Las islas más remotas de Tailandia como Koh Lipe, antaño a salvo del costo ambiental y social del turismo de masas, se ven amenazadas por la expansión de los vuelos de bajo costo y el desarrollo sin control.
Las playas de aguas turquesa y arena blanca bajo las sombras de las palmeras son el perfecto atractivo para los miles de turistas que visitan Koh Lipe durante la temporada alta, en la época seca, e incluso durante el monzón.
PROBLEMAS DEL PROGRESO El turismo ha provocado el crecimiento económico de la isla, con hoteles, restaurantes y bares por doquier, pero también un problema medioambiental por el exceso de basura y social, debido a la situación de vulnerabilidad de la minoría urak lawoy.
Este pueblo, también conocido erróneamente como los gitanos del mar, se beneficia llevando de excursión a los turistas en sus botes para visitar otras islas, pescar (aunque en muchos lugares es ilegal) o practicar snorkel.
Estas excursiones dejan montañas de envoltorios de poliestireno en otras islas deshabitadas como Koh Hin Ngam, donde una leyenda del dios de Tarutao amenaza de muerte al que se lleve una de sus emblemáticas piedras negras, aunque nada dice de los que tiran la basura.
MINORÍA DESPLAZADA Los urak lawoy, que llegaron hace siglos desde los territorios que hoy conforman Malasia e Indonesia y hablan una especie de dialecto malasio mezclado con tailandés, lamentan que los operadores turísticos han ido empujándolos hacia el interior de la isla para poder ampliar sus negocios.
Nosotros llevamos aquí varias generaciones, pero luego llegaron los tailandeses y compraron las tierras. Ahora tenemos que pagar un alquiler y movernos continuamente para hacerles sitio, explica a Efe Lopatum, un pescador de 40 años.
Según este urak lawoy, los tailandeses prácticamente engañaron a los locales al pagarles unos 5.000 bat (unos 156 dólares o 116 euros) por rai, una medida de superficie tailandesa que equivale a unos 4 metros cuadrados.
A veces la situación es tensa. Porque ellos vallan sus propiedades y nos empujan hacia el interior. También a veces pelean entre ellos, y han traído drogas a la isla, se queja Lopatum.
No obstante, los miembros de esta comunidad, que antaño solían vagar de un lugar a otro en sus embarcaciones, admiten que las autoridades les han concedido la ciudadanía, así como la oportunidad de recibir educación primaria, aunque en tailandés.
PLAYAS PARADISÍACAS Con un área de unos 1,6 kilómetros cuadrados, la pequeña Koh Lipe se encuentra en el extremo sur de Tailandia, en el mar de Andamán, dentro del parque natural de Tarutao y al borde de la frontera con Malasia.
Se trata de la única isla del parque donde está permitida la urbanización, lo que se ha convertido en una fiebre del hormigón con el turismo de los últimos años.
Esta zona, popular por sus playas paradisíacas, la diversidad biológica en las islas y por contar con algunos de los mejores lugares para el buceo, se encuentra un tanto apartada de las rutas turísticas habituales.
Sin embargo, las ofertas de las aerolíneas de bajo costo, que incluyen el vuelo, vehículo y lancha hasta la isla, han provocado un aluvión de visitas, aumentando el número de los turistas incluso en la época de lluvias (entre mayo y octubre).
Tras desembarcar en una de sus prístinas playas, uno se encuentra con que en el interior de la isla se desparraman numerosas construcciones sin orden aparente y ya apenas queda zona boscosa en el interior.
Un barco navega unos 70 kilómetros desde el continente para recoger la basura, lo que no evita que parte termine en el mar, que la devuelve muchas veces a algunas de sus playas arrastrada por las corrientes, dejando un rastro de botellas y plásticos en la arena.
UN PUEBLO CON TRADICIÓN Se cree que los urak lawoy llegaron hasta las islas de Andamán hace unos dos siglos huyendo de las guerras y otras catástrofes de lo que hoy es Malasia e Indonesia, donde practicaban una mezcla de animismo e islam.
Una vez en tierras del antiguo Siam, se convirtieron al budismo, aunque sin abandonar sus prácticas animistas, relacionadas sobre todo con los espíritus protectores del hogar y el mar.
En ocasiones se les confunde con los moken, otro pueblo acostumbrado a vagar por los mares entre Tailandia y Birmania (Myanmar), aunque los urak lawoy están más integrados y la mayoría ha abandonado la vida nómada.
Por otra parte, tampoco se les debería llamar gitanos del mar, ya que a diferencia de muchos moken, esta comunidad vive en aldeas permanentes aunque cerca del mar, del que depende su modo de subsistencia.