IÑIGO MANEIRO

Para llegar, se cruza un largo puente colgante del ancho exacto de una camioneta. Atraviesa el río Queros, de aguas blancas y rápidas, que da nombre a la comunidad a la que se llega luego de media hora más de viaje. Esta pequeña comunidad está formada por una docena de casas levantadas con hoja de palmiche y paredes de pona que rodean un campo de fútbol hecho con pasto japonés. Junto a las viviendas se encuentran los huertos con plátanos, yucas, carambolas, cítricos y caimitos. Más al fondo están las chacras mayores y los lugares para cazar y pescar. Esta es una comunidad de huachiperis, uno de los grupos que forman la familia harakmbut, en la que también vive gente llegada de la sierra y que se han quedado formando matrimonios. Además de Queros, los huachiperis se encuentran en otra comunidad cercana, Santa Rosa de Huacaria.

VIAJE AL BOSQUE Tradicionalmente eran conocidos porque curaban sus males físicos y espirituales con cantos y canciones curativas llamadas ishuva, que son una especie de mantra que entonaban rítmicamente para sanar al paciente, sea de una picadura de víbora o de una tristeza. Mientras duraba la cura y los cantos se debía hacer una dieta, tanto de placeres como de alimentos. Las dietas se siguen practicando, igual que el consumo de plantas y la costumbre de pintar con huito el cuerpo de los recién nacidos para que crezcan fuertes. Los cantos, en cambio, solo los recuerdan los más viejos.

La comunidad se encuentra junto a los últimos contrafuertes de la cordillera cusqueña colindante con el Manu. Esos cerros forman estrechos e intrincados bosques de nubes y constituyen una de las zonas más ricas en plantas y animales del país. Todo es verde, misterioso y húmedo. Es el recorrido que se hace desde Paucartambo, donde a mediados de julio se celebra a la Mamacha Carmen, hasta el río Madre de Dios y el Parque Nacional del Manu.

Este es el recorrido, también, para llegar al albergue de Queros que se ha levantado junto a las casas y chacras. Está construido con sándalo y tornillo, y a él, por ejemplo, llegan los corredores, venidos de diferentes países, que participan en la ultramaratón que va del Cusco al Manu todos los meses de mayo, también viajeros que quieren recorrer el parque nacional, o viajar a otros lugares como Puerto Maldonado o Tambopata. Todos ellos viven con la comunidad y participan en sus días y noches, en sus chacras, ríos, sendas y quebradas. Para ello ofrecen varios programas y que están en su página web. “Así. Tal y como somos. Nada más”, lo dice Aquino Huamaní que llegó de Ayacucho, se casó con una huachiperi y hoy es el presidente de la comunidad.

Es la apuesta de Queros para cuidar con el turismo lo que les queda de su cultura, mostrar su bosque, compartir su comida, sus coronas y sus cantos curativos. Que, a pesar de que solo los viejos los recuerdan, todos siguen tarareando para el bien del cuerpo y el alma.