Vanessa Cruzado Alvarez

El celular se ha convertido en la herramienta por excelencia de las clases virtuales. En las zonas rurales, sin embargo, no basta con adquirir un buen equipo tecnológico: la falta de conectividad es un problema serio. Somos visitó tres comunidades del distrito de Ccatca, en Cusco, para conocer su situación. Algunas fueron beneficiadas por iniciativas externas; otras aún esperan la ayuda del Estado, que llega a cuentagotas.



Vanessa Cruzado Alvarez

El anuncio de las clases virtuales por la fue un baldazo de agua fría para María Quispe, directora de la I. E. 5537, de la comunidad de Quisinsaya, en el distrito de Ccatca, a tres horas en auto desde la ciudad de . No tenía cómo comunicarse con los padres de familia, que en ese entonces no contaban con celular. A fines de marzo de 2020, fue a la radio Ausangate para dejar el mensaje de que el presidente de la Asociación de Padres de Familia se comunique con ella. Los papás subieron al cerro Pikutayuq muqu, la única zona donde hay señal, para una reunión virtual. Se sinceraron: algunos solo podían adquirir celulares básicos (solo para llamadas). Entre los profesores se organizaron para aprovechar los pocos recursos y brindar para que ningún niño se atrasara. Eso sí, había que organizarse –o dejar de trabajar– para acompañar a los niños cuesta arriba, de 20 a 30 minutos de caminata, y llegar al punto con señal.

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“Me sentía impotente porque no podía contactarme con los niños. Me he enfermado psicológicamente”, admite Quispe, que también enseña en primaria. El viento entrecortaba las llamadas. La ONG World Vision -que apoya en la zona desde hace más de una década- capacitó a los profesores con cursos sobre manejo emocional. A la par, los docentes identificaron otro problema: a los niños les estaba costando escribir y entender lo que leían. En junio de ese año, la organización de ayuda humanitaria entregó libros de autoaprendizaje (elaborados por la organización de ayuda humanitaria y especialistas de la UGEL) en quechua y castellano, que agrupa las áreas de matemática, comunicación, ciencia y ambiente, y contención emocional.

El Estado hace lo que puede, pero la ayuda llega a cuentagotas y la educación no puede –ni debe– esperar. En diciembre pasado llegaron tablets del Minedu para algunos niños. Recién han podido usarlas este mes: la app de Aprendo en Casa no estaba instalada y a los profesores los capacitaron sobre su uso seis meses después. En cuanto a los libros, la entrega no ha sido completa. El material está en castellano. Los niños son quechuahablantes. “La UGEL dijo que nos iba a llegar [el resto de libros] y nada. Este año no ha llegado nada”, explica la directora. La esperanza es la antena receptora (que se coloca en la parte alta, donde hay señal) y la antena repetidora (a ubicarse en los colegios) que la ONG y el municipio de Ccatca esperan instalar en julio.


EN QUISINSAYA, LOS NIÑOS DEBEN CAMINAR 30 MINUTOS PARA RECIBIR CLASES POR LLAMADA


Cerro Pikutayuq muqu, la única zona con señal en Quisinsaya (Cusco):

Cerro Pikutayuq muqu, la única zona con señal de la comunidad de Quisinsaya, en Cusco
Los padres acompañan a los niños cuesta arriba, de 20 a 30 minutos de caminata, al punto con señal. Justiano Tito Soto recolectó paja brava -que crece en el lugar- para construir un refugio. Le tomó al rededor de tres días. En la 'cueva' entran ocho personas. (Video: Vanessa Cruzado / Somos)

El panorama era similar en Chichina, también en el distrito de Ccatca. Alex Benjamín (10) sufrió cuando le dijeron que no podía ir al colegio: escuchar a sus profesores por teléfono no se comparaba con estar en las aulas. World Vision también entregó los cuadernos de autoaprendizaje Magicaventuras, donde Alex leía cuentos y luego, su mamá Laura Quispe, le preguntaba qué había entendido. En noviembre pasado, la comunidad recién contó con cobertura de Internet. Recientemente, la organización de ayuda humanitaria donó tablets con chip –con pago de Internet por los primeros tres meses– para cada familia: incluye la app Booksmart con 350 libros, para seguir promoviendo la lectura en los niños y talleres de crianza sin violencia para los padres. “Contactamos con todas las autoridades (salud, educación, gobierno municipal, representante comunitario) para promover el trabajo en las familias que tienen niños pequeños, viendo qué necesita la escuela para que tengan acceso a la calidad de educación como si estuvieran en zona urbana”, explica la directora de la ONG World Vision Perú, Sandra Contreras. Espera que, al conocerse estas historias, más aliados se sumen para -por ejemplo- cubrir el plan de datos de la table, “sino tenemos que seguir viendo cómo buscamos financiamiento”.

