en piedra, con la intención de retirar el conjuro cuando acabase la guerra entre ambas tribus, pero murió y las hermanas siguen esperando a sus amados.
Otra leyenda dice que las tres eran hijas del mago Tyawan, quien las convirtió en piedra para salvarlas del ataque de un Bunyip, una criatura de la mitología aborigen también llamada kianpraty.
El animal se volvió contra el chamán y este huyó transformado en pájaro lira, pero en la huida perdió para siempre su vara mágica y nunca pudo devolver a la vida a sus hijas.
HOGAR ABORÍGEN Los aborígenes han habitado estas montañas desde hace miles de años, como prueba el legado que dejaron en la Cueva de las Manos Rojas, que conserva impresiones milenarias de manos de adultos y niños.
Las cuevas de Jenolan, cuyo interior se mantiene a 15 grados todo el año, atesoran ríos subterráneos, formaciones prehistóricas y cavernas de una acústica natural increíble en las que se ofrecen conciertos mensuales. Cerca del pueblo de Leura reptan caminos sinuosos y empinados que se adentran por los bosques de eucaliptos y cascadas.
Quizás el reto más atractivo de los amantes de la aventura y la vida al aire libre la caminata de tres días a lo largo de 44 kilómetros desde el pueblo de Katoomba hasta las cuevas Jenolan.
Este sendero fue marcado originalmente en 1884 como un atajo para permitir el tránsito de caballos hasta las cuevas Jenolan.
Una ruta más sencilla y rápida es la de Princes Rock Walk, que ofrece las vistas de Wentworth Falls, Kings Tableland y Mount Solitary.