IÑIGO MANEIRO
Durante un año viví en Huanchaco. Tenía un café bar que se llamaba La Tribu por el que pasaban personas de todo el mundo. Algunos eran artistas, otros turistas que venían a recorrer el Perú, también había músicos, limeños en su ruta hacia las costas más septentrionales del país, hippies, anglosajones que viajaban por América en bus y hasta unos colombianos que llevaban más de 10 años caminando por el mundo. Pasaba gente que buscaba un buen clima para curarse de enfermedades respiratorias, personas que entraron en el mundo de los curanderos y chamanes, amantes de las olas o individuos que simplemente querían vivir bien, rodeados de un océano generoso, de una de las mejores arqueologías del Perú, de una gastronomía de primer nivel y de gente acogedora y agradable. Todo eso es lo que hace de Huanchaco uno de los lugares más cosmopolitas del Perú o, como me diría una huanchaquera, es el “entrañable corazón norteño”.
VÍRGENES Y OLAS El origen de su nombre tiene varias explicaciones, aunque la más aceptada es que proviene del ave Huanchaco. Ha sido puerto de pescadores desde tiempos remotos y tuvo presencia española desde la época más temprana. De hecho, se conserva una de las imágenes más antiguas de América, la de la Virgen de la Candelaria, en la iglesia Virgen del Socorro, ubicada en la parte alta de la localidad.
El malecón es su centro vital. A lo largo de él se encuentra la mayoría de restaurantes, hoteles, escuelas de surf y puestos de artesanos. El malecón mira a una larguísima playa con una parte sur medio salvaje y una zona norte donde se concentran los totorales, que los pescadores locales siguen usando, como hacían los antiguos mochicas, para construir sus caballitos de pesca y paseos turísticos.
Cerca de esta localidad se encuentran importantes atractivos que convierten a Huanchaco en una suerte de campamento base para las experiencias más diversa. Chicama está a unos 35 km al norte, donde se encuentra la ola más larga del mundo. Camino a Trujillo también se halla la ciudadela chimú de Chan Chan que aparece junto a la carretera que es entrada al paraíso moche y a las monumentales huacas de la capital.
Moche también es el valle donde podemos tomar una de las mejores chichas que se produce en el departamento de La Libertad y lugar de paso para llegar a otras playas de gran personalidad, como Salaverry, una suerte de puerto de pescadores detenido en el tiempo y a donde llegan enormes trasatlánticos cargados de turistas colorados que confirman que Huanchaco es uno de los lugares más cosmopolitas del Perú.
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