Pero también está la otra cara de la moneda: lugares que aún esperan ayuda. De quien sea. Es el caso de la comunidad de Alto Serranuyoc, a 20 minutos en auto de Ccatca, donde no llega la señal de radio, televisión y menos de Internet. A puertas de la comunidad está la casa de María (24), una exvendedora de enaguas convertida -por la pandemia- en profesora de sus tres hijos. Tenía la suerte de estar a unos metros de la I.E. 501198. Ahora debe caminar 20 minutos con sus niños para llegar al cerro y así poder recibir las clases diarias. A fines de marzo de 2020 compró un celular solo para llamadas. La profesora le dijo que debía adquirir uno donde instalar WhatsApp para poder enviar material extra. Su esposo hizo doble turno en el campo y, con mucho esfuerzo, compraron en junio de ese año un equipo pospago (30 soles mensuales) para no tener que ir hasta Ccatca por la recarga. Sufre cada temporada de lluvias: sus niños regresan con sus cuadernos mojados. “Si hubiera señal en casa, no pasaría eso”, dice impotente, y no es para menos. Algunos padres han convencido a la profesora para que vaya al colegio -que solo enseña primaria, los de secundaria deben ir hasta Cctaca- para que enseñe al menos una vez a la semana. Mientras, María enseña la lección de hoy, el abecedario.

EVARISTA APAZA Y SU PEQUEÑA ANA LUCÍA EN QUISINSAYA, CUSCO

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A 20 minutos de la casa de María, caminando cuesta abajo, casi al lado del río, está la vivienda de Juliana Sulcapuma (37). Incluso antes de la pandemia, su familia tenía dificultades: tres de sus hijos de secundaria debían ir hasta Ccatca por sus clases. Con la crisis sanitaria, el mayor, que había postulado en Cusco para la carrera de ingeniería civil, dejó los estudios y fue a Puerto Maldonado a trabajar. La educación es de lo último que él quiere hablar. A casa de Juliana no llega señal de radio y televisión, menos de Internet. Para el año escolar 2020, sus hijos estudiaron con el teléfono de su papá. Han vendido su ganado para poder comprar dos celulares más. En época de lluvia, tienen que refugiarse entre los pinos. La familia recibió la tablet del Minedu (sin chip), pero no pueden usarla en casa a falta se señal. “Es una responsabilidad grande. Uno de los vecinos la ha roto, qué vamos a hacer para retribuir eso. Es muy preocupante”, dice angustiada. “No los estamos ayudando como debe ser porque tenemos que dedicarnos a nuestras actividades. En clases presenciales, estaban los profesores y les revisaban si habían hecho bien la tarea”. Juliana debe hacerse un tiempo para trabajar: al tener varios equipos, el recibo de luz se ha triplicado. “Sé que mis hijos se están atrasando. Hago el pedido de antenas. Eso nos ayudaría mucho”. //

Juliana Sulcapuma, de Alto Serranuyoc (Cusco): “Nuestros hijos se están atrasando”

Juliana Sulcapuma, de la comunidad de Alto Serranuyoc (Cusco): "Nuestros hijos se están atrasando"
A casa de Juliana Sulcapuma no llega señal de radio y televisión, menos de Internet. En 2020, sus cuatro hijos (dos en primaria y dos en secundaria) estudiaron con el teléfono de su papá. Han vendido su ganado para poder comprar dos celulares más. Pide que haya antenas en su comunidad para que los niños puedan estudiar en casa. (Video: Vanessa Cruzado / Somos)


LOS NIÑOS, EL INTERNET Y LA MARAVILLA

Brecha digital

En pandemia. Según el INEI, más de 370 mil niñas, niños y adolescentes se vieron forzados a abandonar sus estudios en 2020. Un tercio de los centros poblados del Perú cuentan con acceso a Internet. Es decir, unos 35 mil (de 90 mil).

Tarea pendiente. “Mientras que en Lima metropolitana el 96% de hogares se conectan por telefonía móvil, en el área rural esto baja a 12 puntos”, dijo Ricardo Cuenca, ministro de Educación a Somos a inicio del año escolar. Se han despachado 1′056.000 tablets para estudiantes de 4to a 6to grado y secundaria en zonas rurales.

Ayuda. World Vision Perú entregó 3.270 cuadernos de autoaprendizaje a alumnos del primero al sexto grado de primaria en 2020. Además, donó 35 tablets a escolares en 2020. En el 2021, donarán más de 200 adicionales. “Somos agentes que conectamos. Lo importante es llegar a donde se necesite”, afirma su directora, Sandra Contreras.

Créditos
CRÓNICA / Vanessa Cruzado Alvarez. EDITOR / Miguel Villegas.
DESARROLLO / Ángel Hugo Pilares. FOTOGRAFÍA / Richard Hirano.
VIDEO /Vanessa Cruzado Alvarez. AGRADECIMIENTOS / ONG World Vision Perú.

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