Tokio, la capital de Japón, es una ciudad superlativa. Aquí vive la cuarta parte de la población del país; aquí está la torre de comunicaciones más alta del mundo; aquí hay un robot que sale a conversar con los visitantes de un museo diariamente; aquí miles de jóvenes visten y viven como si de personajes de manga se tratase… Tokio es digno de ver, digno de vivirse.
Para comenzar a definir Tokio, a explicar cómo es esta ciudad, resulta descriptivo decir que llegamos a su estación central tan sólo dos horas y quince minutos después de haber tomado el tren en Kioto. Son 600 kilómetros de distancia, pero los hemos recorrido en el “tren bala” a alta altísima velocidad y por poco más de 100 euros.
Es un ejemplo más de las avanzadas tecnologías aplicadas a todos los campos en este país, Japón, cuya capital es la quintaesencia de todo ello. ¿Cómo es Tokio? Difícil responder. Es diferente, muy diferente. Todo es superlativo en esta ciudad. Ejemplos de ello son la torre Skytree; el museo Nacional de las Ciencias e Innovación, en una isla artificial, o el archiconocido, gracias a la gran pantalla, cruce de Shibuya.
LA TORRE MÁS ALTA DEL MUNDO Una de las grandes atracciones de la ciudad de Tokio actualmente es la torre Skytree, la torre de comunicaciones más alta del mundo (así figura en el libro Guinnes de los récords), con sus 634 metros de altura. Se ha diseñado con la forma de un imponente árbol cuya visión se pierde en el cielo si miramos desde abajo. La iluminación cambia en días alternos de los tonos azules a los tonos púrpura.
En el punto de los 350 metros, así como en el de los 450, los miradores de cristal permiten una vista impresionante de la ciudad siempre que la niebla (la altura de la torre gana a la de las nubes en ocasiones) lo permita.
Antes de acceder a la torre hay que pasar por el Tokio Solamachi, un enorme centro comercial de más de 300 tiendas, solo un ejemplo más de los muchos centros comerciales que se pueden encontrar en la capital japonesa.
Todos hemos oído hablar del metro de Tokio y sus empujadores y de los trenes japoneses y su moderna tecnología y altísima velocidad. Pues uno de los ejemplos más impactantes de todo ello es el Yurikamome, que es un tren sin conductor. Desde Shimbashi, este tren nos lleva hasta Odaiba, una isla artificial que se puede considerar un destino en sí misma porque cuenta con tantos atractivos que, si se quieren exprimir todos, será preciso más de un día de estancia.
La primera recomendación antes de tomar el Yurikamome es intentar subir en el primer vagón, para poder vivir la sensación de viajar sin conductor al mismo tiempo que se disfruta de las estupendas “postales” de la bahía de Tokio que nos ofrece el recorrido.
HABLANDO CON ASIMO En Odaiba se encuentra el Museo Nacional de las Ciencias e Innovación que espera al visitante con numerosos descubrimientos y curiosidades atractivos para todos los públicos, algunos muy especialmente indicados para los niños. Podrá ver una reproducción del interior de una nave espacial, por ejemplo y comprar en la tienda de souvenirs algunos alimentos de los que llevan en sus “viajes” los astronautas.
Pero, sin duda, el mayor atractivo de este museo es Asimo, el robot que habla con el público y juega al fútbol con los visitantes. Actualmente, los investigadores están estudiando a Asimo con el fin de ver a qué grado de comunicación pueden llegar estos robots con los seres humanos. Un espectáculo el que nos ofrece Asimo digno de ver. Será uno de los recuerdos más curiosos que nos traigamos de vuelta a casa, sobre todo los más pequeños.
SHIBUYA, UN SÍMBOLO DEL IR Y VENIR DE LA CIUDAD La palabra Shibuya quizá no diga nada a quien la oye o la lee, pero si explicamos que en Shibuya se encuentra el cruce de calles más abarrotado del mundo (al menos esa es su fama), que tiene semáforo rojo en las cuatro direcciones al mismo tiempo, lo cual permite que los peatones lo invadan por completo cruzando, incluso, en sentido diagonal, seguro que todo el mundo es capaz de traer a la memoria algún recuerdo, alguna escena vista en el cine de este punto de Tokio.
Igual de impresionante que ver la masa de peatones pasar de un lado a otro de este cruce es comprobar cómo buena parte de esa gente entra más bien invade el acceso al metro. En esta plaza se concentra la gente joven que la utiliza como punto de encuentro para encaminarse después a los centros comerciales, algunos de ellos entre los más famosos de la ciudad, como Shibuya 109, bares o restaurantes de la zona.
Porque Shibuya, y la cercana zona de Omotesando, son el centro de las tendencias de última hora de la juventud japonesa; tendencias que cambian a un ritmo vertiginoso, al mismo ritmo que el visitante puede ver pasar a su lado por las calles de la zona, a los grupos de jóvenes que van de acá para allá en sus rutas de diversión.
Sentarse en un café de esta zona de Tokio es disponerse a ver un espectáculo, un escaparate de la moda, de la vanguardia, representado por esos transeúntes que van y vienen de un lado a otro.
