Un nuevo museo de historia judía abre sus puertas en Polonia esta semana para centrarse en esta ocasión en una dinámica sociedad que ha vivido en el país durante siglos, pero cuya historia, para muchos, ha sido eclipsada por unos campos de exterminio nazis que prácticamente acabaron con ella.
Cada año, cerca de 1,5 millones de personas visitan Auschwitz, el campo de concentración nazi situado en el sur de Polonia que se ha convertido en el espeluznante emblema del Holocausto.
En la capital de Polonia quedan pocos rastros de lo que fue durante generaciones una de las mayores comunidades judías de Europa, más allá de un par de monumentos conmemorativos situados en tranquilas calles y una sinagoga apartada tras un enormes bloques de apartamentos de la era comunista.
El Museo de Historia de los Judíos Polacos en Varsovia tratará de enseñar a la gente el rico pasado de la comunidad y, según sus comisarios, podría también ayudar a disipar las sospechas que aún hoy, siete décadas después del Holocausto, siguen detrás de los judíos en algunas partes de la sociedad polaca.
Quiero que este museo sea un museo de vida, no un museo de muerte, dijo Andrzej Cudak, director del museo.
1.000 AÑOS DE HISTORIA El museo, el primero de este tipo en Polonia, se encuentra en una calle que formó parte del gueto de Varsovia. En su parte frontal, los ondulantes muros del edificio se separan, simbolizando la ruptura del Holocausto.
Abre sus puertas el viernes, 70 años después del día en el que grupos de jóvenes judíos del gueto, que recogieron o improvisaron armas, iniciaron una revuelta contra las tropas alemanas. El levantamiento fue aplastado un mes más tarde.
Por ahora, el museo solo albergará exposiciones temporales, pero, una vez que se encuentre a pleno funcionamiento el año que viene, acogerá piezas que narren los 1.000 años de historia de los judíos en Polonia.
Este no va a ser otro museo sobre el Holocausto, dijo Robert Supel, un director de proyecto del museo.
Una de las ocho galerías se dedicará al Holocausto, según dijo, pero principalmente estamos hablando sobre la vida, estamos hablando sobre la cultura, estamos hablando sobre el intercambio de influencias de naciones, estamos hablando sobre todos los aspectos de la vida judía en Polonia desde el inicio del período medieval.
UNA COMUNIDAD DISCRETA Antes de la Segunda Guerra Mundial, más de tres millones de judíos vivían en Polonia. Al final de la misma, el 90% de ellos había muerto.
El museo se convertirá en el símbolo más visible en Varsovia de la presencia judía, que es sorprendentemente discreta.
Otras capitales del este de Europa en la que los judíos también fueron exterminados han visto un limitado resurgir de sus comunidades judías desde el final del periodo comunista hace dos décadas.
Pero tan solo 7.500 judíos viven en Polonia, según un censo elaborado en el 2011, aunque el dato real es probablemente mayor. En la capital quedan pocas sinagogas. Es raro ver a nadie por la calle vistiendo una kipá o la fedora de los judíos ortodoxos.
Las actitudes antisemitas podrían ser parte de la razón de este perfil discreto. No hay antisemitismo en la vida pública en Polonia, al contrario que en la vecina Hungría, donde un miembro de la extrema derecha en el parlamento pidió el año pasado que se elaboraran listas de judíos. El gobierno polaco ayudó a financiar el museo.
No obstante, el antisemitismo de perfil bajo sí está presente, desde cánticos en los estadios de fútbol donde las aficiones utilizan el término Zyd (judío) como un insulto que intercambian con los seguidores rivales, hasta grafitis en las paredes de los suburbios.