Pocos han sobrevivido a tantos ataques como la Sirenita de Copenhague, estatua que representa a la protagonista del cuento de Hans Christian Andersen que lleva el mismo nombre. En dos ocasiones fue decapitada, otra vez le cortaron el brazo y en otra ocasión la arrancaron de su roca. A pesar de todo, la escultura más famosa de Dinamarca celebrará este viernes sus 100 años de vida.

Fue el propietario de la fábrica de cervezas Carlsberg, Carl Jacobsen, quien en 1913 regaló a la ciudad esta figura de bronce y granito. Al parecer, había visto en el Ballet Real una representación de una obra inspirada en el cuento clásico, en el que la Sirenita lo deja todo por el amor de un apuesto príncipe. Todas las mañanas, la joven nada hasta la superficie y aguarda sobre una roca con la esperanza de poder verlo.

Conmovido, Jacobsen encargó al escultor Edvard Eriksen que realizara una sirena.

Así, desde 1913, la escultura de 1,25 metros está encallada sobre una roca junto a la bahía en el parque Langelinie, a unos 15 minutos del famoso puerto de Nyhavn. En temporada alta, pueden llegar a sentarse a su lado hasta mil turistas por hora para inmortalizarla en una fotografía.

Aunque su contacto permanente con los visitantes ha dejado sus huellas en la efigie, la propuesta de las autoridades de apartar la escultura un poco de la orilla cosechó rechazo entre la población.

Con todo, la administración tenía sus razones, puesto que la Sirenita de mirada melancólica ha sufrido todo tipo de agresiones a lo largo de su vida. En 1964 y 1998 fue decapitada. La primera cabeza no apareció jamás, pero la segunda fue devuelta unos días más tarde. En 1984 le arrancaron el brazo derecho y en 2003, toda la escultura, que pesa 175 kilos, fue arrancada de su zócalo y lanzada al agua.

HERRAMIENTA PROPAGANDÍSTICA La pequeña sirena también ha protagonizado varias polémicas políticas: un grupo de turistas le colocaron un pene de plástico en el Día Internacional de la Mujer, en otra ocasión la cubrieron con un burka en el que se leía un manifiesto contra la entrada de Turquía en la Unión Europea. Quizá por eso, para la Sirenita pudo ser un alivio cuando en 2010 la trasladaron a Shanghai durante seis meses para una exposición. Eso sí, en casa se la echó de menos.

Ahora, por su cumpleaños, los daneses vuelven a dejar claro lo mucho que les importa su sirena. Durante todo el fin de semana rendirán homenaje a la escultura y al cuento de Andersen con espectáculos de danza y musicales, coloquios, conciertos y fuegos artificiales. Pero el gran día será el viernes, cuando 100 jóvenes en bikini salten al agua formando el número 100, un espectáculo que atrae cada año a miles de curiosos.