OMOTESANDO, LA MINICIUDAD DEL SHOPPING Es una amplia avenida adornada con árboles en ambos lados y podría ser un lugar para un relajante paseo tras el que acceder al santuario Meiji Jingu, pero es en realidad un desfile continuo de gente joven en su mayoría que lo invade todo. Se conoce a Omotesando como una “miniciudad del shopping”.
Restaurantes, cafeterías y tiendas, incluidas las de muchas grandes marcas internacionales, se agolpan a ambos lados de la avenida. Las pequeñas calles que confluyen en Omotesando, alguna peatonal, incluso con pequeños jardines en el centro, más tranquilas, son una especie de prolongación de la pasarela de comercios que es la avenida.
EL TEMPLO DE LOS OTAKUS La más especial de todas ellas es, sin duda alguna, Takeshita Dori, auténtico templo del manga, el paraíso de los otakus seguidores del manga. A un lado y otro de la calle se agolpan los comercios que venden todo tipo de artículos ropa incluida relacionados con los personajes del manga y otros ídolos de los adolescentes.
No se puede decir que se ha visitado Tokio si no se ha “perdido” un rato en Takeshita Dori, paseando intentando avanzar entre la gente, más bien entre grupos de jóvenes “cosplayers” ataviados con la misma indumentaria que sus personajes favoritos . Es una vivencia irrepetible. No sabe el viandante si se encuentra de verdad en una calle de Tokio o en un plató de cine al aire libre.
La zona de Harajuku es un área de concentración no solo de los cosplayers, sino de los fans de otros muchos estilos: Lolita, Kodona (victoriano), Visual Kei (de aspecto andrógino)… y un sinfín más, incluidos los más conocidos como los rockabillies o los raperos.
Para hacer un alto en el camino y tomar una cerveza o comer algo, muy cerca está 246 Common, una pequeña zona de puestos al aire libre con un agradable ambiente.
EL PARAÍSO DE LA ELECTRÓNICA No se puede terminar un recorrido por Tokio, aunque sea breve, sin recorrer Akihabara, que es el “barrio de la electrónica”, auténtico paraíso de los aficionados a las últimas tecnologías. Las tiendas especializadas en electrónica e informática se mezclan con establecimientos de segunda mano en Electric City pero, sin salir del barrio, también hay grandes establecimientos dedicados al manga y al anime que hacen las delicias de sus fans.
Pero no solo hay tiendas. También hay bares y cafeterías temáticos dedicados a grupos musicales o figuras de la tele, el cine o la canción.
Y, si Akihabara es el barrio de los comercios de electrónica, el paraíso de la moda está en Ginza. Es el barrio comercial de Tokio y aquí se congregan todas las grandes firmas internacionales. Los escaparates representan una suerte de competición del lujo y la sofisticación; es una delicia pasear por delante, pararse a deleitarse en cada uno de ellos, incluso entrar en alguna de las tiendas y sentirse una “pretty woman”.
El cruce de las calles Chuo y Harumi es un punto neurálgico y quizá el lugar más representativo del barrio. Los domingos, las calles se prohíben al tráfico, se hacen peatonales y facilitan el paseo tranquilo y las compras. En el centro, mesas y sillas, incluso sombrillas, ocupan el lugar de los vehículos para facilitar un alto en el camino.
LA HORA DEL DESCANSO Y EL PALADAR Es difícil hablar de gastronomía en Tokio. Por supuesto, no por falta de opciones de todo tipo, sino más bien por todo lo contrario. En esta ciudad, de la que se dice que es la mayor aglomeración urbana del planeta (en ella viven 12 millones de personas, la cuarta parte de la población de Japón), existe una enorme oferta de casi todo, incluida por supuesto su gastronomía. Digna de mencionar es la calidad y frescura del pescado en muchos de sus restaurantes, condición imprescindible para que el comensal disfrute de cualquier plato pero especialmente del sushi o el sashimi.
Claro que, además de los platos más conocidos de la gastronomía japonesa, Tokio ofrece otras posibilidades muy originales aunque no alcancen la misma excelencia gastronómica. Uno de los platos que hay que probar es el okonomiyaki, una especialidad que los japoneses nos traducen como “pizza japonesa”. En realidad se parecen más a una tortilla con diferentes ingredientes y tienen un aliciente añadido: es el propio comensal quien la cocina, a su gusto, en su mesa.
Y, si difícil es recomendar en esta megaciudad un restaurante, más complicado es hacerlo en el ámbito del hospedaje. La oferta es muy grande en todas las categorías y se encuentra diseminada por toda la ciudad. Un ejemplo de hotel muy japonés aunque de aspecto muy internacional y, además, bien comunicado es el Niwa Hotel, muy próximo a la estación de Suidobashi del tren JR.
Es un establecimiento muy funcional, con habitaciones cómodas aunque no demasiado espaciosas, buen bufé de desayuno (equilibrado entre platos japoneses e internacionales) y bien equipado para los huéspedes en viaje de trabajo.
Cuenta con lavandería con máquinas lavadoras-secadoras y un pequeño gimnasio de acceso gratuito para los clientes.